Desde el inicio de su dictadura, Trujillo dispuso una serie de medidas para que la Universidad sirviera como un instrumento de legitimación de su régimen, por lo que implementó un férreo control sobre la Universidad de Santo Domingo que era la única que funcionaba en el país en ese momento. Entre sus medidas destaca la ley No. 531 del 23 de junio de 1933, la cual le otorgaba al poder ejecutivo la “facultad de nombrar los catedráticos y sus autoridades”. Así pues, se impusieron profesores leales al régimen ya que los catedráticos y autoridades universitarias eran fundamentalmente seleccionados por su adhesión política al trujillismo. Dicha ley derogaba la No. 1310 del 28 de junio de 1930 promulgada durante la presidencia provisional de Rafael Estrella Ureña en la que se establecía “el procedimiento de concurso de oposición para acceder a la cátedra”.

En su obra titulada Historia de la UASD y de los estudios superiores, el historiador Franklin Franco señala que “a esa ley le siguió el decreto No. 857 mediante el cual fue ratificada la permanencia de parte del profesorado universitario existente -pero no aquellos que habían ofrecido signos de disidencia- más un amplio grupo de intelectuales ingresados a su proyecto dictatorial”. Entre los expulsados en ese primer grupo de profesores, se recuerda al Dr. Ramón de Lara, prominente médico implicado en una conspiración contra Trujillo, quien tuvo que marcharse hacia el exilio en Venezuela donde sirvió como catedrático en la Universidad Central de Venezuela con sede en Caracas. Con la Universidad de Santo Domingo bajo su absoluto dominio, se fue perdiendo cada vez más su esencia crítica y respondiendo a los intereses del régimen por medio de la imposición del culto a Trujillo. Así pues, se organizaron actos de exaltación al dictador dentro de la universidad, y se obligó a la comunidad académica a participar en ellos bajo amenaza de represalias.

El 6 de octubre de 1934 se aprobó la ley número 755 con la que se “autorizó la concepción del título Doctor Honoris Causa, al Generalísimo Rafael Leonidas Trujillo Molina, como el primer Doctor Honoris Causa de esta Universidad. Dos días después, el señor rector de conformidad con la resolución que establecía el título de Doctor Honoris Causa para “aquellas personas que se juzguen merecedoras de tal distinción, por las obras meritorias que hayan realizado en favor del progreso y la cultura del país o la humanidad” dio lectura a la propuesta que, a nombre del Consejo Universitario, había redactado para someterla a la consideración de la Asamblea de Facultades a fin de que confieran al Honorable Presidente Trujillo el grado de Doctor HONORIS CAUSA de la Universidad de Santo Domingo”. El acta de dicha sesión extraordinaria estaba “compuesta de 4 hojas, y fue preservada sirviendo de “prueba inequívoca de tal investidura y que será copiada íntegramente como prueba ocular de lo expuesto”. En ese sentido, el 17 de octubre de 1934 le fue conferido al tirano el doctorado por la Facultad de Derecho.

Siguiendo con esos actos en favor de la persona de Trujillo, se debe resaltar la resolución de 1935 en la que el Consejo Universitario elevaba “un acto de protesta contra el atentado a la vida del General Presidente Rafael Leonidas Trujillo, hecho ocurrido en ese mismo año”. De igual modo, en diciembre del 35, la Universidad de Santo Domingo “a través de su órgano ejecutor y máxima autoridad, el honorable Consejo Universitario, solicita y aprueba la concesión del Premio Nobel de la Paz, para el Benefactor de la Patria”. Los actos de pleitesía y adulación al dictador no se detenían, siendo uno de los más elocuentes “la designación con el nombre de Gabinete de Dentistica Operatoria Presidente Trujillo”, al edificio de la Facultad de Cirugía Dental en donde también “se colocó el retrato del Presidente Trujillo en el mismo”, en febrero de 1937.

El 5 de marzo de 1937 fue creada la agrupación juvenil denominada “Guardia Universitaria Presidente Trujillo” entre cuyos fundadores estuvieron: Dr. José Enrique Aybar, mayor comandante; Ma Garrido, Rodolfo Bonetti Burgos, Alfredo Mere Márquez, Héctor Barón Goico, Máximo Llaverías Marty, José María Nouel Simpson, Carlos Cornielle hijo, Rogelio Mañón y otros”. Esta estructura paramilitar se fundó siguiendo un esquema que tenía como cadena de mando la siguiente línea jerárquica: Comandante, cargo ocupado con el rango de mayor, Plana o Estado mayor, compuesto de un conjunto de oficiales (capitanes y tenientes) y cadetes, que componían la mayoría. Estos últimos se dividían en dos categorías: cadetes uniformados y sin uniformes. No existió el rango de raso”. Agrega Franklin Franco que “en cada Facultad se organizó un equipo de esta guardia, a cuya cabeza se encontraba un oficial superior encargado de su dirección”.

Este cuerpo represivo estaba compuesto por estudiantes organizados que respondían políticamente al gobierno de Trujillo a los fines de garantizar la vigilancia y el adoctrinamiento de la comunidad académica. Su presencia en el campus universitario aseguraba la obediencia al régimen trujillista y la erradicación de cualquier vestigio de oposición. En el marco de la conferencia titulada La Guardia Universitaria Presidente Trujillo, del 23 de septiembre de 1941, el Lic. Max Garrido expresó los criterios fundamentales que justificaban la creación de esta estructura paramilitar al indicarnos que “Ahí están como ejemplo vivo las universidades de algunos países vecinos, en donde el clamor de la voz ingeniería desordenada acalló en ocasiones el sereno discurrir de la palabra docta de los sabios maestros. Ahí están como ejemplo vivo las crónicas que relataron en más de una ocasión como los estudiantes universitarios de países vecinos convirtieron las aulas en cuarteles y levantaron barricadas detrás de la estatua del alma mater para debatir pasiones ensangrentando los peldaños del pórtico en menoscabo de la Majestad de la ley y en detrimento del porvenir de la patria”.

Al retomar sus críticas sobre los movimientos estudiantiles reformistas, que se venían desarrollando en Latinoamérica desde la reforma de Córdoba en 1918, Garrido expresó “bueno recordar que de estas universidades hispanoamericanas surgieron casi siempre los brotes subversivos que irritaron a nuestros pueblos, quebrantando la paz pública, aunque aún hayan quienes traten de cohonestar estos hechos, invocando el ardimiento de las juventudes o juzgadas por doctrinas exóticas, utópicas por adversas a la idiosincrasia nuestra, contrarias a las doctrinas democráticas y reñida con los regímenes políticos hispanoamericanos”. En la próxima entrega veremos el accionar de esta estructura y sus objetivos para la dictadura desde finales de la década de los 30 's mediados de los 40′ s.

Raúl Pérez Peña (Bacho)

Periodista

Raúl Pérez Peña (Bacho). Periodista.

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