Desde la caída de Bashar al Asad en diciembre de 2024, Siria ha estado tratando de deshacerse de su imagen de "narco Estado", heredada de una década de producción industrial de captagon. Las nuevas autoridades multiplicaron sus operaciones de alto perfil: laboratorios destruidos, incautaciones récord. Pero el tráfico no se ha extinguido: se ha dispersado, se ha reubicado y continúa prosperando, desde Sudán hasta Yemen, pasando por Irak y Líbano.

Por Guilhem Delteil

La voluntad de las nuevas autoridades sirias es expuesta a las miradas. Cada incautación da lugar a un anuncio, una cobertura mediática. La semana pasada, 11 millones de píldoras de captagon fueron incautadas en la provincia de Homs, en el centro del país, en un automóvil procedente del Líbano. La semana anterior, las fuerzas sirias habían descubierto 12 millones de píldoras en el área de Damasco. 

En su búsqueda de fondos e inversiones para reactivar la economía y comenzar la reconstrucción del país devastado por 10 años de guerra civil, el nuevo régimen sirio está bajo la presión de sus socios internacionales y del Golfo para luchar contra el tráfico de captagon.

Esta droga se había convertido en una fuente de financiación para el régimen de Bashar al Asad y de enriquecimiento para los familiares del líder depuesto. "Se han descubierto sitios de producción de captagon en instalaciones pertenecientes al hermano de Bashar, Maher al Asad, y de otras figuras influyentes del Gobierno sirio. Otros miembros de la familia Asad involucrados en esta industria, como el primo de Bashar, Wasim Badia al Asad, han huido del país", señala el instituto New Lines, un grupo de expertos estadounidense, en un informe de junio de 2025.

Un estado debilitado, fronteras porosas

Hay "una estrategia antinarcóticos emergente", afirma Caroline Rose, directora del instituto New Lines, a cargo del programa de captagon y anfetaminas. Las nuevas autoridades "no solo han atacado algunos de los sitios de producción de captagon industrial más grandes, como laboratorios y sitios de almacenamiento. También hemos visto una campaña para luchar contra algunos remanentes del antiguo régimen de Asad, los sindicatos del crimen que han estado activos en este comercio durante años, así como algunas redes criminales más pequeñas e independientes", indica. 

Se han incautado 230 millones de píldoras desde la caída del régimen. Esto es 23 veces más que en 2024 bajo Bashar al Asad. Pero "a pesar de la hostilidad del Gobierno actual hacia este comercio, el país sigue siendo un centro para la producción y distribución de esta droga", señaló la ONU en junio pasado.

Factores socioeconómicos

Factores de seguridad explican la persistencia del tráfico. La Siria post-Asad sigue siendo un país dividido: el Gobierno de Damasco no controla todo el territorio. Al régimen le cuesta imponer su autoridad sobre todo el país y las fronteras son difíciles de controlar.

"Todavía hay una vulnerabilidad económica en Siria que alimenta este tráfico", considera Alexander Söderholm, analista científico especializado en mercados de drogas y crimen en la Agencia Europea de Drogas. En febrero, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo habló de una "economía devastada, pobreza generalizada (…): nueve de cada 10 sirios viven ahora en la pobreza".

La tarea del nuevo Gobierno es, por lo tanto, inmensa. Y sus socios internacionales le piden que fortalezca su cooperación en la lucha contra el narcotráfico. "Espero que haya más apertura a la colaboración, el intercambio de información y el intercambio de buenas prácticas en esta área, porque creo que tenemos mucho que compartir y aprender unos de otros, especialmente con respecto a todas estas cadenas de suministro en drogas, que atraviesan varios países. Si no trabajamos juntos, será prácticamente imposible erradicarlas", afirma Söderholm.

El enfoque de las nuevas autoridades sirias también está orientado principalmente a la seguridad. Por el momento, no han invertido en los campos sociales y sanitarios. Luchar contra el consumo local de captagon, en un país como Siria profundamente marcado por 10 años de guerra civil, también implica el reclutamiento de psiquiatras. "Quemar laboratorios sin ofrecer soluciones a los consumidores es como tratar un síntoma ignorando la enfermedad", recalca el analista.

"Reconfiguración"

El impacto de la lucha siria contra el narcotráfico en la producción mundial de captagon tampoco está claro. "La demanda de estas drogas todavía existe. Lo que estamos viendo ahora es una fragmentación de la economía y del comercio de captagon, pero no su desaparición. Estamos asistiendo a una reconfiguración de los distintos actores implicados", señala Söderholm.

Incluso en la época de Bashar al Asad, Siria no tenía el monopolio de la producción en la región. "El Líbano también tiene una larga historia de producción de captagon", indica Söderholm. Pero el tráfico se ha expandido. "Nos preocupan países como Yemen, Irak, Turquía, Kuwait, Libia y Egipto, donde hemos visto una tendencia constante o creciente en la producción de captagón", subraya asimismo Caroline Rose.

La diversificación de los sitios de producción había comenzado antes de la caída de Bashar al Asad el 8 de diciembre de 2024. Pero Rose señala que este año se han identificado nuevos sitios de producción en Sudán y Yemen: "No me sorprendería que la represión bajo el nuevo Gobierno interino haya llevado a muchos actores criminales a buscar sitios nuevos y más seguros, a salvo de prohibiciones y otros riesgos relacionados con las incautaciones de las fuerzas del orden".

Sudán y Yemen

El descubrimiento el pasado mes de febrero de un nuevo laboratorio de producción en Sudán, hasta ahora desconocido, ha permitido establecer un vínculo entre las redes de producción de este país y las de Siria. "Los materiales de embalaje encontrados en el piso de este laboratorio tenían vínculos potenciales con Siria. Eran en nombre de una sociedad veterinaria siria. Podría ser una empresa fantasma o una empresa real utilizada por los contrabandistas para el embalaje. Además, se encontraron otros indicios, como equipos de producción similares, dentro del laboratorio", revela Caroline Rose.

Sudán y Yemen se han convertido en países propicios para el desarrollo de la producción de captagon. Su ubicación geográfica es una primera ventaja: Sudán está frente a Arabia Saudita y Yemen comparte una larga frontera con el reino. Y los países del Golfo, Arabia Saudita en particular, constituyen el principal mercado para este medicamento.

Además, las guerras civiles que asolan Sudán y Yemen dejan el campo abierto a los traficantes: las fuerzas de seguridad no se centran en la lucha contra el narcotráfico. E incluso los beligerantes pueden aprovecharlo para financiar su esfuerzo bélico. En Sudán, algunos de los laboratorios identificados estaban en territorio controlado por las Fuerzas de Apoyo Rápido. Pero se llevaron a cabo frecuentes incautaciones en los puertos en manos del ejército. En Yemen, el beneficio también parece ser compartido: se han descubierto laboratorios en áreas controladas por los hutíes, así como en regiones del país donde el movimiento rebelde no está presente. "Es una clara indicación de que estas redes criminales se están diversificando. Por supuesto, pueden haber hecho alianzas con grupos armados locales, pero esto parece ir más allá del marco de un solo bando en estos conflictos civiles", estima Rose. 

Según el instituto New Line, el régimen de Bashar al-Asad fue responsable del 80% de la producción mundial de captagon. Por lo tanto, a falta de ayuda estatal, se espera que las cantidades producidas disminuyan. Pero mantenido por una demanda que sigue existiendo, este tráfico sigue siendo significativo y se ha adaptado. Y la lucha contra este comercio ilícito se enfrenta ahora a nuevos desafíos: una multiplicación de sitios de producción y actores.

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