La Teoría del Estado ha sido objeto de un intenso desarrollo doctrinal entre finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, gracias a las aportaciones de figuras como Georg Jellinek, Hermann Heller y Hans Kelsen. Cada uno, desde su contexto intelectual y político, ofreció una visión particular sobre la naturaleza del Estado, su estructura y fundamentos. Mientras Jellinek buscó una síntesis entre lo jurídico y lo sociológico, Heller enfatizó el carácter dinámico y conflictivo del Estado como unidad de acción política, y Kelsen, con su normativismo, lo identificó estrictamente con el Derecho. Analizar sus propuestas de manera conjunta permite comprender la tensión permanente entre norma y realidad, estabilidad e historicidad, poder y legitimidad.
Georg Jellinek (1851-1911) es considerado uno de los padres fundadores de la Teoría General del Estado. En su obra “Allgemeine Staatslehre” (1900), traducida como “Teoría General del Estado”, definió al Estado como la unión de tres elementos: territorio, pueblo y poder. Según Jellinek, “el Estado no es una simple organización jurídica, sino una forma de vida social organizada jurídicamente”. Con ello introdujo un enfoque dualista que integraba tanto el aspecto normativo como el aspecto sociológico. Su planteamiento superó la visión puramente legalista, al sostener que el Estado, para ser legítimo, debía reconocerse también como un hecho social que encuentra arraigo en la comunidad.
Hermann Heller (1891-1933), profundamente influido por el contexto de crisis de la República de Weimar, elaboró una concepción del Estado más cercana a la sociología política. En su obra “Teoría del Estado” (1934), señaló que el Estado debe ser entendido como una “unidad política de acción”, cuya esencia reside en la integración dinámica de una sociedad marcada por conflictos y antagonismos. A diferencia del normativismo puro, Heller afirmó que el Estado es inseparable de la realidad social, cultural y económica en que se desarrolla. Según Heller, “un Estado sin sociedad es una ficción, y un Derecho sin política es una ilusión”. Con esta visión, subrayó la importancia de la legitimidad democrática y la justicia social como condiciones indispensables para la estabilidad estatal.
La Teoría del Estado según Jellinek, Heller y Kelsen constituye un trípode intelectual que articula norma, sociedad y política. Sus concepciones, aunque diferentes
Hans Kelsen (1881-1973), en cambio, llevó a cabo una ruptura metodológica al identificar plenamente al Estado con el Derecho. En su “Reine Rechtslehre” (1934), traducida como “Teoría pura del derecho”, afirmó que “el Estado no es otra cosa que el orden jurídico nacional”. Su concepción normativista radical descansaba en la noción de una Grundnorm o norma fundamental que confiere validez al conjunto del sistema jurídico. Para Kelsen, los factores sociológicos o políticos eran irrelevantes para la definición científica del Estado, pues la ciencia jurídica debía permanecer autónoma de toda consideración ideológica. Aunque criticada por su excesivo formalismo, su propuesta contribuyó a consolidar un método analítico riguroso en la Teoría del Estado.
El contraste entre estas tres concepciones resulta particularmente revelador. Jellinek reconoce al Estado como fenómeno jurídico y social; Heller lo concibe como una realidad dinámica atravesada por conflictos sociales y políticos; y Kelsen lo reduce al ámbito normativo, excluyendo todo elemento externo al Derecho. La tensión entre sociologismo, realismo político y normativismo constituye un eje fundamental para entender la pluralidad de enfoques en la teoría contemporánea. Mientras Jellinek aporta equilibrio, Heller aporta historicidad y crítica social, y Kelsen ofrece la coherencia metodológica de una ciencia jurídica autónoma.
La vigencia de estas teorías es incuestionable. En un mundo donde el Estado enfrenta desafíos derivados de la globalización, la crisis de legitimidad democrática y la presión de actores no estatales, el enfoque de Heller resulta actual al subrayar la importancia de los factores sociales y políticos. A su vez, la claridad metodológica de Kelsen sigue siendo fundamental para sostener la unidad y validez del ordenamiento jurídico, en tanto que la síntesis de Jellinek continúa ofreciendo un marco equilibrado para comprender la naturaleza dual del Estado. En suma, estos tres pensadores, desde perspectivas distintas, han dejado un legado complementario que permite abordar el estudio del Estado de manera integral.
En conclusión, la Teoría del Estado según Jellinek, Heller y Kelsen constituye un trípode intelectual que articula norma, sociedad y política. Sus concepciones, aunque diferentes, no se excluyen, sino que se complementan al ofrecer dimensiones diversas de un mismo fenómeno. Comprender sus aportaciones es indispensable para analizar los problemas contemporáneos del Estado, desde la crisis de legitimidad hasta los retos de la globalización, y para proyectar soluciones que garanticen la justicia, el orden y la cohesión social en el siglo XXI.
Compartir esta nota