Este es el séptimo artículo de esta serie dedicada a los grandes movimientos planetarios que están marcando estos nuevos tiempos.

Sumo a Quirón a esta serie porque, aunque no cambió de signo recientemente, su presencia en Aries desde 2019 ha estado preparando el terreno para este tiempo dominado por fuego y aire. Quirón lleva ya seis años transitando Aries —donde le quedan casi dos años más, hasta junio de 2027— recorriendo el mismo camino en el que recientemente se embarcaron Saturno y Neptuno, trayendo procesos profundos de purificación y transformación.

Quirón es un cuerpo celeste relativamente pequeño —un planetoide— cuya órbita se ubica entre Saturno y Urano. Esta posición lo convierte en un puente simbólico entre el último planeta visible a simple vista (Saturno, asociado a la estructura y lo consciente) y el primero de los planetas transpersonales (Urano, asociado a lo súbito y lo inconsciente colectivo). A Quirón se le considera como la llave que abre la puerta hacia la comprensión de energías más complejas, una guía interior que ilumina en la oscuridad y expande nuestra mente hacia experiencias que están más allá de la rutina diaria.

Fue descubierto el 1 de noviembre de 1977, durante la temporada de Escorpio, lo que ya nos habla de su energía profunda, transformadora y vinculada a procesos de muerte y renacimiento psíquico. Aunque tradicionalmente se lo ha relacionado con las energías de Virgo, por su conexión con la salud, y Sagitario, por su rol como guía y portador de conocimiento.

Quirón tarda 50 años en completar una vuelta alrededor del Sol. Debido a su trayectoria elíptica, su duración en cada signo varía mucho, pudiendo permanecer entre año y medio hasta ocho años. Su paso por Aries es justamente uno de los más lentos, de ocho años, lo que intensifica su impacto. Esta edad del retorno de Quirón —alrededor de los 50 años— marca un momento de iniciación en nuestra vida personal donde emerge la capacidad de aceptar lo que no podemos cambiar y transformar el dolor en sabiduría.

El sanador herido

Desde la mitología griega, Quirón era un centauro, pero a diferencia de los otros centauros, conocidos por su naturaleza salvaje y violenta y dominados por sus instintos, Quirón representaba sabiduría, el arte de la medicina, la música, la filosofía y la guía espiritual. Su doble naturaleza —mitad animal, mitad humana— lo hace un símbolo de lo híbrido, de la tensión entre lo instintivo y lo racional, lo terrenal y lo espiritual. Esta cualidad de puente entre opuestos la vemos reflejada también en su posición en el Sistema Solar, con su órbita entre Saturno y Urano.

La historia cuenta que Quirón fue herido accidentalmente por una flecha envenenada de Heracles. Siendo inmortal, no podía morir, pero tampoco podía curarse, lo cual la convirtió en una herida eterna, y fue precisamente ese dolor permanente lo que lo llevó a ser un gran sanador y maestro. Conocía el sufrimiento desde dentro, y eso le permitía guiar a otros con una compasión y sabiduría que solo puede nacer de haber atravesado el propio dolor.

Este destino resuena con otros arquetipos universales, como Odín en la mitología nórdica, colgado del árbol del mundo para obtener sabiduría, Cristo herido en la cruz cuyo dolor se convierte en fuente de redención colectiva, o el chamán herido cuya enfermedad o trance que no logra curar del todo se convierte en puente entre el mundo espiritual y el humano. Todas estas historias nos muestran que el conocimiento profundo nace no de la acumulación intelectual, sino de atravesar la herida, habitarla y transformarla en fuente de compasión, enseñanza y trascendencia.

Quirón en Aries: la herida de la violencia

Esta es la primera vez que Quirón transita por Aries desde su descubrimiento en 1977, hace casi 50 años. Cuando fue encontrado, estaba en Tauro. Esto hace que su paso actual por Aries sea un territorio completamente nuevo para la consciencia colectiva moderna.

Quirón representa lo que aprendemos a través de las experiencias de dolor y sufrimiento, y la fortaleza que ese proceso nos va generando. En Aries, una de las heridas que Quirón expone es la de la violencia.

Siento que en el mundo pre-pandémico existía cierta fantasía de que las grandes guerras y los genocidios eran cosa del pasado, que ya éramos lo suficientemente "civilizados" como para no volver a eso. Pero desde que Quirón ingresó en Aries en el 2019, hemos vivido una escalada y una visibilización de estas estructuras de violencias que pensábamos habíamos superado, como vemos en Palestina, el Congo, Sudán, con los uigures en China y en tantos otros territorios, mostrándonos que esa herida solo estaba oculta para quienes no la padecían.

Por otro lado, circulaba también la fantasía de que el racismo ya no estaba tan presente, o que había dejado de afectar de manera letal como en tiempos de esclavitud o segregación. Pero en los primeros años del tránsito de Quirón en Aries comenzaron a visibilizarse incontables videos de brutalidad policial hacia personas racializadas, especialmente en países como Estados Unidos y España. Esto hizo imposible seguir ignorando cómo las estructuras opresivas cimentadas durante el colonialismo no han desaparecido, sino que se han transformado, institucionalizado y naturalizado.

También hemos visto un aumento de choques interpersonales, polarización extrema, tendencia a ver al "otro" como enemigo, con las redes sociales amplificando esta dinámica, creando cámaras de eco donde las diferencias se perciben como amenaza. Quirón revela las heridas para poder sanarlas, y en este exceso ariano de “yo” vs. “otro”, Quirón nos está llevando a ver cómo nadie queda exento del sufrimiento cuando participamos en ciclos de violencia, aun y no sea de forma directa.

Otro aspecto ariano que Quirón está activando tiene que ver con cómo tomamos iniciativa, cómo comenzamos las cosas, cómo nos orientamos hacia lo nuevo, pero también con qué prisa, con qué intención, con qué consciencia lo hacemos.

Desde la pandemia ha habido una escalada en la cultura de la inmediatez. Existe una necesidad cada vez más intensa de autoafirmarse, de probarse constantemente, de lograr todo ya. Esto ha hecho que la ansiedad alcance niveles de relevancia mundial sin precedentes, afectando cada vez más la salud mental. Mucho antes de que Quirón entrara en Aries, el mundo ya se venía acelerando y alejando de nuestros ritmos naturales. Quirón llega no solo para evidenciar esta dinámica, sino también para llevarnos a un punto de quiebre donde lo único que queda es disponernos a sanar.

Saturno y Neptuno confirmando el camino de Quirón

Ahora, con Saturno y Neptuno entrando en Aries, estos planetas van a transitar el mismo camino que Quirón ha estado recorriendo desde 2019. De alguna manera, van a confirmar cómo hemos avanzado y qué es lo que todavía hace falta sanar.

Neptuno llega para disolver la energía de violencia que Quirón ha expuesto. Su función en Aries es recordarnos que el verdadero impulso (cualidad ariana) no es egoísta, sino el que busca beneficiar a la totalidad (cualidad neptuniana). Las búsquedas basadas en favorecer al colectivo, sabiendo que así también garantizamos nuestro propio bienestar, se irán volviendo más claras y necesarias. Esto será un proceso lento, como lo es el tránsito de Neptuno, que estará activo hasta el 2039.

Saturno, por su parte, nos pedirá confrontar consecuencias y aprender a poner límites, a hacernos responsables de la manera en que ejercemos o permitimos la violencia en lo personal y en lo colectivo. Donde Quirón expuso el dolor, Saturno buscará construir nuevas estructuras y formas de iniciar más sostenibles. Este tránsito de dos años y medio será exigente, nos recordará que sanar no es solo comprender, sino también comprometerse a cambiar patrones y asumir nuevas formas de accionar.

La medicina de Quirón

Este paso de Quirón por Aries, este nuevo ciclo quironiano y su primera vuelta al zodiaco completa que vamos a vivir desde su descubrimiento, ha sido un despertar doloroso a verdades que habían permanecido en los márgenes. La medicina de Quirón no es la del olvido ni la de la negación. Es la medicina de mirar la herida directamente, de atravesar, de reconocer el dolor como parte de nuestra humanidad y reconocer su capacidad de fortalecernos.

No podemos hablar de Quirón en Aries sin mencionar que pasamos la pandemia bajo su influencia, un momento de dolor y sufrimiento colectivo nunca antes experimentado por quienes estamos vivos hoy. Este momento nos obligó a desarrollar una resiliencia que no sabíamos que teníamos.

La pandemia expuso mucha de la desigualdad estructural y la violencia sistémica que opera en silencio, como vimos en el acceso desigual a vacunas entre el norte y el sur global, en las poblaciones vulnerables más expuestas por no poder parar de trabajar, en los sistemas de salud colapsados en los territorios más empobrecidos.

Pero también mostró nuestra capacidad de adaptación, de cuidado mutuo y de resistencia ante lo extremo. Quirón nos llevó al límite para mostrarnos de qué estamos hechos.

La herida de Aries es la herida del inicio violento, del impulso sin consciencia, de la separación que nos hace ver al otro como enemigo. Pero la sanación de Aries tiene que ver con el ser; Aries pregunta: "¿Quién soy? ¿Desde dónde me paro? ¿Qué defiendo?". Así como Quirón en Aries ha mostrado que la violencia infligida en unos repercute en todos, también deja claro que la sanación de unos impacta a todos.

Adela Dore

Artista visual y Astróloga

Artista visual y astróloga. Desde 2016 ofrece consultas, encuentros y espacios de formación en astrología como herramienta de autoconocimiento y reconexión interior. Forma parte del equipo de KnowTheZodiac como escritora y astróloga consultora.

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