En el artículo anterior afirmamos que la desigualdad no depende únicamente de la estructura orgánica del proceso de producción, crecimiento económico de largo plazo y de las formas en como se distribuye la riqueza que se crea, sino que además, provienen de las propias raíces del modelo histórico de desarrollo económico y social, de las fallas institucionales, históricas y productivas, del sistema tributario, y entre otros de factores culturales, de creencias y patrones sociopolíticos que actúan como mecanismos estructurales de reproducción de la desigualdad.
Para vincular el desempeño económico con los indicadores de desigualdad, nos ampararemos de datos relevantes, debido a que reflejan situaciones profundas que perduran en el tiempo y no cambian de la noche a la mañana, por lo que se requieren transformaciones estructurales sociales, económicas, institucionales, políticas y culturales. Estos indicadores son el índice de Gini, la Curva de Lorenz, el ïndice de Palma, el Coeficiente de Thell y el ïndice AROPE.
Utilizaremos el índice de Gini por su consistencia y popularidad. Este indicador se mueve en una escala de 0 a 1. Cero es la igualdad perfecta y 1 es desigualdad perfecta. Si el índice se ubica entre 0.30 a 0.40 es porque ese país tiene desigualdad baja o moderada, si está entre 0.40 a 0.50 la desigualdad es alta y mayor de 0.50 la desigualdad es muy alta.
Según el Banco Mundial y la CEPAL en la década del 1990, la República Dominicana tenía un Índice de Gini de 0.47 – 0.50, cuyo calificativo es de alta desigualdad y para el 2000 se pasó a una muy alta desigualdad al ubicarse en 0.51 – 0.52. Ya para el año de la pandemia el índice bajó a 0.40 – 0.41.
El cuadro siguiente revela una trayectoria económica y social compleja para país entre 2015 y 2024, marcada por un crecimiento económico sostenido, una mejora gradual en los indicadores sociales y un fuerte impacto de la pandemia en 2020, excepto del índice de Gini producto de las políticas públicas de apoyo para a la población más vulnerable.
| Tasa de crecimiento del PIB real , desempleo, pobreza e índice de Gini para RD (2015–2024)RD | |||||
| Años | Crec. PIB real | Tasa de desempleo | Pobreza Total | Tasa de pobreza Extrema | ïndice de Gini |
| 2015 | 7.0 | 6.8 | 28.9 | 10.2 | 45.2 |
| 2016 | 6.6 | 7.1 | 28.2 | 9.8 | 45.7 |
| 2017 | 4.7 | 6.9 | 25.5 | 8.7 | 42.2 |
| 2018 | 7.0 | 6.2 | 23.9 | 7.5 | 43.7 |
| 2019 | 5.1 | 5.9 | 21.0 | 6.3 | 41.9 |
| 2020 | -6.7 | 8.0 | 32.3 | 12.5 | 39.6 |
| 2021 | 12.3 | 7.1 | 30.6 | 11.0 | 38.5 |
| 2022 | 4.9 | 6.4 | 26.0 | 7.8 | 37.0 |
| 2023 | 2.2 | 6.2 | 23.0 | 4.6 | 38.4 |
| 2024 | 5.0 | 6.0 | 19.0 | 2.4 | 38.0 |
| Fuente: CEPAL, Trading Economics, ONE, MEPyD | |||||
El gráfico muestra una clara interdependencia entre el crecimiento económico y los indicadores sociales en República Dominicana durante el periodo 2015–2024. Se observa que los años de mayor expansión del PIB real (como 2015, 2018 y especialmente 2021) coinciden con reducciones en la pobreza total, la pobreza extrema y el índice de Gini. En contraste, la contracción económica del año 2020 provocó un aumento simultáneo en el desempleo, pero como un menor índice de desigualdad tal y como está escrito en el párrafo anterior.
Con relación al año 2021 es importante aclarar que el crecimiento de 12.3 % registrado en 2021 debe calificarse principalmente como un efecto rebote derivado del desplome económico de 2020 (-6.7 %) por la pandemia: al reabrirse la actividad, normalizarse el turismo, el comercio y mantenerse ciertos estímulos, la economía salta desde una base muy baja. Si se observa el período 2019–2021 en conjunto, el crecimiento promedio anual ronda apenas 2.4 %, muy por debajo del ritmo sostenido de 2015–2019, lo que evidencia que no se trata de un cambio estructural, sino de un repunte excepcional seguido por una moderación a 4.9 % en 2022 y 2.2 % en 2023. En síntesis, 2021 refleja una mezcla de recuperación real y rebote estadístico, pero el dinamismo de fondo de la economía es más moderado de lo que sugiere esa cifra aislada.
Para 2024, la pobreza total se reduce a 19.0% y la extrema a 2.4%, mientras el índice de Gini se estabiliza en 38.0, consolidando una década de avances en equidad distributiva. No obstante, el desempleo se mantiene en torno al 6.0%, lo que sugiere persistencia de informalidad y desafíos en la calidad del empleo. En conjunto, el cuadro evidencia que el crecimiento económico ha sido un motor clave para la reducción de la pobreza y la desigualdad, aunque con limitaciones estructurales que requieren políticas más integrales en materia de empleo, protección social y productividad.
En 2024 se observa que la pobreza urbana bajó a 16.3%, mientras que en las zonas rurales se ubicó en 22.1% y que al mismo tiempo las mujeres continúan registrando mayor incidencia de pobreza (18.2%) que los hombres (16.2%), ampliándose la brecha de género en los últimos años a pesar de que ambos grupos experimentaron mejoras
La pobreza multidimensional es otro indicador importante que es necesario comentar. Este indicador incluye además de la pobreza monetaria, la salud, educación y acceso a servicios. En 2010 alrededor del 32% de la población era considerada como la masa de pobreza multidimensional. En 2022 esta tasa bajó al 13%, evidenciando una diferencia de 19 puntos porcentuales en 12 años. Entre las dimensiones con mayores logros destaca la ampliación del acceso a la educación, la reducción en la carencia de servicios básicos y la mejora en indicadores de vivienda.
Finalmente, respecto al género, el informe del PNUD reporta que en República Dominicana el 21.5% de las mujeres se encuentra en situación de pobreza multidimensional, valor inferior al promedio regional (27.4%), aunque persisten desafíos en acceso a servicios, tecnologías y empleo decente.
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