En reiteradas ocasiones he dicho en mis artículos que estoy a cargo del Centro de Atención a Sobrevivientes de Violencia que es una dependencia de la Procuraduría General de la República para dar respuesta a una problemática tan importante como es la violencia contra las mujeres, cuyas estadísticas son alarmantes y en el que de alguna manera todos y todas participamos y tenemos responsabilidad.
También he comentado que el local donde funciona este espacio está en la Ciudad Colonial, que desde aproximadamente hace dos años esta “intervenida” para mejorarla y hacerla mas hermosa sobre todo para el turismo, que es nuestra principal fuente de divisas y generación de empleos. Entiendo que es importante que los turistas que nos visitan disfruten de una Ciudad Colonial linda y lo más parecida a la estructura antigua de la época colonial, pero en la Ciudad Colonial también viven y trabajan ciudadanas y ciudadanos dominicanos.
En nuestro caso servidoras públicas que cada día tenemos que trasladarnos a la Ciudad Colonial, parquear nuetros vehículos y hacer una jornada laboral completa. Esto que es algo cotidiano, simple y obligatorio se ha convertido en una odisea que cada día tenemos que enfrentar sin la seguridad de que en cualquier momento y sin previo aviso se cierre una calle, se interrumpa el paso o lleguen 6 u 8 grúas a recoger los carros y llevárselos.
El personal que labora debe llegar prácticamente de madrugada o tener que caminar 5 o 6 cuadras mínimo bajo el candente sol para poder encontrar un espacio dónde parquear bajo el riesgo de que al llegar no encuentres los retrovisores, los tapa bocinas y otros accesorios del vehículo. En estos años de trabajo al personal del Centro le han roto cristales, se han sustraído laptop, luces, insignias de las marcas del vehículo y otros artículos en medio de la jornada laboral.
En los últimos meses hemos visto en redes sociales y en los noticieros cómo los vecinos y dueños de negocios en la Zona Colonial levantan sus voces pues la situación para quienes viven y trabajan aquí es insostenible. Entre la dificultad de parqueo, los bolardos y la lentitud de los trabajos, se nos va la vida. En mi caso, tengo que salir de la casa antes de las 6.30 de la mañana para poder estar antes de las 7 y lograr encontrar un parqueo en los alrededores del Centro. Pese a esto hace unos días, luego de parquear el vehículo en el mismo lugar por meses, de repente aparecieron 8 grúas llevándose esa misma cantidad de vehículos estacionados en la calle Mercedes entre Meriño y Hostos, esto sin previo aviso, sin señalización en la calle o en la acera. Se llevaron mi vehículo y el de una de las secretarias del Centro; los de 5 empleadas de Monte de Piedad y 1 del Centro de Inventario de Bienes Culturales del Ministerio de Cultura, es decir, todo personal de instituciones del estado.
La agente de DIGEST a cargo del operativo desplegó todo su autoritarismo, no dio explicaciones y cuando intenté preguntarle las razones dijo que no hablaría conmigo pues “usted y yo no somos iguales”. Frente a esta violencia y abuso de poder solo hay que hacer silencio, sentir el nudo en la garganta, acatar las órdenes y usar los medios que tenemos a nuestro alcance para levantar la voz, por eso decidí escribir.
De inmediato salimos la secretaria y yo a buscar los vehículos al Centro de Retención Vehicular 27 de febrero. Allí encontramos un almacén de vehículos que luego de vivir el proceso entendimos porqué seguían allí. Esperamos en una carpa pequeña bajo el ardiente sol y el polvo que generan las grúas al entrar y salir, esto junto a un grupo de personas en las mimas condiciones, custodiados por dos agentes femeninas de la DIGESET que al parecer les son reportados las marcas de los carros montados en las grúas, pues al llegar revisan si está allí tu carro en una deteriorada lista hecha a mano. Te indican que debes quedarse ahí y no puedes ir a tu vehículo hasta que no se te de la orden para buscar la documentación. La sensación que tuvimos es como si fuéramos delincuentes y no personas comunes y corrientes que trabajan, que han cometido un error y deben asumir las consecuencias.
Luego, en algún orden que solo ellos entienden te mandan a pasar a un estrecho furgón lleno de empleados y personas haciendo el proceso. Debes presentar cédula, licencia de conducir y seguro para pasar al pago de $5,000.00 pesos que deben transferirse a dos cuentas distintas en el Banco de Reservas. Las personas que no tienen facilidades digitales deberán caminar hasta una sucursal del Banco casi llegando a la Winston Churchill para hacer el deposito presencial. Las privilegiadas como nosotras logramos solicitar a familiares que nos transfirieran a las cuentas del banco del estado para poder hacer el trámite. Se requiere transferir en una cuenta $1,000.00 pesos, que es el costo de la multa y a otra cuenta del Fideicomiso ParkeateRD $4,000.00.
Para finalizar el proceso te mandan a buscar el carro y colocarlo frente a la pequeña carpa para hacerte una foto posando delante de tu vehículo, con el expediente en la mano. La sensación vuelve a ser que cometiste un delito y te ficharon por ello.
Al otro día al pasar por la misma calle de donde nuestros vehículos fueron sacados a la fuerza, estaban parqueadas como 10 camionetas blancas, todas de la misma marca y ahí entendimos que el operativo estaba guiado por interese particulares. La impotencia que se siente frente a la violencia de obligarte a pagar porque alguien necesita el espacio que estamos ocupando para ir a trabajar, es indescriptible. Desde ese día y hasta la realización de este artículo se han seguido parqueando vehículos en esa misma calle y tuvo efecto la acción de abuso, ya que por miedo a que se repita, ninguna de nosotras ha vuelto a parquear en ese lugar.
El transito es un problema grave que tenemos en el país y que solo con educación; señalización de las calles; consecuencias no abusivas en las que pagues una multa por la infracción, pero que no te secuestren el vehículo y una oferta de transporte publico de calidad, podría comenzar a mejorar.
Con este formato autoritario, abusivo y caprichoso solo se va a generar más violencia de la que ya vivimos las y los ciudadanos. Se producirán tragedias y más muertes de las que ya provocan los accidentes de tránsito y se continuará deteriorando la salud mental de las personas que salimos cada día a afrontar la cotidiana rutina de existir.
4/octubre/2025
Compartir esta nota