Muchos de los ciudadanos dominicanos aún no saben que en la estabilidad económica y social que nuestro país puede exhibir, con orgullo al mundo, están las manos del trabajo honrado de nuestros hermanos que viven en tierras extrajeras.

Los medios de comunicación recogen, nuevamente y como siempre, los aportes económicos que recientemente han ingresado al país como aporte de nuestra diáspora a su nación, a la que sueñan regresar, muchos de ellos, “en el retorno soñado en la intimidad de la conciencia”.

Ya sabemos que el monto de dinero aportado por la diáspora por concepto de remesas entre el mes de enero y mayo de este año 2025 asciende a la suma de US$ 4,903.0 millones, aumentando casi en 12% en comparación con el año pasado.

En ese sentido, se evidencia que, a pesar de los problemas que muchos de nuestros compatriotas enfrentan junto a sus familiares, por asuntos que conocemos, los dominicanos no se detienen ante nada, cuando se trata de aportarle a su país el fruto económico y humano de su trabajo.

Estoy entre los dominicanos que han palpado y vivido en carne propia viendo a nuestros hermanos por las calles de muchas ciudades del mundo, haciendo camino al andar sin que transcurra un minuto en el que dejen de pensar en su país y los suyos.

Sin embargo, frente a esa realidad evidenciada de aportes en términos económicos por parte de nuestros hermanos en el exterior, el Estado dominicano ha carecido históricamente de atenciones de reciprocidad con nuestra diáspora.

La relación de los políticos con nuestra diáspora se circunscribe más a las cuestiones de las campañas electorales, que a legislar y tomar medidas administrativas que beneficien, en sentido general, a este inmenso y determinante sector de la población dominicana.

Estamos moralmente llamados a cambiar nuestra visión política y humana con respecto a los dominicanos que viven en tierras extranjeras.

Rafael Nino Féliz

Educador

Nacido en El Cachón, Barahona. Graduado de Licenciado en Educación con mención en Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo UASD. Se desempeñó como técnico de varios departamentos del Ministerio de Educación. Director de Organización de la Oficina de Desarrollo de la Comunidad (ODC). Director de la Dirección de Bienestar Estudiantil; Tesorero General y dos veces Vicerrector de Extensión. Actualmente docente en las cátedras de Teorías y Crítica de la Literatura y Letras Básicas. Ha publicado más de diez libro de poesía.

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