Entre 1801 y 1809, durante la Era de Francia y la Reconquista, Santo Domingo estuvo bajo control francés debido a acuerdos internacionales en el marco de la expansión napoleónica. La administración francesa, liderada por Jean-Louis Ferrand, utilizó la venta de madera (especialmente caoba y guayacán) de tierras confiscadas como fuente de ingresos, aprovechando su alta demanda en mercados internacionales.
En la lucha por la Reconquista, los ingleses apoyaron a Santo Domingo , pero exigieron como pago grandes cantidades de caoba extraída de los llanos costeros y las grandes galerías de los ríos del sur y el este. De igual forma, Toribio Montes, gobernador español de Puerto Rico, ayudó a Juan Sánchez Ramírez contra Ferrand, también financiándose con este recurso.
Los bosques se convirtieron con la revolución industrial en materia prima o producto estratégico clave, destacando la importancia de los recursos naturales en los conflictos coloniales y geopolíticos de la época.
El presente artículo destaca varios aspectos históricos, jurídico, económicos y geopolíticos de esa época, relacionados específicamente con y el aprovechamiento y comercio de madera, especialmente de caoba criolla o del caribe (Swietenia mahogani), como recurso clave en el financiamiento de las guerras, estrategias políticas y la preocupación que tuvieron varios sectores y personalidades por la explotación irracional de tan valioso recurso natural en el siglo XIX.
La ley 57-18 o Ley Sectorial Forestal, que tiene como objeto regular y fomentar el manejo sostenible de los bosques, definiéndolos en su artículo número 4: “Bosques: Asociaciones vegetales en las que predominan los árboles o arbustos de cualquier tamaño, dando paso a los diferentes procesos y relaciones ecológicas, asociadas generalmente a una fauna silvestre y a condiciones de suelos naturales con ninguna o escasa intervención humana”. (Gaceta Oficial Nº 10.924 del 11 de diciembre de 2018).
La dramática e indetenible fragmentación de los Ecosistemas Forestales de la República Dominicana comenzó a partir del siglo XIX, según la historiografía de Santo Domingo.
A los ecosistemas forestales, en lo adelante, le llamaremos indistintamente monte, bosque o montería; así, como a República Dominicana, nombraremos como Santo Domingo o parte este de la Hispaniola, de acuerdo con el momento histórico de la referencia.
Cuando el general Pedro Santana y los sectores entreguistas anexaron República Dominicana a España el 18 de marzo de 1861, los montes de las llanuras costeras y de galerías de los principales ríos del país, ya habían sido intervenidos y disminuidos en calidad y cantidad debido al mercado de la madera preciosa hacia el exterior, cuyos cortes eran facilitados con el arrastre de las trozas de madera por las corrientes de los ríos que se usaba para el traslado hacia los embarcaderos, bajando los costos del transporte desde lugares alejados de los puertos, tal como lo establece la historiografía dominicana.
El aprovechamiento de la montería ocurría en relativo desorden en el siglo XIX, a pesar de las distintas disposiciones existentes para su regulación desde principio hasta final del siglo.
La existencia de la Ley 147 de Policía Urbana y Rural del 21 de junio de 1848, que contemplaba la persecución de violaciones a lo establecido sobre los cortes, sobre todo de la caoba criolla, ley que recoge, en parte, disposiciones parecidas a los artículos 24, 25 y 26 del Código Rural Haitiano del 1826, que según el historiador Wenceslao Vega (2022:35) en Breve historia de la protección al medio ambiente en la Republica Dominicana,[i] quién, al citar el artículo 24 de dicho código, traducido por Francisco Bernardo Regino E. que termina diciendo: “… y otros árboles adecuado al mantenimiento de la frescura del ambiente”, Wenceslao Vega infiere : “… la palabra ‘ambiente’ que quizás por primera vez se refiere a la naturaleza”(Comillado WV). Concepto ya anteriormente trabajado en la vecina isla de Cuba por los “ambientalistas” y científicos de la monarquía en la contradicción que tuvieron con la sacarocracia cubana, a lo que nos referiremos en entregas posteriores.
También en la primera República, en el discurso pronunciado en la Cuarta Sesión Legislativa del Congreso Nacional del 31 de enero de 1848, Santana se refirió al tema del desorden de los cortes de caoba, la perdida de esta; además, las denuncias publicadas en el periódico El Dominicano de septiembre de 1846 sobre tan valorada especie. (https://acento.com.do/opinion/el-bosque-de-galeria-y-el-nacimiento-de-la-patria-y-4-9325866.html).
Pero la amenaza de pérdida de los montes tiene sus antecedentes a partir de la segunda mitad del siglo XVIII con el establecimiento de plantaciones de caña cuando se da el segundo período de auge de la industria azucarera, el cual implicó la tumba y quema de los montes, luego de plantaciones de café y cacao y cortes de madera en áreas cercanas a las vías fluviales y en las costas de Santo Domingo, en menor medida.
En 1795 España cede el Santo Domingo “español” a Francia, mediante el Tratado de Basilea, firmado el 22 de julio de ese año en Basilea, Suiza, tomando Francia la isla Hispaniola bajo su control, pero con un Haití revuelto al lado oeste del río Artibonito y del lago Enriquillo, lo que condujo de una relativa “prosperidad” esperada a una vida inconsistente por despoblamientos y luchas para reencontrar nuestra identidad, que solo se logra con la referente estabilidad de los 22 años de la ocupación haitiana, cuando un grupo de mujeres y hombres pensaron en la separación de Haití, para crear una República libre e independiente de las naciones poderosas de la época, y cuyas bases materiales de sustentación eran los recursos forestal, el hato ganadero y los campesinos cultivadores de tabaco, contando también con el contrabando como sostén extralegal.
La caoba criolla y el financiamiento de la reconquista
Volviendo al tema de la lucha contra Francia, y entrado el siglo XIX, la lucha contra los franceses, lo que se conoce como la Era de Francia en Santo Domingo (1801-1809), como se ha señalado más arriba, se sostuvo, en parte, con la madera, sobre todo la caoba, negociada con los ingleses; como premio por su lucha contra los franceses, como indican Roberto Cassá (2023) y Frank Moya Pons (1997), entre otros historiadores.
Señala el historiador Frank Moya Pons (2024: 197), en su Manual de Historia Dominicana[ii], al tratar sobre La Era de Francia y la Reconquista (1801-1809), que el 22 de enero de 1804, Ferrand, el gobernador y general del ejército napoleónico buscó “…crédito entre los comerciantes; hizo vender madera de caoba que pertenecía a la administración o a los españoles que habían huido de la ciudad o abandonado sus haciendas; y sin aumentar los impuestos, buscó recursos mientras esperaba noticias de Francia”. Y afirma, citando alguna de sus fuentes: "… En el sur, los cortes de madera, caoba y guayacán, se convirtieron en la fuente de dinero de la Administración francesa”.
Samaná, como zona geográfica-peninsular de Santo Domingo, fue destino y deseo de varios imperios por su posición geopolítica y su riqueza natural. Dice Moya Pons (2024:201) que Ferrand mantuvo una política de inmigración francesa hacia la península en 1808:
… prometían dar nueva vida a esta región, cuya población francesa llegó a crecer tanto que Ferrand llegó incluso a hacer preparar los planos para la construcción de una moderna ciudad que llevaría como nombre de «Puerto Napoleón». Para afirmar: “… los bosques de madera, que hasta entonces habían sido explotados muy esporádicamente, fueron objeto de una explotación regular pues la caoba de la Isla tenía fama de ser una de las más bellas maderas del mundo y tenía gran demanda en Estados Unidos y en Europa.
Por otro lado, dice el destacado profesor que los ingleses que ayudaron al Santo Domingo español en la última fase de la lucha de reconquista y en la que Francia salió derrotada, que al sitiarse las fuerzas francesas en la ciudad de Santo Domingo durante ocho meses que duró el cerco, las tropas inglesas cobraron sus servicios de apoyar dicha lucha con la madera de caoba; el apoyo inglés no fue generoso, “… resultó que los únicos beneficiados por la guerra de la Reconquista fueron ellos, pues las provisiones, armas y municiones que los dominicanos consumían se compraban a los ingleses a cambio de troncos de caoba que eran embarcados en grandes cantidades por los ríos del sur y del este de la Colonia”. (Ibidem Pág. 205. Negritas mías, pt).
Igual sucedió con la ayuda del gobernador de Puerto Rico, Toribio Montes, aprovechando la guerra entre Francia y España, ayudó en la lucha a Sánchez Ramírez contra Ferrand a cambio de que se financiara con la madera de caoba, ayuda que fue importante en la derrota de Francia en la Reconquista de Santo Domingo en 1809.
[i] Vega B., W. (2022). Breve historia de la protección al medio ambiente en la República Dominicana. Clío [ISSN: 0009-9376], 91(203), 23-58. Recuperado de: 10 de enero 2024.
[ii] Frank Moya Pons. (2024) Manual de Historia Dominicana. 18 edición. Ediciones librería La Trinitaria, Santo Domingo.