El Festival de cine vivió una noche cargada el miércoles, con tres películas que pasaron frente a los ojos del jurado.
España regresó a la competencia en Cannes con Romería, tercera película de la talentosa Carla Simón. La directora española insiste en esta cinta en explorar su dramática historia familiar.
Marina, una chica catalana, viaja a Galicia a renovar lazos con la familia paterna que nunca conoció. El contacto con sus tíos y primos le permite descubrir la historia oculta de sus padres, muertos en la epidemia de sida, que terminaron relegados como las ovejas negras de la familia.
Viaje sonoro
El sudafricano Oliver Hermanus está en la competencia con The History of Sound, un drama delicado sobre dos jóvenes estudiosos apasionados de la música y del sonido. Luego de su encuentro amoroso, se lanzan en un ambicioso proyecto: hacer los primeros registros de las canciones tradicionales del campo en Estados Unidos. La película empieza en el año 1917 y se extiende hasta los 80, una historia marcada por los altibajos de estos amantes, Josh O’Connor y Paul Mescal, quienes durante un mes de viaje vivieron una experiencia y amor determinantes en sus vidas.
Padre e hijas
El noruego Joachim Trier regresó a la competencia de Cannes con Sentimental Value, su sexta película, en forma de una crónica familiar.
Un cineasta mayor trata de reanudar el vínculo con sus hijas ya adultas después de años de ausencia y tras la muerte de la madre. Para hacerlo, le ofrece el rol protagónico a su hija actriz, pero ésta lo rechaza categóricamente. Gustav contrata entonces a una conocida estrella de Hollywood, lo que reaviva viejas heridas familiares.
Joachim Trier vuelve a su tema de predilección: el comportamiento humano, en este caso, la a veces tortuosa relación entre un padre y sus hijos, que Trier compara en su película con la casa donde vivieron estos personajes, agrietada con el tiempo.
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