Le dije que no podía comprarme “La composición social dominicana” y me respondió que pasara por su casa, en la segunda planta de la mítica César Nicolás Penson núm. 60. Me recibió con mucha cordialidad y comenzó a preguntarme cosas de mi vida, ¡yo, que apenas tenía 16 años y andaba en pantalones cortos! Cuando leí su dedicatoria de la obra me llenó un sentimiento que hasta el día de hoy no me deja: el de estarle agradeciendo su bondad, sus enseñanzas, su humanidad.

Cuando estás pasando por los infiernos de la marginalidad, la pobreza, la orfandad y una madre que se pone los pantalones y tú muchas veces sufriendo con ella, hay palabras que te levantan. Como no tenía dinero para comprar libros, entonces me le tiraba a los escritores para tenerlos y leerlos. Así fui armando desde temprano no sólo una biblioteca, sino conocidos y hasta tíos adoptivos que a veces hasta me invitaban a un café y rocambolescas conversaciones, porque, ¿qué podía decir yo entonces? (Ahora diría muchísimo menos…).

Pasó un viernes en la mañana, el 1 de julio de 1977. Le pedí permiso a la directora del Liceo Estados Unidos, doña Sofía Acevedo de Tapia, para darme un brinco en el recreo e ir a “buscar un libro”.

Uno de los temas por los que me preguntó don Juan era sobre mis creencias políticas. Le dije que había sido evangélico, pero que entonces militaba en el Partido Socialista Popular. Y sí, era la época de “La está pariendo un corazón”, entre otras canciones.

La dedicatoria de don Juan me dejó electrizado, y aún hoy siento que hay muchísimas cosas por hacer, por hacer bien y buenas, con todas y todos.

"A Miguel Mena, con los augurios de que será un luchador en las batallas de la libertad de los pueblos explotados y un saludo de su amigo Juan Bosch. Santo Domingo, 1 de julio de 1977”. Esa fue la dedicatoria. Claro que el saco me quedó muy grande, pero al menos esas palabras me han motivado para seguir buscando el abrazo de mis amistades.

Al poco tiempo de esa mañana, comencé a trabajar y a comprarme mis propios libros. Nunca más volví a la Penson núm. 60. Removiendo mis libros me topo con esta joya. Y con estas líneas, le sigo agradeciendo a don Juan Bosch por su bondad y ese saber motivar por el camino del conocimiento y de las luchas. Que sí: que la lucha continúa, camaradas.

Miguel D. Mena

Urbanista

Editor, docente universitario y urbanista

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