Una de las desgracias de la lejana y fronteriza provincia Pedernales, la nuestra, es que –históricamente- sus autoridades locales y nacionales juegan a subestimar la inteligencia de su gente para, vía voceros visibles o encubiertos emplazados en la capital, imponer narrativas mediáticas hermosas en el imaginario colectivo al margen de la participación comunitaria con el implícito objetivo de ocultar la realidad real sufrida a diario.

Sucede lo mismo con la toma de decisiones. Los pedernalenses somos considerados como recipientes, personas brutas, solo aptas para ejecutar lo pensado y aprobado por los sabios en la urbe.

Funcionarios ejercitantes de esa mala práctica abundaban en anteriores gestiones del Gobierno. Pero también en la del presidente Luis Abinader, quien este jueves 27 de febrero, Día de la Independencia, rinde cuentas ante diputados y senadores sobre el primer año de su segundo cuatrienio en Palacio.

Nada daña más la imagen de un Gobierno que el montaje de una narrativa sin sustentación en la realidad. Una acción válida de relaciones públicas es el famoso media tour (gira en medios) y otra, muy distinta, deleznable, es el ocultamiento de la verdad porque, al final, esta brota y se impone.

Identificar, sin embargo, periodistas maleables, cargar con ellos para el pueblo y, allá, con su anuencia, meterlos en una burbuja de felicidad, parece la estrategia para garantizar, a su regreso a la gran ciudad, la presentación de relatos descontextualizados sobre la “perfección” de todo cuanto ocurre en la comarca del sudoeste extremo.

En esa dinámica se etiqueta como enemigos de la gestión a quienes -desde la miopía de funcionarios y políticos-  tienen una mirada crítica y actúan con apego a la ética, no se doblegan ante el floreteo de pesos y dádivas, ni se desviven con los olores del poder. Esos son los ignorados.

Luce todo muy sencillo. Pero no. Se trata de una variable del modelo de planificación centralizada, vertical, autoritaria, incrustado en el tuétano del Estado dominicano.

Todo se piensa y se dispone en la metrópoli, relegando a un estado pasivo a las comunidades destinatarias de los planes, programas y proyectos, sin importar su pertinencia ni las opiniones de los destinatarios, lo cual deviene en grandes gastos del erario sin redituar el desarrollo como lo conceptualiza la Economía

Así las cosas, la provincia Pedernales carga con un empobrecimiento multidimensional que ha convertido a parte de la población en discapacitada para conocer y reclamar sus derechos; en apática o indiferente ante los males que le atañen y en vulnerable ante los cantos de sirena.

El silencio aterra frente las deudas del Gobierno con ella.

Solo miremos la caterva de cuentos en torno al gran retraso en la reconstrucción de la carretera Barahona-Pedernales (124 km.); las promesas para el inicio del tramo Aceitillar-Puesto Escondido para conectar con Duvergé por Sierra de Baoruco; la construcción del frente marino; la desidia de Edesur con su falta de modernización de redes, los apagones y sus facturas exorbitantes, pese al turismo sostenible planteado.

Observemos también la indiferencia ante el tema del acceso a las playas Cabo Rojo y Bahía de las Águilas tras la inauguración de los hoteles; la hacinada cárcel pública en el corazón del municipio; la falta proyectos habitacionales de bajo costo para salvar al pueblo de la arrabalización impulsada por los políticos populistas; el monumento a la vergüenza que es el edificio de oficinas públicas, la falta de un centro para la promoción de la cultura.

Ahora son las “tierras raras”. Desde la capital se ha armado una narrativa sobre lo maravillosa que son y cuan bien pondrán a ese pobre pueblo. El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, tiró sus piropos, dijo que son de los dominicanos y que el mundo necesita acceder a ellos recursos vitales para las nuevas tecnologías. Hay “expertos” por doquier teorizando sobre estos elementos dispersos en la corteza terrestre. Y en Pedernales solo repiten como loros y aplauden.

En el pueblo, mesas de trabajo deberían estar activas, con verdaderos profesionales, con miradas críticas, analizando temas como: riesgos medioambientales, daños a la salud (cáncer, enfermedades respiratorias agudas, infecciones de la piel), impacto a los escasos recursos hídricos disponibles y a la agricultura, aportes al Producto Interno Bruto (riquezas nacionales) y a la economía de los municipios, compatibilidad con los parques nacionales Sierra de Baoruco/Jaragua y el proyecto de desarrollo turístico sostenible que avanza desde Cabo Rojo.

Urge empoderarse. Porque la experiencia minera en Pedernales, con bauxita y caliza; en Monseñor Nouel,  níquel, y Sánchez Ramírez, con su oro, manda a dudar.

Esos pueblos distan a años luz del desarrollo y sobre sus hombros cargan las montañas heridas y la contaminación de las aguas y el aire.

En su discurso de este jueves ante la Asamblea Nacional, en la sede del Congreso, el presidente Abinader no desaprovechará la oportunidad de abordar el tema de moda, las “tierras raras” (Reserva Fiscal Minera Ávila, en Pedernales, 2018) y las posibilidades de extraerlas sin dañar la salud, el medioambiente, la producción agrícola y, su gran obra (repetido por él), el proyecto de desarrollo turístico.

Ojalá también le ponga fecha definitiva de terminación a las obras retrasadas y al inicio de las prometidas en el municipio cabecera, y anuncie la construcción sin dilación de un gran proyecto de apartamentos de bajo costo, una cárcel y un nuevo destacamento policial. Y para Oviedo, el acueducto, un eterno deseo.

Hay que seguir pagando la deuda social acumulada.

Tony Pérez

Periodista

Periodista y locutor, catedrático de comunicación. Fue director y locutor de Radio Mil Informando y de Noticiario Popular.

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