El príncipe Lorenzo de Bélgica, hermano del rey Felipe, no podrá beneficiarse de la seguridad social para autónomos como esperaba. “No lo veo como una cuestión de recursos económicos, sino como un principio, el derecho al reconocimiento social”, argumenta.
Un príncipe, hermano del Rey de los belgas que cobra casi 400.000 euros al año, ¿puede tener acceso a la seguridad social del país? La respuesta es no, así lo concluyó la justicia, a petición del demandante, el príncipe Lorenzo.
Él asegura que en representación de la corona, ejerce un trabajo, pero que si se pone enfermo, no recibe ninguna prestación. En su demanda, argumentó que su sueldo mensual es el mismo que él de un ejecutivo en Bélgica, y que cada vez que debe ir al hospital, por ejemplo, no se le compensa nada, y debe pagarlo de su bolsillo, a diferencia del resto de ciudadanos. Hay que tener en cuenta, que como parte de la familia real, el príncipe Lorenzo y su familia tiene otros privilegios, como escolta o una casa que no debe pagar.
Lorenzo, de 61 años, el menor de los tres hijos de la ex pareja real Alberto y Paola, quería poder beneficiarse, además de su subsidio estatal, de una protección social que le garantizara el reembolso de los gastos médicos para él y su familia, así como determinados subsidios en caso de incapacidad laboral. Hace dos años, intentó afiliarse al régimen social para empresarios autónomos, pero se lo denegaron, lo que le llevó a emprender acciones legales.
“No lo veo como una cuestión de recursos económicos, sino como un principio, el derecho al reconocimiento social”, aseguró el príncipe.
La petición ha sido cuando menos curiosa, pero no sorprendente por ser de quién viene. Lorenzo es un verso libre de la monarquía: una institución a la que ha criticado varias veces. Siempre polémico, tuvo que pagar una multa por reunirse con embajadas y empresas a espaldas del gobierno federal; también con el dictador libio Muammar al Gaddafi antes de la primavera árabe.
En 2018, al príncipe se le retiró el 15% de su dotación estatal anual por reunirse con dignatarios extranjeros sin el acuerdo del Gobierno federal.
Para la opinión pública es una salida de tono más del que es considerado el bufón de la familia real, pero es un quebradero de cabeza más para el Rey Felipe de los belgas, aunque la familia está curada de espanto ante los escándalos y siempre sale airosa.
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