"Aliento atrapado en el ocaso", es el título del libro de sonetos de la autoría del ingeniero, Nelson Romero que, en esta ocasión estudiaremos aquí. Después de esta obra, como segunda fase, trabajaremos con su obra titulada "Recodos de la vida" (Poesía, 2025).
Esta obra, con la iniciamos estos razonamientos críticos sobre la poética melancólica de Nelson Romero, fue impresa en la Editora Búho, S.R.L. Santo Domingo, R.D., 2024. El libro fue diagramado por Alexandra Deschamps. Contiene sesentaiséis (66) páginas.
Esta edición contiene un extenso prólogo, bajo la firma del poeta y gestor cultural, Ramón Saba, quien,
entre otros planteamientos, sostiene que (…):
"La razón de esta introducción inicial es para aplaudir la decisión del escritor Nelson Romero de abrazar con entereza al soneto y dedicarse con ganas a producir una obra que le permita ser parte de ese selecto grupo que ha decidido aceptar que "todo poeta que se respeta debe tener sonetos en su carpeta".
(…).
(Ver pág. 11, obra citada).

La verdad es que, en estas expresiones tan radicales, hay un riesgo que nos llena de asombro, por no decir que nos llena de sorpresas, ya que, no es verdad que, aquellos (as) escritores (as) que, por alguna razón u otra, no escriban sus creaciones en sonetos, no son autores (as) o escritores (as), serios (as).
Planteo eso, con el perdón del apreciado amigo y colega, porque para un escritor (a) ser serio (a) , o no ser "serio" (a), no tiene que escribir o no sonetos.
Digo eso, partiendo de una lógica simple del concepto de "seriedad", como responsabilidad y compromiso del escritor o de la escritora, frente a su tiempo y sus circunstancias vivenciales, políticas, sociales, educativas, económicas y culturales que le sirven de soporte, en su tránsito por esta vida.
Escribir o no escribir sonetos, es una decisión personal del sujeto creador. El escribir sonetos, no sirve de base para evaluar nuestra seriedad o no, ante la vida y ante el proceso del vivir, asumiendo la creatividad y la escritura, como base de nuestro existir.

Entrando de nuevo al cuerpo temático y formal de la referida obra, se trata de un libro integrado por cuarenticuatro (44) sonetos, caracterizados por un tono melancólico y, a veces, aproximado a cierto erotismo subliminal…
Aquí, el poeta procura, desde el verso, un desquite contra la amada, como una forma de poner en evidencia el dolor y la angustia que le genera la ausencia de su amor
En estos sonetos, la melancolía se constituye en el centro del desahogo del poeta, como una forma de abrirse a la vida, desde una posición de reclamo "amoroso", por no decir "angustioso".
Y es que la angustia se adueña de la voz poética del sujeto-autor, para manifestar la proclama del enamorado adolorido. Y es en esa ambientación de desquite y soledad, donde el poeta se explaya, sobre su propia melancolía, para reclamar el retorno del amor ya perdido.
Desde el decir poético de este sujeto-autor, en esta obra, brota una voz de amargura que se mezcla con un tono lírico, a la vez. Y es, a partir de esa mezcla "agridulce" que advertimos los lamentos del poeta enamorado y su arrebato ante la indiferencia de la amada y el amor no correspondido.

"Vete" (Ver pág. 30, obra citada), es uno de los poemas (soneto), donde se registra aquel espíritu rebelde del poeta en despecho, por no decirlo en buen dominicano, "en total amargue". Veamos:
"Si te quieres ir/ pues, anda y vete.
No seré obstáculo en tu camino/tú serás otra historia en mi destino/Tus recuerdos los llevaré al retrete/. Me ilusioné mucho/no lo niego/Aspiré amarte siempre por lo alto/con el tiempo se agrieta el asfalto/ y la calle se convierte en trasiego/.Tu
apatía me tornaba indiferente/.Rechazabas contactos/con apuro/las ganas que expresaba deferente/. Persistí/navegue en contra corriente/tratando llegar a puerto seguro/y naufragio en el mar /completamente//.
El poeta expone su "naufragio", ante la amada en huida. Levanta su voz desde la desesperanza del enamorado en soledad": "Si te quieres ir/ pues, anda y vete", le manifiesta, aunque se sabe quedar en total abandono.
A tal grado queda el espíritu del poeta en soledad, que llega a la condición de sentirse su "perro favorito": Veamos:
"Muevo la cola repetidamente/desde que la chispa suelta tu aroma/enciende el paladar cuando te asoma/haciendo saltar espumas al frente/. Aullo ansias de caricias repetidas/.Lamo sin arrugar tus sentimientos/me mimas de arrullos los pensamientos/. Estalla el palpitar en avenidas/.
(…)
(Fragmento del soneto titulado "Tu perro Favorito", pág. 34, obra citada).
He aquí al poeta "enamorado como un perro", fijando, desde el soneto, su entrega de amor, marcando su territorio..."para que no asome aquí otro perrito".
El soneto…aquí es la vía expresiva del universo estético, de amoríos y desencantos del poeta, anclado en su territorio de ilusión, sobre la mirada esquiva de la amada, convertido en su perro favorito, reclamando sobre el viento su guarida.
Aquí…no todo es voz melancólica y de agonía. También en estos sonetos fluye , un tono de erotismo que conlleva al lector, hacia una lección de experto amante, en búsqueda de placer. Es como si nos diera una lección, para el goce carnal en la intimidad, con la amada. Veamos:
"Explosión de placer al descubierto/manantial inagotable en caricias/toque de pulsaciones en primicias/cosquilleos continuos en el concierto/. Roce suave en el cielo de los labios/que van enrojecido tu entorno/.Crujír dulzuras provocan agobios/en vientre tembloroso al soborno/. De unas manos de seda que pasea/la corriente al circuito muy caliente/con espumas de delirio que permea/El inquieto del contacto se parquea/en el rabo afectivo complaciente/expulsando la baba que te recrea"//.
(Ver soneto titulado "El clítotis", pág. 38, obra citada).
El poeta se nos muestra como un experto en los dominios de los misterios del placer y su alquimia material y humana.
Desde esa vertiente, hay una voz intimista y erótica que se niega a silenciar sus arrullos ante el amor pretendido. Entonces, una voz lírica se junta a la angustia que sobrecoge a la mayoría de estos sonetos, para exponer al lector y a la lectora, en los laberintos del placer y lo carnal.
Y es entonces cuando la angustia cambia, en estos sonetos, para ubicarnos en su guarida de ternura abierta y sin resquemores que hacen de estos sonetos la manifestación sin límites del amante redimido.
Cerrando ya estos juicios, debo exponer a ustedes, amigos (as) lectores (as), que se trata de una lectura de sonetos que giran entre el colorido romántico del verso y la melancolía manifiesta del poeta-amante y sus porfías.
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