En 1945, al concluir la Segunda Guerra Mundial, la recién creada Organización de las Naciones Unidas convocó a una asamblea en Inglaterra a los ministros de Educación y Cultura para crear un organismo conocido como UNESCO, para la recuperación de la educación, la ciencia y la cultura en los países envueltos y devastados por la guerra. De los 40 países convocados, 37 votaron a favor. Dominicana no estuvo presente en esta reunión, pero ingresó ese mismo año a este organismo internacional.
Las Convenciones y aprobaciones de la UNESCO son compromisos de Estados, que deben ser implementados y estar insertados en las políticas públicas de los organismos de Cultura y Educación de cada país, convirtiéndose así en acuerdos internacionales, los cuales son evaluados cada año en una asamblea institucional, pero los países que no cumplen, como el nuestro, evaden esta realidad, con el agravante de que la documentación oficial institucional de este organismo es desconocida por los ministerios que deben implementar sus recomendaciones.
La base de las propuestas de la UNESCO es la diversidad cultural y la no existencia de una cultura superior o inferior a otra, sino que son culturas diferentes y de ahí el respeto a la diversidad, donde el folklore, la cultura popular, son la base de la identidad de cada país.
I.I La Unesco y el folklore
En la medida en que se fue transformando la sociedad, la élite gobernante definió lo que era arte y lo que era cultura, la recreación individual, donde su producción era sublime y superior, identificada en la articulación de lo que se bautizó como las Bellas Artes como identidad, contrario a la producción del pueblo, que no era ni lo uno ni lo otro, sin ningún valor, expresión rústica y salvaje, producida por ignorantes que ni siquiera sabían leer y escribir.
Todo cambió cuando William John Thomas, con el seudónimo de Ambrosio Merton, en la revista inglesa El Ateneo, planteó que todos esos cuentos, adivinanzas, música, bailes, danzas, etc. son partes integrantes del FOLKLORE. Folk: saber, Lore: pueblo. Lo que quiere decir, el saber del pueblo, y pidió que sus protagonistas fueran conocidos como folkloristas.
Luego, a los estudiosos del folklore pasaron a denominarse folkloristas, de tal manera que folkloristas eran los protagonistas y los estudiosos del folklore. Aunque algunos soñadores consideraban que el folklore era un conocimiento particular, científico, en realidad pasó a ser un conocimiento de las ciencias sociales, parte integrante de la antropología sociocultural.
El folklore se convirtió, además, en un espacio creativo de resistencia cultural, cuyo protagonista era el pueblo, que definía su propio contenido, el cual muchas veces no coincidía con la visión del mundo de las élites y se convertía en subversivo.
Pero la UNESCO trabaja con los Estados y no con los pueblos; por eso, a pesar de que el folklore y la cultura popular en términos generales son la base de la identidad de cada pueblo, lo sustituyó por abstracciones ideológicas, descomprometidas ideológicamente, con terminologías “inocentes” como “cultura tangible e intangible”. Como “intangible” es lo no alcanzado, fue adoptada innecesariamente lo de “material e inmaterial”, ya que las manifestaciones folklóricas contienen lo mismo. En realidad, fue una forma de marginal al folklore como temático institucional.
1.2. La Unesco y la neocolonización
Las propuestas de la UNESCO no son recetas infalibles, pero los burócratas en diversos países las presentan como dogmas, acríticamente, sin importar las realidades de cada país, como respuestas fanatizadas, ideológicamente alienadas. Es una neocolonización de la periferia al centro, donde para ellos, lo que diga la UNESCO es sagrado, no puede ser cuestionable. Eso es falso; realmente son propuestas para ser implementadas acorde con situaciones e identidades de cada país.
La ruptura de la neocolonización ideológica-política se produce a partir de una visión crítica, cuestionadora y creativa de las propuestas UNESCO en coherencia con las identidades de cada pueblo.
En nuestro país, históricamente, además de la neocolonización, hay varios obstáculos con relación a la UNESCO: a). Un desconocimiento sobre la documentación de las propuestas aprobadas por la UNESCO, las cuales deben ser incluidas en la definición de las políticas culturales de los ministerios de cultura y de educación cuando las mismas son desconocidas por los funcionarios responsables y algunas veces hasta por el propio ministro; b). Inexistencia de continuidad de la política de los programas de Estado, porque casi siempre los ministros que llegan cancelan a técnicos y especialistas para poner sus equipos que desconocen a la UNESCO, ignorando las acciones de las administraciones anteriores, prometiendo algo nuevo y repitiendo lo mismo o peor; c). Estas debilidades son aprovechadas por el sector privado para implementar proyectos que no son apoyos, sino apropiación de espacios para comercializarlos, lo que impide el acceso al pueblo y muchas veces convertirlos en espectáculos; d). Históricamente en el país, la representación dominicana de la UNESCO ha tenido una diversidad de roles diferentes, con ausencia de actividad de difusión, sin publicaciones y sin la organización de actividades propias de ese organismo.
(NOTA: Resumen de la ponencia en Feria del Libro del Archivo G. de la Nación dedicada a mi persona. Con agradecimiento a Roberto Cassá, su equipo de trabajo, a mis amigos y amigas, a mis hijos, María Isabel, Juan José y Martha Milagros. Igualmente, a Clara y Angito, mi hermana-hermano, y de manera particular a mi esposa Amarilis Mota).
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