Beirut se tiñó este domingo de color amarillo para decir un último adiós a Hassan Nasrallah, líder de la milicia libanesa Hezbollah durante más de tres décadas, hasta morir el pasado septiembre a manos israelies. En absoluta desolación, más de 80.000 seguidores del grupo abarrotaron el estadio municipal junto con delegaciones llegadas desde más de 70 países.
Con nuestro corresponsal en Beirut, Joan Cabasés Vega
Los asistentes alternaban gritos vengativos contra Israel y contra Estados Unidos con expresiones de adoración y reconocimiento hacia la figura de Nasrallah. Como la que le dedicaba Suzanne Maki, residente del sur de Líbano, en los micrófonos de RFI. “Lo que nos enorgullece de él es que no murió por dinero ni por un cargo. Murió por la mayor de las batallas: la batalla de Gaza. Luchó por los derechos de los más débiles”.
Mariam Sgire, de 17 años de edad y residente de los bombardeados suburbios de Beirut, tampoco critica la decisión de Nasrallah de meter Líbano en una guerra contra Israel. “Él estaba intentando defender Gaza. Gente inocente, niños que Israel mata en Gaza. Allí están haciendo un genocidio y nadie planta cara a Israel. Excepto él. Excepto Hezbollah”, señaló.
Mariam dice hablar en nombre de centenares de miles de seguidores de Hezbollah cuando manifiesta que la muerte de Nasrallah les hace sentir desamparados. “Me siento muy perdida sin él. Él era alguien que lideraba a toda mi sociedad. Sin él, nos sentimos muy perdidos. Nunca imaginé estar en esta situación en mi vida”.
Los seguidores de Hezbollah miran ahora hacia el futuro con una gran incertidumbre. Cuando Mariam se enteró de la muerte de Nasrallah, asegura que tuvo un ataque de pánico.
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