Durante milenios la meditación se presentó como una práctica relacionada al misticismo, porque se desarrollaba en un terreno desconocido, los progresos de la neurociencia han permitido demostrar los efectos positivos en nuestra psiconeurofisiología.
A principios del siglo pasado, la mente humana fue considerada “la caja negra” haciendo alusión a que nuestros procesos mentales no podían ser estudiados y que solamente podíamos enfocarnos en estudios de estímulos, respuestas y conductas, esto marcó el desarrollo del conductismo en psicología. En su momento, ante la presión ejercida por el Círculo de Viena que consideró que sólo la Ciencia tenía sentido, pareció la única forma de hablar científicamente de la mente humana, todo lo demás vendría a ser pseudociencia. Pero en la actualidad, gracias a la tecnología, se han podido realizar innumerables descubrimientos con respecto a la relación cerebro-mente.
Uno de los descubrimientos más interesantes es el de la neuroplasticidad. Se consideraba que el cerebro era algo estático, sin posibilidades de modificarse. Sabemos que el cerebro tiene la facultad de reorganizarse, presentar cambios estructurales y recuperarse de lesiones neuronales. Lo más interesante de todo es: que podemos de manera voluntaria producir esos cambios. Nuestros procesos mentales, pensamientos, emociones y todo aquello que conocemos como vida sana, tienen claras repercusiones en el buen estado de nuestro cerebro.
Nuestro conocimiento no lo heredamos, es fruto del aprendizaje. Lo que aprendemos se registra mediante conexiones entre nuestras neuronas que se llaman sinapsis. La sinaptogénesis es el proceso mediante el cual registramos nuevos conocimientos, ya sea la tabla de multiplicar, montar bicicleta, atracción por algo o los valores morales. Tu cerebro, como cualquier otro órgano, requiere ser ejercitado para que se desarrolle y se mantenga sano, siendo nuestra capacidad mental fundamental para existir como personas. Debemos pensarlo bien antes de aceptar que no nos gusta “darle mucha mente” a las cosas.
La meditación es un proceso mental dirigido a voluntad, donde decides y enfocas tu conciencia en lo que te propongas. Nunca podrás poner tu mente en blanco, pero ciertamente hay zonas de tu mente de las que no eres muy consciente. Es una forma de pensar, sabiendo que estás pensando y qué estas pensando, tomando consciencia de lo que estás viviendo, comprendiendo tus emociones, escuchando a tu Yo Interior, sanando tus relaciones con los demás, conociéndote a ti.
Usualmente las personas que practican regularmente la meditación suelen mostrar algunas variaciones positivas en conducta, actitudes y aptitudes. Gracias a las neuroimágenes, se ha podido demostrar modificaciones cerebrales evidentes, como: fortalecimiento de la corteza prefrontal (importante en la parte “gerencial” de nuestra mente o toma de decisiones), aumento del hipocampo (relacionado con memoria, aprendizaje y control emocional) y cambios en la ínsula (relacionada con la percepción corporal y la empatía). En cambio, se produce una reducción estructural y funcional en la amígdala cerebral, la cual se relaciona con el miedo, el estrés y el descontrol emocional. El miedo es uno de los aportes más frecuentes de los medios de comunicación, gran parte de lo que escuchamos incentiva el miedo en nosotros. Un policía, médico, abogado, político o vendedor de seguros, podría tratar de asustarnos para lograr algo de nosotros. El miedo es importante y puede motivar conductas necesarias, pero en exceso no permite calidad de vida.
Mediante los estudios de conducción eléctrica cerebral, sabemos que durante la meditación aumentan significativamente las ondas alfa en frecuencia de 8 a 14 Hz, permiten un funcionamiento cerebral muy conveniente, mejora nuestra atención, memoria, concentración, aprendizaje, control de estrés, nos permite percepciones más objetivas, se incrementa nuestra creatividad y favorece el desarrollo de la inteligencia.
El cerebro humano representa un 2% del peso corporal total, pesando alrededor de 3 libras, sin embargo, consume al menos un 20% de la energía corporal en reposo. Es decir, el cerebro recibe la quinta parte de nuestra energía total y las otras cuatro partes, se reparten en las 49 áreas restantes del cuerpo. Al analizarlo podemos confirmar que nuestros pensamientos son nuestro principal recurso para responder a todos los retos que se nos puedan presentar.
Cada una de nuestras células piensa individualmente y se integra colectivamente a todas las demás, lo cual sucede a través de nuestro sofisticado sistema nervioso, siendo el cerebro, la Central donde todas se ponen de acuerdo para hacer que te muevas y que registres informaciones útiles para adaptarte satisfactoriamente al medio en que vives. Tus células constantemente te avisan cuando tienen problemas y tú muchas veces las ignoras, siendo a menudo la causa de tus futuras enfermedades. La meditación fomenta la integración armónica de todo lo que somos.
Cuando logras controlar tu mente puedes escuchar mejor a tu cuerpo. Tus células probablemente son conscientes de tus pensamientos y si amas tu cuerpo, y quieres lo mejor para tus células, ellas, a su modo, pueden apreciarlo. Cada vez tenemos más evidencias científicas del alcance terapéutico de la meditación sobre nuestros cuerpos, pero apenas lo estamos empezando a conocer.
Compartir esta nota