Una nueva oleada de aromas de almizcles en la política mundial. Llegan los machos con cuernos, pelucas y hachas para derribar aparentemente, todo lo que se mueve en los mundillos del ciberespacio y de las narrativas de la cultura woke o de los paradigmas del decrecimiento en general. Están en un paroxismo orgásmico. No quieren ser los últimos en vender sus tecnologías o en atrapar nuevos mares, como caballo, atravesando por un estro estacional.

No me creo el cuento de que todo gira en torno a los nacionalistas cristianos del proyecto 2025 que reproducen las bases de los viejos y nuevos fascismos (soberanistas) y los supuestos internacionalistas neoliberales, conocidos como globalistas. Es simplemente un cambio de sillas, en una mesa donde se rotan los poderes, según las crisis en la estructura de dominación del orden económico y poder político en el sistema-mundo capitalista.

Esa textualidad del proyecto 2025, está marcada por un triunfalismo providencialista y mesianismo delirante de los supuestos elegidos para controlar el mundo.  Por favor, no soy ingenua en pensar que el pensamiento sociopolítico dominante llamado capitalismo global, tanto en sus relaciones internacionales, como locales, se van a colgar por depresión.

El supuesto reordenamiento del mundo se sostiene en los mismos relatos de descréditos que se usaron en el pasado, contra el otro en pugna (internacionalismos). Y es propio de las agresiones que promueve el capitalismo global desde que se instauró en el mundo en el siglo XIX. Podríamos decir que es un descrédito de la política neoliberal, por los hombres de cremalleras abultadas que organizan agendas diferentes por mostrarse irreverentes, usando los viejos símbolos de los fascios que combaten con bate, hacha y cuernos rojos. La reunión en Davos es un buen ejemplo de que las elites comen juntas y se mueven de un lado a otro de la mesa, según  se mecen los intereses económicos y alianzas.

El espectro político podría ubicarse en el bipolarismo de dos relatos, por ejemplo el debate contra la ideología woke y los populistas fascistas neoliberales. Me atrevo a refutar tal binarismo. Existen diferentes discursos que se mueven en un amplio espectro político de las ideologías del capitalismo.

Los soberanistas proteccionistas son aquellos que quieren defender sus mercados y controlar los territorios a la vieja usanza de siglos pasados. Pero sin dejar de ser globales, porque necesitan imponerse en los mercados mundiales.

El sistema capitalista tiene un profundo descrédito en sus diversos  relatos para tratar de convencernos que tienen programas con miras a resolver los problemas de la mayoría, y esto último es claramente falso. El capitalismo no ha resuelto el hambre, ni la falta de empleo, ni ha propiciado cambios para distribuir las riquezas del planeta.  Por igual, podemos referir esto, a los distintos socialismos.

Esos proyectos políticos universales no tienen respuestas para comprometerse con el cambio que necesita el planeta para detener el hambre, resolver la discriminación racial y de género. Por igual, no han detenido el cambio climático, no han distribuido equitativamente los recursos, como tampoco, han detenido a los matarifes de la guerra, ni a los saqueadores de los recursos naturales en todo el planeta.

Las élites capitalistas tienen historias de violencias amorosas. En algunos momentos se jalan los trapos y muestran sus ligueros y sujetadores rotos, para luego irse de copas y acariciarse los cuerpos. El problema del poder de unos y otros, en lo que se hacen llamar soberanistas es decir los que muestran el supuesto semen original de volver a recuperar al Estado-nación imperial es una simple sacudida de una eyaculación precoz, por el avances de otros que están en los mismos dilemas de destrucción del planeta, al querer imponer autoritarismos y saquear los bienes comunes. Esa es la historia de occidente y del mundo, desde que se impuso sobre la tierra el sistema capitalista.

Uno y otro imponen proyectos, quieren consolidar el liderazgo mundial que está conformado por Estados Unidos, Rusia y China representando un globalismo tripolar.

Se maldicen, entre ellos, si es cierto, pero siguen la misma agenda de autoritarismo y control de los recursos. La sociedad civil y la comunidad no le importan. Esto nunca ha formado parte de sus políticas, uno lo dicen claramente y otro lo ocultan con discursos aparentemente incluyentes. Es un pataleo histórico del capitalismo. Por tal razón, nosotros los pobres del mundo, no somos tomados en cuenta en sus viejas agendas. Nuestros derechos, una y otra vez  se violentan, porque no formamos parte de esas élites.

El globalista woke, que se considera “estar despiertos” ante la injusticia, tiene un planteamiento ético abierto, pero no contradictorio con las bases del capitalismo, del que también forman parte. Son los que se regodea con su imagen narcisista de cuerpos perfectos para mostrarse en el ciberespacios valorando una cultura hedonista. Ellos, no se muestran abiertos al diálogo y proponen la cancelación de lo que no concuerda con sus enfoques teóricos. Su imaginario se concentra, solo en las identidades y sin estrategias políticas claras, tienen poco interés por la lucha de clases.

Los soberanistas proteccionistas son aquellos que quieren defender sus mercados y controlar los territorios a la vieja usanza de siglos pasados. Pero sin dejar de ser globales, porque necesitan imponerse en los mercados mundiales. Los otros de Asia, que se han convertido en la segunda potencia del mundo, tienen una postura globalista en sus mercados. Se siguen sosteniendo en un partido único sin democracia. Han creado para el exterior un proyecto económico en donde tiene una posición ventajosa de los mercados, los llamados Coalición de países del Brics. Estos se oponen a los soberanistas globalistas de los Estados Unidos.

Si miramos el mundo, nos damos cuenta que es una pelea por mercados  y posicionamientos territoriales, que a mí y a otros ciudadanos comunes del mundo, no va a beneficiarse, porque no tenemos capitales. Lo que pasó en Davos se quedó en Davos.

Aunque suene paradójica esta situación que comentamos discutiendo esos modelos que a cualquiera le ponen los pelos de punta. Los norteamericanos, ahora son proteccionistas y los antiguos socialistas ahora son los pro-mercados. Como da vuelta la vida, cuando miramos, los intereses de las potencias que han sido siempre colonialistas, depredadoras, autoritarias y excluyentes. Se acabaron los discursos de izquierda y de derecha. Nosotros los comunitarios ácratas no participamos de las sobras de ese pastel. El pastel se ha vuelto agridulce o simplemente el coste de las cosas valen menos y no participamos de esos diálogos entre potencias.

Lo que ocurre hoy no es novedoso. Tenemos que volver a leer la historia de los primeros 50 años del siglo XX. Entre ellos, imperan los individualismos, autoritarismos y mala leche de unos pocos dirigentes que se imponen sobre el colectivo. Esa es su historia y está claramente escrita y sufrida por la humanidad por dos grandes guerras que destrozaron todo a su paso.

El lio por los territorios no es nuevo, forma parte de sus viejas agendas. Los cambios de territorios e infraestructuras estaban guardados en sus viejas gavetas expansionistas y eran desde siempre, consideradas claves para el control territorial, entre los llamados socialistas y los capitalistas. La verdad histórica es que no podían ni uno ni otro esas mirada expansionista. En sus  portafolios expansionistas está como mira el control de los océanos y mares. Empero, los acuerdos políticos, entre imperios coloniales, tras las dos grandes guerras del siglo XX, caso del golfo de México, Canadá. Groenlandia, Canal de Panamá y otros que anunciaran pronto) no podían ser expuestas tan claramente, para no confrontarse con los avisperos que se organizó con los acuerdos de Yalta. Ya la historia no es la misma, para buen entendedor, pocas palabras bastan.

Los supuestos nuevos programas para consolidar el poder global son simplemente un constructo expansionista. Es como decirle a las élites emergentes, nosotros tenemos buenos traseros (militarismo), podemos controlar a los competidores aranceles (pugnas de mercados), defendemos nuestros ciudadanos (populismo falso) volveremos a controlar nuestro espacio vital (El Lebensraum),  volveremos a impulsar el paradigma energético, basado en  la explotación de los combustibles fósiles (la falacia mejor relatada de los nuevos tiempos, porque nunca se ha dejado de explotar este tipo de energía, prueba contundente el calentamiento global). Ese es el nuevo coro celestial que se cantaleteo en Davos.

Y siguen exponiendo otros viejos discursillos: las mujeres no abortaran, los gays a sus confinamientos, los comunitaristas a callarse.  Los machos con bolsillos abultados de capitales, tienen un grueso portafolio narrativo, para los ilusos. Y son esos relatos lo que escuchamos, por todos los medios de comunicación. Entre ellos, no hay una diferencia salvaje, ni radical de cómo adoran al “mercado impoluto capitalista” como lo dibuja Milei en su discurso en Davos. Ya no tienen vergüenza, son lo que son y a quién le importa.

Esos muchachos de Davos con pensamientos universalistas tienen una clara impronta ideológica sobre el mercado. Su ideología es consciente y presente: la que el mercado tiene que crecer para que todos estemos contentos. Esa es su gran falacia histórica, la del bienestar con el crecimiento desmedido del PIB y de sus capitales.

Actualmente, no ha cambiado, los absolutismos nacionalistas, liberales o los llamados socialistas, o cualquiera de los híbridos políticos en lo que se fundamente, la política mundial para lograr imponerse entre los gentiles.

Dentro de este tumulto de aparente cambio, aparecen los chinos riéndose a carcajadas, con su nuevo DeepSeeker v3 de inteligencia artificial. De verdad, que le dieron un puntapié al ChatGPT de la OpenAI. No me apandillo con nadie, pero está claro que fue una respuesta, a los hombres duros que están ahora controlando el mundo en el llamado occidente. Viejos juegos competitivos de esos grupos de poder.

Y mientras miramos esos regalitos que son envueltos en celofán, nos enfrentamos, a los mismos dilemas, ¿qué va a pasar con los trabajadores y trabajadoras del mundo? A dónde va la riqueza del planeta. Lo de siempre, a pocas manos.

Todo el esfuerzo teórico y empírico de las mujeres por nuestros derechos reproductivos, poder político, territorio corporal, entre otros, se fue al carajo con los discursos del poder patriarcal que claramente se expresaron en Davos, sin contradicciones entre esas élites. La respuesta es clara, quieren mandar a las mujeres a la cocina y convertirnos en cuerpos vendibles en el mercado capitalista. No hay respuesta para las mujeres con estos discursos de odio, expresado por Milei o Trump. ¿Qué hacer para enfrentar a esa pandilla de machos autoritarios?

La respuesta no es simple. Necesitamos articular un discurso coherente con los nuevos tiempos y poner en práctica una estrategia política para confrontar esas políticas misóginas. A mi humilde entender, tenemos que seguir luchando por nuestros derechos, por la igualdad entre los géneros y proponer otras formas de lucha contra los autoritarismos patriarcales. Apuesto a la calle para defender la justicia social y el derecho a vivir.