Son bien conocidas las dificultades de salud que padecía el presidente Joe Biden durante el ejercicio de sus funciones como primer inquilino en la Casa Blanca, en el período 2021-2025.

Para nadie era un secreto que su capacidad cognitiva estaba en un deterioro progresivo, lo que se convertía en una situación de cuidado para la toma de decisiones. Además, sus problemas psicomotores también eran notorios a la vista no solo de los estadounidenses, sino de todo el mundo.

Sus constantes traspiés, que lo llevaron a caer al piso en múltiples ocasiones, no fueron solo en su residencia.

Muchas de esas caídas fueron en actos públicos, que la prensa local e internacional divulgó como primicia informativa a nivel global. Y eran el preludio de que Biden no estaba en condiciones de dirigir los destinos de la nación más poderosa del mundo. Mucho menos para que intentara repetir otro mandato, como en principio eran sus intenciones.

Aun estando fuera del poder, el ahora ex presidente ha vuelto a la palestra pública a enfrentar acusaciones políticas de gran envergadura, denunciadas por el actual mandatario estadounidense, Donald Trump, que nunca pierde oportunidad para contraatacar a quienes le adversan.

Siempre se dijo también que por la condición de salud de Biden, sus más allegados colaboradores (unos cinco en total) eran quienes verdaderamente conducían los destinos de Estados Unidos.

Eso lo sabían importantes medios de comunicación comprometidos con la administración Biden. Pero, prefirieron ocultar esa realidad y no abrir más la brecha de las posibilidades de un retorno de Trump a la Casa Blanca.

Las informaciones ofrecidas por Trump, de que influyentes asesores de Biden falsificaron la firma del ex mandatario con el uso de un dispositivo llamado “autopen”, para firmar documentos y lograr importantes decisiones de estado, han generado el mayor escándalo político a lo interno y externo de EE.UU.

Biden se vio en la obligación de hablar a la nación por medio de un comunicado entregado a los medios, asegurando que cualquier “insinuación de que otras personas habrían decidido por él durante su mandato “es ridícula y falsa”.

Pero lo difícil de desmentir a Trump es que un comité de la Cámara de Representantes identificó el pasado 1 de junio a cuatro personas que utilizaron el “autopen” para firmar documentos en nombre de Biden durante su gestión.

Pero no solo eso. Jake Tapper y Alex Thompson, dos periodistas investigadores, han publicado un libro titulado “Original Sin” en el que revelan los nombres de personas influyentes de Biden, quienes supuestamente eran el Politburó (detrás de las cortinas) que manejaban la Casa Blanca, y no el ex mandatario.

Asi las cosas, este nuevo escándalo político no solo salió del presidente Trump al identificar el dispositivo electrónico “autopen”, con el que asegura se utilizó para, entre otras cosas, firmar indultos, órdenes ejecutivas y proclamaciones presidenciales.

Indultos y órdenes ejecutivas emitidas en la administración Biden, que Trump ha enviado a investigar por considerarlas sospechosas y viciadas, ya que favorecieron la libertad de unos 2,500 condenados por la justicia.

Entre los indultados por el entonces gobernante se encuentra su hijo Hunter Biden, quien en diciembre de 2024 había sido declarado culpable de tres cargos federales relacionados con armas y drogas.

Si en las investigaciones que ordenó Trump se comprueba que hubo falsificación de la firma de Biden, el Buró Federal de Investigaciones (FBI) tendrá por delante la dura tarea de apresar a los “pejes gordos” de la pasada administración demócrata que se pasaron de listos.

Rafael Gómez

Periodista

Rafael Gómez, periodista dominicano. Residente en los Estados Unidos.

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