La pérdida de un provincial y el día internacional de la mujer

Hace varias semanas que la institución naranja tuvo que pasar por la tristeza de haber despedido de esta tierra a uno de sus provinciales. Conmemorar también el “Día Internacional de la Mujer Trabajadora”.

Después de varios días de quebrantos de salud el director provincial de Samaná, señor Francisco Álvarez Ortiz, partió de este mundo, dejando en su natal provincia un legado de entrega en favor de la protección y seguridad de la gente de su pueblo, ese que en playas de arenas blancas y aguas cristalinas disfrutaban de días de pausas.

Sus familiares, amigos, compueblanos y compañeros de institución lo despidieron dándole un último adiós, un hasta luego como se lo merecía; recordándole como lo que fue, un hombre entregado a su comunidad.

Mientras despedíamos con honras fúnebres a Francisco se acercaba la conmemoración del “Día Internacional de la Mujer Trabajadora”. Las banderas de diversos colores y naciones ondearon por los derechos de la mujer en esa semana de marzo.

Se recuerda el 8 de marzo de cada año a la mujer y la Defensa Civil reconoce a sus integrantes. Es el día internacional por los derechos de la mujer y la paz, ese que resuena que hay que seguir combatiendo las desigualdades de género.

Luchar por sus derechos en tiempos normales y en momentos de tragedias. ¿Cómo recordarían las mujeres de Gaza, Palestina y Ucrania el 8 de marzo de 2025?  Las catástrofes hacen que las mujeres sean más vulnerables, limitándolas al acceso a la información y a los servicios básicos de salud, alimentación, entre otros.

Siempre que las mujeres están en el centro de una guerra son abusadas.  Las desigualdades de género aumentan durante la ocurrencia de una tragedia, son forzadas a una situación de inseguridad.

En el día internacional de la mujer, a las de todo el mundo y en especial a las que sufren por las sinrazones de las guerras, incluyendo a las que trabajan en el sector emergencias y desastres, son ustedes merecedoras de paz, amor y vida eterna.

Reconocerlas y honrarlas no solo el 8 de marzo, sino todos los días en cada mañana, tarde y noche, es un deber y una obligación.  Ellas son luces que irradian el camino en cada acción de respuesta en una crisis y en la reducción del riesgo de desastres.