El 25 de junio de 2024, los primeros soldados kenianos de la MMAS (Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad) desembarcaron en Haití. El objetivo: ayudar a las fuerzas de seguridad haitianas a luchar contra las bandas. Un año después, los ciudadanos con los que nos encontramos en Puerto Príncipe consideran que el balance de la misión es catastrófico. Estos, que apostaban fuerte por el apoyo de la misión para ayudar a contener a los bandidos armados, se muestran hoy decepcionados. Además, un informe reciente de las Naciones Unidas alerta sobre la creciente violencia de las bandas.

La MMAS se desplegó para ayudar a la policía a desarmar a las bandas y garantizar la seguridad, así como para crear las condiciones de seguridad propicias para la celebración de elecciones y la restauración de las instituciones democráticas del país. Pero un año después, los haitianos no ven ninguna diferencia.

Es el caso de Johnny, que se dice decepcionado un año después de la llegada de los policías kenianos a Haití. “¡La misión multinacional en Haití es un fracaso! Después de un año, no hay ningún resultado. Muchos más territorios han caído en manos de las bandas, los bandidos siguen cometiendo delitos y los ciudadanos siguen siendo asesinados. Cuando llegaron, teníamos una pequeña esperanza, pero un año después, la desesperación es total”, confiesa a nuestro corresponsal Peterson Luxama.

Aunque el Consejo Presidencial de Transición (CPT) ha roto recientemente el silencio sobre la presencia de mercenarios extranjeros contratados para la guerra contra las bandas en Haití, los observadores no han tardado en darse cuenta de las limitaciones de la acción de la MMAS. Además, no se ha analizado en profundidad el fenómeno de las bandas y el caldo de cultivo que las alimenta. No se trata solo de un problema de seguridad. Las bandas se trataban como un problema de guerrilla urbana, pero no se prestó atención a la cuestión de su financiación y armamento, subrayó la investigadora Lou Pingeot, de la Universidad de Ottawa, en RFI el pasado mes de septiembre.

Colson, a quien nos cruzamos en la pequeña comuna de Delmas, tampoco oculta su decepción. Según él, el fracaso de esta misión de apoyo a la seguridad en Haití era previsible. “Ya sabíamos que esta fuerza internacional no vendría realmente a resolver nuestros problemas de seguridad. Estas fuerzas internacionales nunca vienen realmente a un país para resolver los problemas de la población. A pesar de su presencia, no hacen nada; es la policía la que lucha cada día”.

Para Thimothé, el fracaso de esta misión en la que había depositado su fe es también el fracaso de la comunidad internacional. “Tenía la esperanza de que, con la llegada de esta misión, desempeñaría un papel persuasivo. Pero, por el contrario, la situación no ha hecho más que empeorar desde su presencia. También es un fracaso para la comunidad internacional, que pensaba que podía resolver el problema a su manera”.

Las bandas cada vez mejor armadas

Las bandas han ampliado su control sobre el país y siguen adquiriendo armas a pesar del embargo decretado hace tres años, según alertan los expertos de las Naciones Unidas en un informe publicado a principios de semana.

El grupo de expertos encargado de supervisar la aplicación de las sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU “está preocupado no solo por el hecho de que la violencia de las bandas se esté extendiendo por todo el país, sino también por la creciente brutalidad que la caracteriza”, señala el informe, que destaca varias “masacres” a gran escala, además de asesinatos, secuestros y violaciones. “Ante la falta de una respuesta eficaz por parte del Gobierno, las bandas tienen vía libre para llevar a cabo ataques con total impunidad y ampliar su control territorial”.

Un dominio que les permite, en particular, su poderío armamentístico

En 2022, el Consejo de Seguridad estableció un régimen de sanciones que incluía un embargo selectivo de armas, reforzado posteriormente para prohibir todas las transferencias de armas a Haití, país sumido en una grave crisis de seguridad, humanitaria y política. Pero el embargo, cuya aplicación es “muy limitada”, no tiene “repercusiones significativas” en la capacidad de las pandillas, lamenta el informe, y estas “siguen adquiriendo armas y municiones suficientes para mantener su poderío de fuego en varios frentes”.

Durante el período considerado (octubre de 2024 a febrero de 2025), pudieron adquirir “cantidades crecientes” de fusiles ametralladores, “reforzando así su capacidad letal y aumentando las dificultades a las que se enfrentan las fuerzas de seguridad”. Además del tráfico de armas procedentes de Estados Unidos, los expertos señalan “desvíos” de existencias de la policía haitiana y de la vecina República Dominicana, gracias a agentes corruptos.

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