Mi último artículo en Acento titulado La política de deshumanización ha generado, entre amigos y conocidos, solicitudes de que explore a fondo lo que dije en la conclusión. ¿Y que dije en ese último párrafo? “Quienes quieran hoy defender la democracia y el Estado de derecho deben enfrentar indudablemente a la extrema derecha y sus discursos deshumanizantes, pero su blanco esencial debe ser el neoliberalismo”. Procuraré proponer vías de acción que nos permitan construir experiencias políticas que enfrenten el neoliberalismo y su política deshumanizante.

Podría citar fuentes tan respetables como Aristóteles o el Evangelio para reafirmar que la naturaleza del ser humano es la vida social, la vida en comunidad. El individualismo es tan contrario a nuestra naturaleza como si supusiéramos que los elefantes pudieran volar, a la manera que Helen Aberson creó a Dumbo y Disney lo hizo famoso en su película de dibujos animados.

Todas las propuestas económicas, sociales y políticas que afirman el carácter individualista de los seres humanos y el rechazo a toda propuesta que privilegie la acción comunitaria y la construcción del bien social, es medularmente contraria a la esencia del ser humano y por tanto es una acción deshumanizante. Es en ese contexto que el neoliberalismo debe ser entendido, como una propuesta económica que procura reducir el Estado y su intervención en la sociedad, para liberar el accionar de los actores económicos, sobre todo los más ricos, y en consecuencia ahogar la democracia.

Una de las principales acciones a desarrollar es recuperar los procesos de organización social a nivel territorial, ocupacional, por objetivos de beneficio común, incluso de ocio. Es imperativo romper con la tendencia a que nos han conducido a aislarnos como individuos o familias, y resolver nuestros problemas de manera aislada. Enfrentar el discurso que afirma que cada cual debe resolver sus necesidades de vivienda, seguridad, educación, salud, agua, energía, transporte etc. Una consecuencia de esa mentalidad es que nos han alienado al conducirnos al desprecio por el Estado (con sus grandes fallos, indudablemente) que lleva ineludiblemente a perder la herramienta objetiva que la democracia nos brinda. Sin Estado los grandes capitales diseñan a su antojo el entramado social y su criterio es la codicia, no el bien común.

Una primera y fundamental acción es comenzar a ejercer liderazgo para promover organizaciones que integren a las personas en experiencias de diálogo y acciones comunitarias.

Un segundo aspecto que considero relevante es enseñar y aprender a diferenciar entre conocimiento/información y manipulación. Las redes sociales y los medios de comunicación en la actualidad están permeados por bulos, mentiras, desinformación y teorías conspiranoicas. La adicción por estar viendo el celular todo el tiempo, recibiendo multitud de contenidos que ofrecen “diversión” con sesgos ideológicos de evasión y mentiras orientadas a conformar una manera de ver la vida, la política y la economía, es hoy un problema serio de salud mental. El resultado es que inmensa cantidad de jóvenes y adultos asumen discursos de extrema derecha que son contrarios a su propio beneficio.

A través de esos canales se ha conformado un rechazo a la información científica, desde la estupidez del terraplanismo al cretinismo de los antivacunas y los negacionistas del cambio climático por el uso de combustibles fósiles. El ascenso de Trump en Estados Unidos está arropado de todas esas idioteces y los aliados de él hoy se ocupan de expurgar bibliotecas de libros o el rechazo a clases de ciencias en escuelas secundarias o universidades. En este terreno están los estadounidenses regresando al oscurantismo Feudal.

Una de las acciones más importantes para enfrentar esta corriente reaccionaria es promover la desvinculación, sobre todo de los jóvenes, de la adicción a estar “conectados” con los celulares. En términos propositivos es promover clubes de lectura y divulgación científica, tanto de ciencias naturales, como sociales. Estos espacios pueden articularse a partir de escuelas, colegios, parroquias, grupos de vecinos, entre otros. Reconocer que existe la adicción a los celulares y que es importante recuperar las experiencias de la lectura y el diálogo, es una tarea de gran importancia para promover la maduración de las personas y su sentido crítico.

Mi primera propuesta es favorecer la organización de las personas en base a intereses comunes y sobre todo el bien público. La segunda propuesta es favorecer procesos formativos y de diálogo en torno a temas que contribuyan a conocer mejor la naturaleza, la sociedad y su historia, sea entre jóvenes o adultos.

Hay otras acciones que podemos hacer, pero eso será tema de otros artículos.

David Álvarez Martín

Filósofo

Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Especialista en filosofía política, ética y filosofía latinoamericana.

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