Recientemente tuve la dicha de asistir a dos actividades de esas que alimentan el deseo de seguir aportando porque tienen en común una estela inspiradora: el legado de Julio Brache Arzeno.

En la apertura de la Feria Agropecuaria Nacional, el presidente Luis Abinader dio a conocer su iniciativa para que la Ciudad Ganadera sea nombrada en honor a Brache Arzeno. Y en el Estadio Quisqueya Juan Marichal se realizó el acto inaugural del XIV Torneo de Béisbol RBI Villa Altagracia, con el auspicio de la Fundación Rica y la Major League Baseball.

En una época donde el individualismo y la búsqueda desmedida de ganancias parecen dominar el mundo empresarial, figuras como Julio Brache Arzeno emergen como faros de esperanza. Su legado no solo se mide en éxitos comerciales, sino en un compromiso inquebrantable con el desarrollo humano y social.

Su historia, sus valores y las acciones que impulsó a través del Grupo Rica y su Fundación demuestran que el verdadero progreso de una nación depende de líderes que entiendan que el éxito empresarial debe ir de la mano con la responsabilidad social.

No fue solo un empresario exitoso; fue un visionario que supo combinar el crecimiento económico con el impacto comunitario. Nacido en Moca en 1928, en el seno de una familia humilde, su vida estuvo marcada por el esfuerzo y la disciplina. Desde joven, ayudó a su padre en labores agrícolas mientras estudiaba medicina, graduándose como cirujano en 1952.

Sin embargo, su destino cambiaría cuando, junto a su esposa Elsa, inició un pequeño negocio de distribución de leche que, con los años, se convertiría en el Grupo Rica, una de las empresas más importantes del país.

Pero lo que realmente distingue a este hombre, además de su capacidad para construir un imperio empresarial, es su convicción de que el éxito debía traducirse en bienestar colectivo. En 2009, creó la Fundación Rica, una institución que ha impactado miles de vidas en áreas como educación, salud, deporte, medio ambiente y desarrollo comunitario.

Más allá de la filantropía

Muchas empresas practican la filantropía como un acto aislado. Otras lo hacen por asunto de imagen. Brache Arzeno, en cambio, entendió que la responsabilidad social debe ser parte integral del modelo de negocio. Bajo su liderazgo, el Grupo Rica no solo donó recursos, sino que creó alianzas estratégicas con organizaciones que trabajan por una mejor sociedad.

Como herencia de su legado, el Premio a la Sostenibilidad Julio Brache Arzeno reconoce cada año a instituciones sin fines de lucro en las áreas de educación, salud y medio ambiente. Este enfoque refleja una visión moderna de los negocios, donde la reputación corporativa no se construye con publicidad, sino con acciones tangibles. Como señalan diversos tratadistas, la imagen de una empresa es un activo intangible estratégico, y él lo entendió antes que muchos: un país no avanza si sus empresas solo piensan en ganancias.

¿Por qué necesitamos más líderes como Brache Arzeno?

En un mundo donde la desigualdad sigue creciendo, la estela de Brache Arzeno es una llamada a la acción. Su vida demuestra que:

  1. El éxito empresarial no está reñido con la justicia social. Las empresas pueden (y deben) ser agentes de cambio.
  2. La filantropía no es caridad, es inversión. Apoyar a quienes más lo necesitan fortalece el tejido social y, a la larga, beneficia a toda la economía. Y
  3. El liderazgo se mide por el legado, no por la riqueza acumulada.

Hoy, cuando la República Dominicana enfrenta desafíos en educación, salud y sostenibilidad ambiental, necesitamos más empresarios que sigan su ejemplo. No basta con donar; hay que involucrarse, innovar y trabajar en alianzas que generen impacto real.

Julio Brache Arzeno no habrá sido perfecto, pero su legado deja ricas lecciones de coherencia, humildad y compromiso. Mientras muchas empresas buscan maximizar utilidades a cualquier costo, él demostró que el éxito duradero se construye sirviendo a los demás.

Su legado debe ser un referente para las nuevas generaciones de empresarios y líderes. Porque, al final, el verdadero progreso de un país no se mide solo en cifras macroeconómicas, sino en cuántas vidas han sido tocadas y mejoradas. Ojalá que su ejemplo inspire a muchos para seguir su estela.

Néstor Estévez

Comunicador

Agrega valor desde la comunicación como maestro de ceremonias, consultor, voz orientadora en diversos formatos, capacitando en habilidades comunicacionales y como animador sociocultural. Cuenta con dos licenciaturas (Comunicación y Educación), dos maestrías (Diplomacia y Derecho Internacional, y Dirección y Gestión Pública Local, con énfasis en Proyectos de Desarrollo Local), así como con formación en otras áreas del saber.

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