Si Faride Raful (que, así como la ven, no es un fly al cátcher) logra acallar las bocinas de los colmadones y demás espacios del alboroto musical que invade la paz pública a cualquier hora; si esa mujer (que no “mujercita”) logra meter en cintura a los centenares de miles de motoconchistas que perturban temerariamente calles, avenidas, caminos y carreteras; si esa mujer (que no “carajita”) logra que los millares de policías que dirige se entiendan con la ley y no con los bolsillos de los delincuentes, tendríamos que cambiarle el nombre a la institución que encabeza, para que se llame “Ministerio de la Paz y el Orden Público”.