Y así llegamos a diciembre, último mes del año, en el cual celebramos la llegada de quien da sentido a nuestra fe, la razón de nuestro creer: Jesús, el hijo de José y María, el Hijo de Dios que ha venido al mundo para nuestra salvación, para ser esperanza en un mundo de tanta violencia y guerra, donde con urgencia necesitamos paz.
En diciembre desarrollamos prácticamente todo el adviento para prepararnos a la Navidad, en la que renace la esperanza de que aquello por lo cual, en el año que termina, no hemos logrado realizar, tras la celebración del nacimiento de Jesús, hay esperanza de poder hacer aquello que, por la razón que fuese, no pudimos efectuar, pues eso encarna el Cristo que nace: nuevas oportunidades de vida para el mundo entero, para malos y buenos, un nuevo chance de hacer vida de acercamiento a Dios, de provocar nueva experiencia de encuentro con él, y ser capaces, ¿por qué no?, de un nuevo nacimiento personal y espiritual en el suyo.
Evangelizar es llevar a Jesús a los ambientes y lugares paganizados de ayer y de hoy; no podemos permitir que aquello que se logró a precio de sangre, tan fácilmente los cristianos de hoy lo descuiden y se asocien como ingenuos corderitos a la mentalidad mundana-consumista que se hace presente, tristemente, en estos tiempos
La vida del creyente es fuerte hoy día y de cruz, pero también hay momentos y tiempo de gozo y celebración, y eso vamos a hacer en este mes: celebrar un cumpleaños: el de Jesús, y como familia todos debemos juntarnos alrededor de él y hacer fiesta, no como pretende la mentalidad consumista de estos días, que quiere recuperar la Navidad. ¡Sí, recuperarla! Pues una vez, en los comienzos de la fe se la arrebatamos a la mentalidad de aquella época, ya que en aquellos tiempos del imperio romano se celebraba la festividad del sol invicto, con grandes bacanales y celebraciones mundanas, hasta inmorales, y nosotros los cristianos en ese momento, comenzamos a celebrar al nuevo sol que nacía para ser luz eterna de la humanidad, comenzamos a celebrar la navidad de Cristo, y cristianizamos dicha celebración, pero lamentablemente con el paso del tiempo nos descuidamos o decaímos en nuestra fe y de nuevo el mundo pagano ha tomado vida en nuestra celebración navideña, dando más importancia al consumo desmedido, a un celebrar sin sentido y a dar paso a imágenes y personajes que nada tienen que ver con el nacimiento del Señor, pero sí con los estándares del consumo mundial.
Evangelizar es llevar a Jesús a los ambientes y lugares paganizados de ayer y de hoy; no podemos permitir que aquello que se logró a precio de sangre, tan fácilmente los cristianos de hoy lo descuiden y se asocien como ingenuos corderitos a la mentalidad mundana-consumista que se hace presente, tristemente, en estos tiempos. Hay que celebrar y hacer fiesta, pero en sentido cristiano, no mundano; hay que resistirse a dicha mentalidad. Nuestra liturgia nos brinda bastantes recursos para celebrar desde nuestra fe, comenzando desde el adviento como preparación hasta la celebración en sí de la Navidad Es importante formarnos y formar al pueblo de Dios en cuanto a cómo la Iglesia ha celebrado a lo largo de la historia la Navidad, qué ella nos manda, cuáles son los recursos que tenemos, los signos y símbolos que debemos presentar y fomentar; hay que de nuevo cristianizar o evangelizar la Navidad; tal vez no serán resultados inmediatos para ahora, pero algo debemos hacer, ver y sentir.
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