Aproximadamente 27,000 estudiantes de escuelas públicas quedaron sin poder ir a clases en Bonao, a pesar de esta semana haberse iniciado el año escolar debido a un paro de labores convocado por la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) de esa ciudad. El paro buscaba apoyar al presidente de la ADP en esa región quien enfrenta una demanda por difamación e injuria interpuesta por un empleado del Ministerio de Educación. Los maestros, en vez de ir a dar clases en las aulas, se concentraron en la fiscalía de Bonao para dar apoyo moral al presidente de la ADP. Por supuesto, cobrarán por clases no impartidas, a diferencia de otros oficios donde solo se cobra si ese día se trabaja.

Si alguien me preguntase cuál es el principal obstáculo que tiene nuestra economía para seguir adelante, a pesar del fuerte crecimiento con estabilidad y los sustanciales recientes cambios estructurales, diría que definitivamente ese obstáculo es el bajo nivel de educación a nivel primario y secundario en nuestro país. Lo mismo ocurrió en México durante los largos años en que gobernó el PRI y donde los sindicatos de profesores estaban alineados con ese partido, a diferencia del caso dominicano donde se presume que la ADP la controla un partido de oposición. La mayoría de los maestros dominicanos no tienen la vocación adecuada para enseñar, a diferencia de la época de Salomé Ureña y sus alumnas.

Algunos han sugerido que traigamos profesores de España, Venezuela y hasta de Cuba, como forma de romper el monopolio del sindicato. Otros sugieren que la proporción de escuelas privadas y religiosas aumente sustancialmente con relación a las escuelas públicas. Los egresados del Instituto Tecnológico Loyola en San Cristóbal, regenteado por jesuitas, y los del instituto de los salesianos en la capital consiguen empleo de inmediato como mecánicos y electricistas. Lo mismo ocurre con el Instituto Superior de Agricultura (ISA) de Santiago, que ahora tiene una extensión en Bohechío.

Juan Bosch en su malogrado gobierno hizo muy bien en traer desde España los equipos necesarios para crear las escuelas formación acelerada, pero estos desaparecieron después del golpe de Estado. En contraste, los médicos y abogados egresados de nuestra universidad estatal tienen dificultad en conseguir empleos, en contraste con los de INTEC donde sus ingenieros están en gran demanda.

Partidos actualmente en la oposición promovieron la idea de gastar un 4% del PIB en educación, pero esos recursos se orientaron esencialmente a construir escuelas y no a mejorar la calidad de los maestros. En 1947, dos años después de terminada la Segunda Guerra Mundial, se creó el Banco Mundial cuyo propósito era y es ayudar a los países pobres. El primer préstamo que se concedió fue a la India, por su tamaño y, también, por su nivel de pobreza, ofreciendo un préstamo en condiciones muy blandas para construir escuelas en ese país. Jawaharlal Nehru, el primer ministro de entonces, hombre muy sagaz, llevó a los funcionarios del Banco Mundial a la terraza del palacio y le mostró los patios, al tiempo que les decía que en la India había miles y miles de frondosos árboles de mango, bajo cuyas sombras los niños podrían estudiar, pero lo que realmente faltaba eran profesores y por eso se reorientó el crédito para ese propósito.

¿Qué hacer nosotros? ¿Estimular la creación de escuelas religiosas y privadas de primaria y secundaria? ¿Debilitar el sindicato? Eso tal vez se podría iniciar estableciendo un sistema bajo el cual a los maestros solo se les pague por horas de clase realmente impartidas. Así veríamos como sus huelgas y mítines tendrían lugar tan solo los fines de semana.

Pero lo que recientemente ha hecho el gobierno es otorgar a la ADP, a través del Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (INDOTEL) unas 1,444 becas para entrenar a maestros en capacidad digital. Se supone que esos profesores ya trabajan en el INDOTEL. El sindicato sale así más fortalecido.

Bernardo Vega

Historiador, economista

Economista, historiador, autor de decenas de libros. Impenitente columnista, fue gobernador del Banco Central y embajador ante la Casa Blanca. Ex director del periódico "El Caribe" y de la revista "La Lupa Sin Trabas". Actualmente es presidente de la Academia Dominicana de la Historia.

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