En 16 municipios franceses se ha prohibido tomar el agua del grifo debido a un contaminación por PFAS (sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas), utilizadas en la industria, consideradas contaminantes eternos y muy dañinos para la salud. Los alcaldes de estos municipios que enfrentan sobre costos para proveer agua potable a sus habitantes se reúnen este viernes para pedir justicia.
"Lo que ocurre aquí es un escándalo sanitario. Tenemos hijos y nietos. ¿Qué les vamos a dejar? Es un reto para las generaciones futuras", explica a RFI Annick Dufils, alcaldesa de Malandry, un pueblo de 80 habitantes del norte de Francia y en julio recibió una noticia inquietante.
A raíz de la entrada en vigor de una nueva normativa europea, unos análisis de la calidad del agua del pueblo revelaron una presencia excesiva de PFAS, sustancias industriales que perduran en el medioambiente.
En Malandry, las tasas de estas moléculas cancerígenas superan dos veces los estándares sanitarios para el agua potable. De inmediato, se prohibió el consumo del agua. Y el pequeño pueblo se ve obligado a gastar miles de euros para proveer botellas de agua a la población.
"La ley en Francia indica que debe pagar el que contamina. Tenemos que aplicar esta ley en casos así con una contaminación de esta envergadura", dice Dufils.
Junto con los alcaldes de otros 15 municipios de la región, Annick Dufils exige justicia. Las primeras investigaciones indican que una papelería ubicada a 12 km del pueblo podría ser la causante de esta contaminación.
En los años 90, los desechos industriales de esta fábrica -que contenían materia orgánica- fueron utilizados como fertilizantes en varias parcelas agrícolas vecinas.
Los alcaldes exigen que los responsables de este escándalo paguen por la descontaminación de las tierras y por las costosas obras necesarias para proveer agua potable a la población.
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