Desde su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump ha hecho una serie de anuncios impactantes dirigidos a la comunidad científica. Brutales recortes presupuestarios, el despido de centenares de empleados de las agencias federales encargadas del clima o de la salud, la censura de ciertos temas en las investigaciones subvencionadas, estos anuncios asustan a los investigadores que pueden encontrar en Europa un país anfitrión. Análisis.
Por Stéphane Geneste
Este no es un momento para celebrar en los centros de investigación estadounidenses. Los anuncios de Donald Trump asustan a los científicos. Muchos dudan de su capacidad para trabajar bajo el segundo mandato del magnate inmobiliario. Y esta situación tiene consecuencias económicas. Las numerosas decisiones de la administración de Donald Trump, como la reciente congelación de las contrataciones, debilitarán, a largo plazo, el nivel de investigación e innovación.
En términos concretos, si se reduce el presupuesto para estos sectores, los resultados serán mucho más limitados y, por lo tanto, la competitividad estadounidense podría verse afectada. Además, un equipo gubernamental percibido como hostil a la ciencia puede moderar las ambiciones de las empresas de alta tecnología o de salud, sean estadounidenses o no, con el resultado de que se invierte menos capital en el sector. En resumen, todo lo contrario de la política y la ambición mostradas por el presidente estadounidense.
Una oportunidad para Europa
Estos investigadores podrían encontrar refugio en el continente europeo para continuar su trabajo. La Unión Europea cuenta con diversos programas de investigación como Horizonte Europa, cuya cartera es de 95.500 millones de euros para 2021-2027, o el Consejo Europeo de Investigación. En un artículo de opinión publicado en el diario Le Monde, cerca de 400 investigadores hacen campaña para la creación de un fondo europeo de 750 millones de euros anuales.
Algunos países como Alemania, Holanda y Francia ya están abriendo sus puertas a estos investigadores estadounidenses. Lo han hecho varias grandes escuelas francesas de renombre, como la escuela Centrale Supélec, la Universidad PSL y la Universidad de Aix-Marseille, que pone sobre la mesa 15 millones de euros para acogerlos a través de su programa "Safe Place for Science" (lugar seguro para la ciencia).
Importantes beneficios económicos
Francia está trabajando en medidas concretas para atraer a investigadores estadounidenses. Según el diario Les Echos, el Gobierno podría crear un fondo de 100 millones de euros. El interés económico es fuerte, porque según la OCDE, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, hay un efecto multiplicador en la investigación. Cada euro invertido en ella atrae una media de dos a tres euros en beneficios económicos.
El reto radica en el atractivo de Europa, porque no tiene necesariamente todos los argumentos y activos para atraer a estos cerebros. El nivel de financiación europea es más bajo que en Estados Unidos, y el nivel de remuneración en Europa es mucho más bajo que en Estados Unidos. Pensemos también en la pesada burocracia del continente. Por lo tanto, los argumentos faltan y, naturalmente, esto puede disuadir a los investigadores estadounidenses.
Pero, por otro lado, Europa tiene otros puntos positivos, con un ecosistema capaz de soportarlos. Porque a largo plazo, esta afluencia de cerebros debe verse como una inversión rentable. Se crean decenas de puestos de trabajo en torno a trabajos de investigación que pueden generar innovaciones, patentes y, por tanto, valor añadido a largo plazo. También puede haber un efecto bola de nieve: el talento atrae al talento, y Europa puede así destacar en áreas esenciales como la inteligencia artificial, la ciberseguridad, el clima o la salud. Y los países europeos parecen haberlo entendido en un momento en que la UE tiene la intención de reducir su dependencia de Estados Unidos o China.
Compartir esta nota