Un día como hoy, 4 de junio de 1961, fueron asesinados por Ramfis Trujillo, los soldados José Manuel Núñez (teniente) y los sargentos Wenceslao Taveras (Martín) y Jorge Taveras, padre y hermanos del activista social y en combatiente de la revolución de abril de 1965, Víctor Martínez.
Sesenta y cuatro años después de este triple asesinato todavía se desconoce el destino de sus restos, aunque se sabe que los soldados fueron asesinados, luego de ser apresados en la finca del ex jefe del ejército, Rene Román Fernández (Pupo) y traslados a la Base Aérea de San Isidro donde ya se encontraba detenido y sometido a crueles torturas el alto oficial casado con una hija de Trujillo.
El triple asesinato ocurrió horas antes de que el hijo mayor de Trujillo saliera del país de manera precipitada ante la inminente caída de los reductos del régimen trujillista que pretendía continuar bajo el binomio Ranfis—Balaguer.
Más de seis décadas han transcurridos de ese horrendo crimen, tiempo que Víctor Martínez, no ha dejado ni un minuto pasar demandando a los gobiernos que han transcurrido el ese largo camino, que abran una investigación que revele el destino final de los restos de sus parientes.
Desde entonces, Martínez no ha descansado, ni un minuto, clamando al gobierno abrir una investigación que arroje luz sobre el destino final de sus parientes sin encontrar la respuesta de oídos receptivos.
Tras esa búsqueda le sorprendió la guerra del 24 de abril de 1965 siendo uno de los primeros civiles que se sumaron a la lucha por el respeto a la constitucionalidad y contra la oprobiosa intervención de las tropas de los Estados Unidos, que desembarcaron cuatro días después del estallido de la guerra para impedir su victoria definitiva contra la contrarrevolución representada en los soldados del Cuerpo de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA) que lideraba el coronel Elías Wessin y Wessin, un oficial entreguista al servicio de los intereses de los Estados Unidos.
Luego de concluida la guerra, Martínez emigró a los Estados Unidos estableciéndose en Providence, lugar en el que se ha destacado como un activista social defensor de la comunidad dominicana y promotor del pensamiento duartiano.
Durante su larga estancia en ese país, Martínez fundó la Fundación Los Mártires Asesinados y Desaparecidos por la Tiranía trujillista mediante la cual ha dado a conocer la triste historia vivida por sus parientes aquel 4 de junio de 1961. En esa dirección escribió un libro intitulado ´´El panteón Vacío’’ y mantiene mediante las redes sociales una permanente presencia poniendo en relieve la impunidad e indiferencia que han demostrados las autoridades del país sobre el terrible episodio ocurrido el pasado 4 de junio de 1961.
Su tiempo transcurre entre su país y EEUU sembrando obras en su barrio natal Villa Consuelo donde fundo La Escuela Básica La Milagrosa, ubicada en la calle Francisco Núñez Fabian No. 38, en la que durante 23 años se mantuvo abierta impartiéndoles gratuitamente enseñanza a los niños pobres de Villa Consuelo.
Centro educativo que se vio obligado a cerrar debido a la indiferencia del Ministerio de Educación que no obtempero a las persistentes solicitudes de designar dos maestros para responder a la creciente matricula de niños que acudían a la escuela en busca del pan de la enseñanza.
Pero, como Quijote que lucha contra los molinos de viento sin dar su brazo a torcer, Martínez decidió aprovechar el local de dos niveles donde operaba la escuelita para instalar un Centro de Salud Comunitario bajo la dirección del médico filántropo Cruz Jiminian y la asesoría de otros galenos residentes en el referido estado de Providence Rhode Islan. Los trabajos ya se han iniciado y pronto la populosa barriada de Villa Consuelo tendrá un lugar donde la población recibirá atenciones médicas primarias, gracias a Víctor Martínez y al doctor Jiminian.
Con esta nueva obra. de contenido social, Martínez, 64 años después, del triple asesinato de sus parientes, quiere honrar sus memorias y reiterar al presidente Luis Abinader que ordene una investigación que logre encontrar o aclarar el destino final de los restos de sus parientes cuyos nichos vacíos esperan por sus restos en un humilde Panteón en el Cementerio Cristo Salvador.
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