I: Sobre el documento y otros objetos: Siguiendo la hilaridad del presente título, cabe destacar que la cedula de identidad la rige una ley, no una voluntad particular. Además, como documento registral, por efecto de la categoría de ciudadanía que la Constitución inviste a los dominicanos, y los acredita, como diría el Indio Duarte, como hombres y mujeres y símbolo de la existencia de una sociedad determinada que forma una nación. Puntualmente, según el artículo 67 de la ley 20-23-Organica del Régimen Electoral-, la identidad de las personas se define como; el conjunto de rasgos propios de un individuo que lo caracteriza frente a los demás. Y punto.

Para entrar en precisiones puntuales, este documento ha pasado un gran periplo de existencia, partiendo primeramente, de la ley 247 del año 1931, y así ha seguido la ruta siguiente; la ley 390-92, la 6125-62, y la ley No. 8-92, que dispuso la fusión del registro civil y el electoral en un solo documento y que fuera administrado por la JCE. Dicha normativa recoge en su artículo 5 que, tiene un tiempo de validez de seis años a partir de su expedición y que fuera modificada por la ley 26-01, que introdujo cambios, en caso concreto, al artículo 5 y, que en vez de seis años su validez, se elevó a diez años de vigencia.

En efecto, la cedula que aún se está usando actualmente, es la firmada por el saliente presidente de la JCE del momento, Dr. Roberto Rosario Márquez, en el año 2015 y con fecha de expiración en el 2024. En tal situación, el actual pleno que preside el Dr. Román Andrés Jaquez Liranzo, para las elecciones del 2024, extendió la actual cedula de identidad y electoral hasta la fecha actual. Sin embargo, ya está vencida porque se cumplieron los diez años de vigencia que le otorga la ley que rige la materia. Al respecto, el actual pleno,-2024-2028-, para fines de actualizar la que aún se usa,-que ahora es la vieja-, emitió la resolución No. 15-22, en la cual extendió el plazo de renovación y estableció la fecha de inicio del nuevo proceso de renovación para el 17 de agosto de 2024, sin embargo, a pesar de la fecha de vencimiento impresa en dicho documento, las cédulas actuales siguen siendo válidas para todos los trámites y el ejercicio del derecho al voto hasta que concluya la sustitución, que será anunciada públicamente por la JCE.-Y ya está anunciada.

Pero como diría Anthony Ríos, ¡como quiera es prisión!, y no bien se ha anunciado que la nueva cedula no podrá ser la misma que cuando concho primo, sino, que garantice un blindaje íntegro del principal insumo de la democracia representativa que se fundamenta en el voto individual de cada ciudadano, al cual debe custodiársele su identidad. Y entorno a este interés, distintos sectores han armado un avispero que llama a la interrogante de, ¿ Y si lo hacen impulsado por la resistencia al cambio o porque la garantía de transparencia de la nueva cedula le tranca el camino al caos y que se siga pescando en ríos revueltos?

Y para ponernos claro, cabe decir que según el artículo 20, numeral 12 de la ley 20-23, o sea, la Orgánica del Régimen Electoral,-en la materia-, es una facultad exclusiva del pleno de la JCE, “modificar, mediante resolución, el diseño, formato y contenido de la Cédula de Identidad y Electoral, y de las Cédulas de Identidad y como le corresponde dentro de sus funciones, ya lo hizo. Y a mi juicio, se conectó con el primer considerando de la ley 8-92 (modificada por la 26-01, las cuales, como primer interés apremia hacia el fortalecimiento institucional y modernización del Estado y, dentro de otras cuestiones que ha conllevado este criterio,  se contempla la reestructuración del sistema electoral, a la luz de las experiencias acumuladas como producto de las sucesivas elecciones celebradas en el país en la etapa histórica vivida a partir de 1961… y ahí se funde la cedula de identidad y el registro electoral para llamarse, Cédula de Identidad y Electoral, o sea, que sirve para las dos funciones. A mi juicio, y expreso mi voto a favor de la nueva cedula, y no solo porque resulta bonita y hasta engalana mi billetera y eleva un poco el glamour dominicano en materia registral, sino por los aspectos estructurales que nos brinda.

Dentro de esos nuevos elementos, caben sintetizar los siguientes: 1) un chip y otras medidas de seguridad, que corrige las deficiencia de la ya vieja-por la propia modernización y la era de la inteligencia artificial-, 2) garantizar evitar la adulteración ya que –la nueva-, corrige que se pueda simular la impresión con impresores convencionales y que se venden en el mercado, 3) las fotografías están blindadas, más que, la evolución de la tecnología ha facilitado que anden en las calles miles de cedulas falsas y que están en manos de extranjeros ilegales,4) el material del nuevo documento, a utilizarse, es policarbonato, utilizado en la mayoría de los países, como el caso de los Estados Unidos, Reino Unido, Finlandia, México, Ecuador y Uruguay, asimismo, dispondrá de ventanas con efectos grabados y gofrado que evitarán ser reproducidas. Pero además, y esto me gusta, la fotografía será de ultima fidelidad, con garantía de impresión en equipos de alta tecnología-robotizados-, en un centro exclusivo a funcionar en el país, y finalmente, por ser una síntesis, dentro de las especificaciones, también se contempló que en el chip, se incorpore a la cedula la verificación de la identidad en línea, o como se le llama técnicamente, offline.  Y finalmente, contendrá firma electrónica, nombres en relieve que permitirá la comparación biométrica de una huella grabada en el chip (…) (nuevos elementos extraídos de Diario Libre, en un reportaje calzado por Niza Campos, en fecha 4 de enero del 2024), ahora a todo lo anterior se agrega, a) identificación internacional sin pasaporte, útil en casos de pérdida o emergencia, reconocimientos en aeropuertos OACI (Z101 Digital: Republica Dominicana estrena cedula electrónica: más segura…)

II: La resistencia al cambio: Resulta de rigor que siempre habrá una reacción a las adaptaciones de los cambios, al pasar, de lo obsoleto a lo moderno. Constituye una cultura esencial del ser humano. Quizás, al moverse del confort de lo tradicional, genera psicosociológicamente, por instinto, oponerse a lo nuevo. Eso es excusable y no obedece ni a plan ni intenciones dañinas, sino a reacciones naturales. Ahora, agregar instintos arcaicos a las soluciones de mutar con los tiempos, resulta intransigencia. Y lo peor se observa si existen prohijadores de medios comunicacionales, que convierten los temas en interés de busca de rating y sonido a favor de sus plataformas virtuales que les genera regalías de conexiones y seguidores. Por lo general, estas resistencias tienen sus nichos, los cuales se identifican de los sectores conservadores que, aunque no tienen muchas incidencias, crean un gran ruido y alharaca que siembran desconciertos y confusiones en un gran conglomerado social. Si es hasta ahí, solo nos resta invitarles a compartir el gran sentido de pertenencia y la garantía a la paz y el sosiego electoral y registral que ha de garantizar la nueva cedula como está diseñada.

III: Temor a la transparencia: A mi juicio, en un país que aun subyace el síndrome de los temores, heredados del régimen de Trujillo, sociológicamente, no cabe duda, ha de existir grandes grupos que se podrían beneficiar del caos. Y así ha sido en el tiempo. Y por efecto, su naturaleza es propiciar trastornos para perturbar la marcha de la transparencia y atajar decisiones que sin lugar a duda, vacunan contra la teoría de la conspiración. Por tanto, haciendo conciencia, con todos los insumos garantistas que representa la nueva cedula, creo que la peor excusa-que no sea sensacionalismo-, sería el satanizar el costo del orden. Sin ánimo de polemizar, ya se sabe que el proyecto iniciar se sustentó en un presupuesto de 6 mil millones de pesos. Y que ahora, al abrir el sobre lacrado del único oferente, resultó, 1,200 millones por encima de lo estimado por la JCE. Y no incitamos al gasto, pero, ha dicho Fernando Tuesta, la democracia cuesta (…), y finalmente, cabe recrear un ejercicio matemático que le he hecho al posible costo económico-porque el de la paz electoral es innegociable-, y aunque yo no tenga habilidades matemáticas, cabe aterrizar el hipotálamos y referir, que seis mil millones,-cuya inversión es por diez (10) años, al Estado dominicano-dije inversión, no gasto-, le representa, además de la paz política y electoral, una inversión de 1,643,825 pesos anuales, o sea, menos, muchas veces lo que se apuesta a las patas de los gallos o lo que se lleva entre los pies cualquier acto de corrupción en un día. En mi calidad de politólogo y tratadista de temas electorales y políticos, mas, en mi condición de defensor del sistema democrático, os digo, por lo ante expuesto, enhorabuena a la nueva cédula de identidad y electoral.

José Lino Martínez Reyes

Abogado

José Lino Martínez, es suplente en la Junta Central Electoral, abogado, especialista en derecho electoral.

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