Unas cosas evolucionan para bien y otras involucionan para mal

Porque: “Hacer preguntas es prueba de que se piensa”.

“Cuida de no adquirir la manía de
mandar ni el gusto de ser obedecido.
Y, mucho menos,
el vicio del servilismo”.

Dentro del desarrollo, si así pudiera llamarse, de las palabras y el arte de comunicar, nos encontramos escuchando miles de cosas a las cuales se nos hace harto difícil poder descifrar su verdadero significado. Es incomprensible para una gran mayoría entender cómo, si un organismo es el encargado de proporcionar los dineros del Estado para ejecutar o pagar algún servicio, se nos diga que no existe una manera clara de cómo terminar esa relación que, de por sí, siempre ha estado plagada de silencios, misterios y extrañas relaciones, entre quienes pagan y quienes ejecutan.

Todo se va transformando, ya sea por la evolución o por su involución y las comunicaciones no escapan a este irrefutable hecho, de ahí el dicho de que polvo eres y en polvo te convertirás, sería lo mismo decir que, basura fuiste y basura serás, como una manera de simplificar lo que queremos decir. Las redes sociales generaron en un fenómeno que evolucionó hasta determinado nivel y luego, comenzó una involución cual, si fuesen saprófitos, antropófagos y hasta coprófagos que, en muchas oportunidades, todo lo que producen conlleva ese desagradable olor a heces fecales.

Pero, a pesar de existir una advertencia sibilina sobre el problema o monstruo que estaban encubando los mismos políticos, se hicieron los sordos y ciegos ante esa realidad, hoy nos dicen que siquiera pueden dejar de entregarle una buena tajada del erario como recompensa a su sucio desempeño oral. El decir que no saben cómo detener este tipo de gasto, prácticamente pareciese que fuese una burla a la inteligencia de todos aquellos que no participan ni apoyan este sucio negocio de faranduleros y “creadores” de oscuros y vergonzosos “contenidos”.

En las últimas décadas, hemos sido gobernados por tres partidos con los mismos genes; tres partidos cuasi iguales entre sí; tres partidos con los mismos padres pero, diametralmente diferentes en el pensar y accionar de quienes los engendraron y, tres partidos que, al parecer, se han quedado sin ningún tipo de ideal que no sea el vulgar clientelismo político y el provecho personal de sus miembros y allegados y, ahora, nos dicen que no pueden parar el tigueraje mediático que crearon, desarrollaron y que continúan alimentando y sosteniendo sin que a ciencia cierta, se pueda determinar la cantidad de dinero que en ellos se mal gastan, debido a que cada jefecito se encarga de alimentar sus buitres. Todo esto, a sabiendas de que una vez salgan del puesto que ocupan y desde donde sale el dinero que regalan, solo recibirán ignorancia de esos adefesios “comunicadores”.

Esto que expreso, lo hago sin ningún sentimiento de pérdida ni de ganancia, solo conforme con lo que hasta ahora he podido hacer sobre este feo asunto del clientelismo y sus argumentaciones para justificar inoperancias y, tanto es así, que, si no se produjesen esos gastos, incluyendo, por supuesto, a los más de tres millones que se sostienen del erario sin beneficio alguno para los que se sacrifican por producir beneficios, sin duda alguna, no habría que crear más impuestos.

Pero, llegará el fatídico momento de enfrentarse a la realidad con la cual hasta ahora han estado jugando los políticos cual simples espectadores, es decir, del desborde del caos que impera en los barrios, donde ellos también dejaran de ver a través del espejo del engaño panfletario, de la propaganda gris y de los falsos protagonismos, para sufrir las consecuencias de sus desvaríos protagónicos.

Pero, la cosa es más peligrosa que simplemente gastar parte del erario en estos tipos de acciones, como sería el creerse, quienes pagan, que, para ver los “lavadores”; riferos; faranduleros y otros tipos de alimañas semejantes tratando de correr por dentro, en busca de obtener el máximo poder político, quizás, el más corrupto de los poderes, falta mucho tiempo y, están equivocados, ya lo verán en las próximas elecciones, ilusos e ineptos teóricos. ¡Sí señor!