En Piazza Navona, la madera caribeña y el mármol berniniano se encuentran en un intercambio que trasciende siglos, un diálogo entre lo insular y lo barroco. En ese instante, trescientos años parecen evaporarse; Piazza se transforma en un espacio suspendido donde lo ancestral y lo monumental se reconocen. La madera cuenta historias de ancestros taínos y africanos, de tradición y mestizajes, mientras el mármol, con su peso intemporal, refleja esa memoria en formas y corrientes de agua. Observando, me senté con Rita Cerciello, curadora oficial del universo escultórico de Juan Trinidad en Italia y experta en arte contemporáneo y curaduría internacional, y en su voz percibí la intimidad de ese lenguaje. “Como curadora del trabajo del maestro Trinidad, conozco bien la intensidad silenciosa que habita sus piezas”, dijo, revelando lo que solo se comprende desde la cercanía. “Un encuentro que no se busca, simplemente ocurre… Dos figuras artísticas, tan distintas en materia y tiempo, podían reflejarse silenciosamente, como si la madera escuchara el rumor del fontanal, y el mármol, desde su eternidad barroca, devolviera una mirada hacia el interior.”

En esa luz que acariciaba la superficie del tronco se funde lo tangible y lo intangible: el artista dominicano ocupa ese espacio, reivindica sus raíces, pero no conoce fronteras; cada fibra de su caoba centenaria vibra en una atemporalidad magistral.  A nuestro lado, Lucrecia Vega Gramunt, profesora universitaria con PhD, crítica de arte y especialista en cooperación cultural y curaduría internacional, observaba con intensidad: “La propuesta escultórica del artista se presenta como un palimpsesto simbólico en el que se entrelazan raíces ancestrales, memoria colectiva y pulsiones inconscientes”, dijo, leyendo en la materia la crónica de toda una nación. Sus palabras caían frescas como el agua de la magnum opus berniniana: “A través de sus piezas, Trinidad plasma un lenguaje que narra la identidad y el alma de su país, más allá de la figuración; un pasado ancestral hecho de mitos y tradiciones se transforma en presente.” Y, al señalar los rostros divididos y geométricos, añadió: “La dualidad cultural —taína, europea, africana— se revela con fuerza, tensando la historia y, simultáneamente, armonizándola.”

El diálogo entre Juan Trinidad y Gian Lorenzo Bernini es un intercambio de tiempos, memorias y presencias. La madera del escultor escucha, percibe la gravedad del dramatismo barroco de la roca metamórfica y responde con una narración que va más allá de la forma. “Esa presencia se convierte en un puente sensible entre un presente vivo y una mirada antigua que llega desde la Fontana dei Quattro Fiumi, cargada de memoria, gesto y permanencia”, reafirma Rita Cerciello, mientras Lucrecia asentía, completando el sentido: “La propuesta del escultor condensa la complejidad de la identidad dominicana, exponiendo tanto su relación con la naturaleza como las capas culturales que la conforman.”

Juan Trinidad, creador de un bosque simbólico y mediador de mundos, un cronista de lo invisible que convierte la madera en relato vivo. Ahora, sus tótems se erigen como gigantes caribeños y extraordinarios en la Sala Dalí de Piazza Navona; bajo el rumor del agua y la calidez de la figura se percibe un hecho artístico sin precedentes: la escultura puede hablar, y habla. Trinidad nos invita a escuchar, a vibrar con un areíto de formas únicas. Ha cambiado la narrativa de lo posible, ha hecho historia, con la fuerza tranquila de la rememoración, la identidad y la belleza, que no conoce confines ni cronologías.

Joaquín Fernando Taveras Pérez

Diplomático

El autor es diplomático, comunicador, mediador lingüístico, egresado de la Universidad de Palermo en Buenos Aires, Argentina, maestría en mediación intercultural en el campo diplomático, en el Instituto CIELS de Milán, Italia. Ha realizado cursos de literatura en el Cambridge Education Group, actualmente trabaja para el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Dominicana, ejerciendo las funciones de Consejero, encargado de cooperación académica y cultural en la Embajada dominicana en Roma. Creador del Ciclo de Literatura Dominicana en Italia, en el Instituto Cervantes de Milán. Ha elaborado y coordinado acuerdos de cooperación ministerial, cultural, técnico y científico. Ha publicado en varias revistas, como la neerlandesa “Diplomat Magazine”, creador de las guías de gestión y comunicación para la Universidad de Palermo, guía para gerencia y dirección de la comunicación publicitaria en televisión, para el canal Teleantillas, donde fue director de promociones durante dos años.

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