El 5 de marzo de 2021 mediante esta misa columna, publiqué el artículo titulado “Mi sororidad desafía la injusticia”, inspirada en el día 8 de marzo que conmemoramos y celebramos el día internacional de la mujer, y al cual hoy, 4 años después, me inspira y satisface continuar con una parte 2.

Cuando inicié el ejercicio de mi profesión como abogada, sin saber a ciencia cierta cuál sería el norte de mi carrera, y luego de cursar una maestría en derechos fundamentales en la ciudad de Madrid, tenía como meta pertenecer a una organización internacional que defendiera derechos humanos. Apliqué a muchas organizaciones sin recibir respuesta alguna, hasta que me topé con el anuncio del primer concurso de fiscales de carrera que se promovía en ese entonces en el país (año 2005), y al cual, sin nada de expectativa de que fuera seleccionada, apliqué y me evalué.

Sorpresivamente, cuando recibo la noticia de que resulté seleccionada, me alegré efusivamente de esa oportunidad, y así fue como inicié una carrera de lucha por la justicia en búsqueda de que el responsable de un delito responda por su hecho, y ayudar y representar a la víctima del delito en la restitución de su derecho. En esa función de fiscal duré poco más de 7 años, luego pasé a una oficina de abogados representando ya de manera privada intereses particulares, posteriormente tuve la oportunidad de dirigir el departamento legal en la organización internacional Misión Internacional de Justicia representando los derechos de la víctima e impulsando el fortalecimiento del sistema de justicia, y finalmente, luego de todas estas experiencias, ejerzo ahora desde mi propio despacho legal.

Hoy reflexiono sobre el rol que como mujer y abogada me ha tocado desempeñar defendiendo los derechos de otras mujeres, de niñas, adolescentes que han sufrido violencia y han sido vulneradas en sus derechos; mientras reflexiono, me descubro dentro de ese grupo de mujeres que han sido víctimas de algún tipo de delito, y me río de cómo el destino, por alguna razón, me puso ahí.

He tenido la tarea y el gran privilegio de alentar a otras mujeres a desafiar la injusticia, a no desmayar, a mantenerse firme y velar por sí mismas, su cuidado y su amor propio; al mismo tiempo veo a aquella mujer que desde cualquiera que sea su posición, defiende, equipa y empodera a otras mujeres a desarrollarse y elevar su potencial.

A ti, mujer que me lees: desde tu empresa, tu casa, tu trabajo, tu negocio, tu centro de estudios o desde cualquier actividad que realices, ¡estás defendiendo el derecho de la mujer y desafiando la injusticia!; injusticia de ser discriminada, rechazada, denigrada, maltratada, de ser tratada con injusticia o no ser reconocida en tus derechos.

Históricamente, la mujer en el pasado tenía un reconocimiento limitado de sus derechos y una desigualdad marcada frente al hombre, todo lo cual incidía en un carente desarrollo de su autonomía personal; hoy día, la mujer ha podido desarrollar un potencial de vida en una mayor igualdad de derechos gracias al reconocimiento de muchos de ellos.

Pero más que eso, las mujeres seguimos siendo el símbolo de la vida, las creadoras del amor incondicional; dulce y poderosa, práctica y espiritual.

Las mujeres en la Biblia son esposas, madres e hijas, vencedoras y víctimas, mujeres que cambiaron el curso de los acontecimientos históricos; ella recibe para dar más. Ella es la que da y lleva la vida. Su cuerpo fue diseñado para nutrir y cuidar, para alimentar y consolar.

En la actualidad, las mujeres somos ejemplo de dedicación, fuerza, inteligencia y responsabilidad, lo que se refleja en su capacidad para superar las adversidades que se le impone en esta sociedad, tan desigual y definida en su contra. Se levanta a batallar cada día por su casa, por su familia, para lograr su bienestar, aún con el alma rota, aún hecha pedazos.

Mujer, hoy te reconozco y te felicito por tanto que has aportado a la humanidad. Eres poderosa, esforzada, entregada, inquebrantable, eres fuerte y frágil, pero con un espíritu que va más allá de cualquier límite; eres eficaz en el hacer y valiente al andar en un mundo lleno de dificultades. Con el alma rota has sabido salir adelante gracias a tu valor, tu lealtad, tus principios, tu dominio propio y el apoyo de otros.

Mujer, no desvanezcas en procurar la justicia en un mundo que promete ser justo, pero a quien la injusticia le impide imponerse. Y aunque en ocasiones has visto a la injusticia acechar y reinar, también has sido testigo de que la injusticia es pasajera, no eterna.

Me siento honrada de representar a una mujer ante un tribunal, a quien le ha sido arrebatada su paz y su integridad por cualquier acto de violencia. De aportar un granito de arena en el fortalecimiento del sistema de justicia que busca garantizar su protección y la garantía del cumplimiento de sus derechos. Yo desafío la injusticia buscando justicia para la mujer que ha sido dañada, violentada, explotada. Tú también puedes buscarla desde el escenario en que encuentres. El Día Internacional de la Mujer conmemorémoslo con sororidad.

Proverbios capítulo 31, versículo 29: muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú sobrepasas a todas.

¡En hora buena mujer, en tu día!

Sonia Hernández

Abogada

Abogada litigante, procesalista penal exprocuradora fiscal de la Provincia Santo Domingo. Tiene una maestría en Derechos Fundamentales por la Universidad Carlos III de Madrid y una especialidad en Derecho Procesal Penal por la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Actualmente es socia de la firma de abogados Global District MC.

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