Con nuestro corresponsal en Brasil Martin Bernard.
Joesley Batista comienza a trabajar a los 16 años en JBS, una pequeña empresa familiar fundada en 1953 en una pequeña ciudad del centro de Brasil y que lleva las iniciales de su padre: José Baptista Sobrinho. Poco a poco, Joesley y su hermano Wesley toman las riendas de la empresa familiar y deciden hacerla crecer.
Primero, comprando a sus competidores en Brasil, y luego multiplicando las adquisiciones en el extranjero, especialmente en Estados Unidos. En 2007, por ejemplo, JBS compró Swift & Company, el tercer productor de carne de cerdo de Estados Unidos, por 1400 millones de dólares. El grupo también está presente en Arabia Saudí y en los Emiratos Árabes Unidos.
Sin embargo, resumir JBS como una pequeña empresa familiar que se lanzó a la conquista del mercado internacional para convertirse en el número uno mundial de la carne sería simplista. En primer lugar, porque los hermanos Batista contaron en su momento con el apoyo de numerosos bancos públicos, que les prestaron dinero en condiciones muy ventajosas para financiar esta estrategia de expansión mundial.
Pero estos préstamos a bajo coste no cayeron del cielo. Joesley Batista reconoció más tarde haber pagado sobornos a numerosos responsables políticos para conseguir sus fines. Al denunciar a su vez a otras personalidades corruptas, finalmente escapó de toda condena.
Una visita a Caracas para convencer a Maduro de que dimita
Joesley Batista, de 53 años, es uno de los empresarios más influyentes de Brasil, pero también uno de los más controvertidos debido a sus estrechos vínculos con el mundo político. Una especie de oligarca, cercano tanto a la izquierda brasileña en el poder como a la extrema derecha estadounidense encarnada por Donald Trump. La ideología pasa a un segundo plano: lo esencial son los negocios.
Durante la última campaña presidencial estadounidense, el grupo JBS donó oficialmente cerca de 5 millones de dólares para financiar la campaña de Donald Trump. Este apoyo le permitió ser recibido en la Casa Blanca, en plena crisis arancelaria entre Washington y Brasilia. Se restableció entonces el diálogo entre Lula y Donald Trump y, a raíz de ello, se eliminaron los aranceles adicionales impuestos a las exportaciones de carne brasileña a Estados Unidos.
Más recientemente, Joesley Batista habría viajado incluso a Venezuela para reunirse con el presidente Nicolás Maduro e intentar convencerlo de que abandonara el poder de forma pacífica, con el fin de evitar una escalada militar con Estados Unidos. Según Bloomberg, este viaje se organizó a petición de Donald Trump, sin que Batista fuera designado oficialmente como emisario. Sin embargo, la iniciativa terminó en fracaso.
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