En un mundo que se fragmenta bajo la patología operativa del conflicto, es menester seguir de cerca quienes mueven mejor sus piezas. La geopolítica mediante nuevas técnicas, aplica de forma agresiva su intento por gobernar el mundo, pero enfoquémonos en estos dos grandes bloques: el G7 y los BRICS. Ambos surgieron de contextos históricos distintos, con motivaciones diferentes y visiones antagonistas sobre la gobernanza global. Entonces, vale la pena preguntarse: ¿Estamos frente a un nuevo ciclo de cooperación equitativa o ante el reordenamiento de poderes que buscan imponer su verdad como única realidad posible?

I. ¿Cómo nacieron estos dos mundos?

El G7 nació en 1975, en la pequeña localidad francesa de Rambouillet, cuando seis países industrializados (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania Occidental, Italia y Japón) decidieron coordinar respuestas ante la crisis del petróleo y la recesión global. Un año después, Canadá se sumó, consolidando el grupo como símbolo del capitalismo liberal y de la hegemonía occidental en la economía mundial.

Por su parte, los BRICS surgieron en la era contemporánea, el término fue acuñado en 2001 por Goldman Sachs, pero se materializaron políticamente en 2009, con Sudáfrica incorporada en 2010. Su objetivo era claro: representar las voces de economías emergentes, buscar un orden multipolar y contrarrestar el dominio financiero y político de Occidente.

II. Control de las riquezas: La dos realidades

El G7, si bien aún mantiene un peso considerable en el PIB global (alrededor del 30%), ha visto su influencia menguar frente al ascenso de los BRICS, que en la paridad de poder adquisitivo (PPA), ya superan el 45% de la economía mundial y reúnen más del 40% de la población del planeta. Mientras el G7 posee la fuerza de sus instituciones financieras y tecnológicas, los BRICS concentran sus recursos naturales: petróleo en Rusia, Arabia Saudita e Irán; agroindustria en Brasil; y minerales estratégicos en África.

III. Modelos y visión de futuro

El G7 promueve un modelo de capitalismo liberal avanzado, con fuerte institucionalidad financiera y marcos regulatorios internacionales. Sus países han sido precursores en el debate sobre cambio climático, aunque no están exentos de contradicciones: Estados Unidos volvió abandonar el Acuerdo de París, lo hizo en 2017, se reincorporaron bajo la presidencia de Biden y volvió a salir en 2025, Canadá por su lado, continúa expandiendo su explotación de arenas bituminosas, altamente contaminantes.

En contraste, los BRICS proponen un modelo multipolar, con economía mixta y fuerte intervención estatal, especialmente en China y Rusia. Abogan por responsabilidades diferenciadas en materia climática, exigiendo a los países desarrollados compensaciones por su deuda histórica de contaminación, mientras expanden su infraestructura energética y extractiva para sostener su crecimiento.

IV. ¿Inclusión y justicia o intereses disfrazados?

Ambos bloques enarbolan discursos de justicia y equidad, pero cada uno tiene sus grietas:

  • El G7 habla de inclusión, pero las críticas a su modelo revelan altos niveles de desigualdad global y una tendencia a imponer sus sistemas como universales.
  • Los BRICS defienden un orden más representativo, pero enfrentan desigualdades internas extremas, regímenes autoritarios y corrupción sistémica que cuestionan la legitimidad de su discurso inclusivo.
  1. ¿Hacia dónde vamos?

El futuro nos sitúa ante dos posibles caminos:

  • Cooperación real y equitativa, donde G7 y BRICS se sienten en la mesa de diálogo como iguales, no para negociar intereses individuales disfrazados de bien común, sino para garantizar un planeta donde la dignidad humana y la sostenibilidad no sean negociables.
  • Un reacomodo de poderes, donde simplemente cambien los actores dominantes, pero se mantenga el mismo modelo de imposición, donde quien tenga más riqueza, armas o influencia decida el destino de los demás.
  1. Conciencia global y respeto a la determinación de los pueblos

Recientemente el viceprimer ministro del Consejo de Estado de la República Popular China, Ding Xuexiang, declaró que China seguirá promoviendo una política de apertura, reforzando la cooperación económica con los países en desarrollo.

Sus declaraciones fueron claras: "Las civilizaciones del mundo deben desarrollarse a través del enriquecimiento mutuo, sobre la base de la igualdad, el diálogo y el respeto a la diversidad. Cada pueblo tiene derecho a elegir su propio camino y a realizar sus propios valores".

La historia está por escribirse ¡Alerta! esperemos una conciencia que avance hacia el verdadero poder de liderar con justicia, inclusión, respeto, que le digamos adiós a las imposiciones. Quizás, el futuro no dependa tanto del G7 o los BRICS, sino de nuestra capacidad colectiva para exigir un mundo gobernado no por quienes se sienten superiores, sino por quienes se traten como iguales.

José Rafael Vargas C. (hijo)

Tecnología

Formado enel Instituto Tecnológico Las Américas (ITLA), Culminó la carrera de Publicidad en la Universidad APEC. Post Grado en Comunicación Corporativa la Universidad de Barcelona. Desde el 2004 trabaja en el Banco Central.

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