En el ámbito de certificaciones voluntarias, los sistemas WELL, BREEAM y LEED incorporan criterios rigurosos de salud y bienestar. WELL se centra en la salud física y mental de los usuarios. BREEAM incluye la categoría “Salud y Bienestar”, con créditos para calidad del aire, confort térmico, iluminación y ergonomía. LEED también califica la eficacia de sistemas sostenibles, incluyendo parámetros de eficiencia energética, calidad interior y confort del usuario.
En la práctica, el marco normativo español (Código Técnico de Edificación CTE/Reglamento de Instalaciones Térmicas, RITE) es prescriptivo en flujos, aislamientos y criterios de inspección periódica, mientras que ISO (International Organization for Standardization ) y OMS (Organización Mundial de la Salud), proveen referencias de mejores prácticas y umbrales de salud pública.
Las certificaciones voluntarias exigen estándares aún más estrictos y medibles. Hay convergencia de objetivos: tanto la normativa obligatoria como las etiquetas verdes buscan ambientes saludables y eficiencia energética.
Proyecciones hasta 2030: Las políticas europeas y nacionales apuntan a acelerar la renovación sostenible de edificios. Se espera que las futuras revisiones del CTE/HE y RITE incrementen las exigencias. Las certificaciones evolucionarán en paralelo. Es previsible que se incorporen directrices sobre contaminantes emergentes.
Implicaciones en el diseño arquitectónico: Esta evolución exigirá materiales bajos en emisiones, fachadas bioclimáticas que combinen aislamiento con captación solar, y sistemas HVAC (Heating, Ventilation, and Air Conditioning ) con recuperación de calor total. Se priorizarán controles automáticos y conexión con el exterior. Los proyectos incorporarán gemelos digitales y BIM para simular confort antes de construir.
Estrategias de mantenimiento: El mantenimiento pasará de correctivo a predictivo mediante sensores e IoT (Internet of Things). Se impondrán protocolos digitales de inspección. El RITE contempla inspecciones periódicas; en el futuro se añadirían revisiones de calidad del aire interior.
Política pública y fiscalidad: Se prevé endurecimiento de límites de emisiones interiores. Se anticipan incentivos fiscales y subvenciones enfocadas a rehabilitación integral. Las políticas contra la pobreza energética se traducirán en ayudas para mejorar envolventes térmicas.
En conclusión, la valorización integral de la salud, confort y calidad del aire en la edificación –desde la fase de diseño hasta la operación– es ya exigencia normativa y de certificación.
Hacia 2030, los estándares serán más estrictos y precisos, demandando soluciones bioclimáticas avanzadas, sistemas inteligentes y políticas públicas que promuevan la construcción saludable.
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