La esperanza de vida más larga y saludable con mayor confort y disfrute puede ser creada por la Inteligencia Artificial (IA). Pero la IA también tiene el potencial, y es lo que nos aterra, en la incertidumbre que ha creado en todo el globo terráqueo, de poder destruir la vida humana haciendo añicos el globo terráqueo. Se acabó en el universo la vida humana como la hemos vivido. ¡Ya!
A mí me impresiona mucho Yuval Noah Harari, el gran filósofo del siglo XXI. No quiero llamarlo judío, solo que viene de Israel, país que he admirado con gran intensidad por su cultura, por su economía, por su desarrollo que no me atrevo a llamarlo progreso porque la guerra desde la de los 100 días, hasta hoy, no los deja vivir en paz. Pero esa gran cultura israelita con tantos y tantos Premios Nobel, entre sus hombres de ciencias en muchas áreas del saber, es digna de admiración aunque para muchos también es digna de cuestionamientos. Y son hombres y mujeres de carne y hueso que rindieron honor al culto de la educación con los resultados de su aprendizaje.
Cuando fuimos a Israel (mi amiga y colega Ligia Amada Melo vino conmigo), invitada por su gobierno para conocer el sistema educativo, se me hizo difícil entender cómo la educación empezaba en el vientre de la madre, se iniciaba su implementación o se hacía realidad en el hogar y en las escuelas o centros de párvulos donde el juego tenía un sentido más allá de lo lúdico, y el conocimiento que se construía en la formalidad de la escuela desde el kibutz hasta la universidad era una norma sagrada que los hacía ser percibidos como superiores en la raza humana, de una raza humana de la que sus grandes dictadores, asesinos desquiciados, maníacos y diabólicos, no pudieron exterminarlos. Es que es una raza, una etnia, superior. Y hoy, sé que muchos los conocemos como tales, y otros los llamamos sabios.
Pero volviendo a Harari, sus libros son fascinantes. Y en NEXUS, que se conoce como “Una Breve Historia de las Redes de Información: Desde la Edad de Piedra hasta la Inteligencia Artificial”, en su prólogo nos dice:
“Hemos nombrado a nuestra especie Homo sapiens—el humano sabio.
Pero es discutible hasta qué punto hemos estado a la altura de ese nombre. Durante los últimos100.000 años. Durante años, los sapiens ciertamente hemos acumulado un enorme poder. Tan solo enumerar todos nuestros descubrimientos, inventos y conquistas llenaría volúmenes. Pero el poder no es sabiduría, y después tras 100.000 años de descubrimientos, inventos y conquistas, la humanidad se ha sumido en una crisis existencial. Estamos al borde del colapso ecológico, causado por el mal uso de nuestro propio poder. También nos dedicamos a crear nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial (IA), que tienen el potencial de escapar de nuestro control y esclavizarnos o aniquilarnos. Sin embargo, en lugar de que nuestra especie se una para afrontar estos desafíos existenciales, las tensiones internacionales aumentan, la cooperación global se dificulta, los países acumulan armas catastróficas y una nueva guerra mundial no parece imposible.
Si los Sapiens somos tan sabios ¿por qué somos tan autodestructivos?”
“¿Por qué somos tan buenos acumulando información y poder, pero mucho menos exitosos adquiriendo sabiduría?” Esa es la pregunta a la que estamos dando respuesta construyendo un texto que norme lo que debe y puede darnos el mejor de los usos de las herramientas de la IA. Y es que estamos buscando en el Congreso Nacional, la Comisión de Educación Superior del Senado, para llegar al consenso de presentar a la Cámara de Diputados, y una vez de acuerdo en el texto ideal, remitir al Poder Ejecutivo una propuesta de Ley de la Inteligencia Artificial que en su uso, su aplicación, desde sus raíces, la Ética permee a lo largo del texto lo que la humanidad pensante pide a gritos: Paz, Libertad, Desarrollo Sostenible, Producción, Bienestar y Riqueza que se distribuyan para todos…. Y que los empleos que genera y los que regenerará, sean de altísima calidad, producidos a una velocidad vertiginosa, pero que su poder de producir no compita nunca con la inteligencia natural del hombre que la hizo nacer. En las aulas de las escuelas, colegios y universidades, en los centros de formación técnico profesional, o en la práctica del autoaprendizaje, encontraremos la forma más idónea para seguir construyendo un mundo mejor sabiendo que la Educación es la clave para lograrlo.
Compartir esta nota