Apoyándonos en un libro de Edith Stein del 1936 (La filosofía existencial de Martin Heidegger) vamos desandando el proceso de constitución del fundamento de la filosofía existencial. Aunque es indudable que autores como Kierkegaard, Nietzsche, Unamuno y Kafka son auténticos antecedentes de la filosofía existencial, no será hasta la publicación de Ser y Tiempo de Heidegger en 1927 que el existencialismo establece su principal apoyo filosófico. Lo que en los anteriores eran intuiciones, pulsiones afectivas en muchas ocasiones, en Heidegger es un argumento conceptual, es filosofía.

Como hemos visto en entregas anteriores Heidegger denuncia el olvido que la filosofía occidental venía arrastrando a la hora de definir lo que era el ser y él se propuso como tarea resolver dicha cuestión. A la vez develó claramente que la pregunta por el ser exigía un preguntado que indudablemente era el mismo que preguntaba. Esto lo indica claramente Stein en su obra: “Para obtener una respuesta a la pregunta por el sentido del ser, dice Heidegger, hay que preguntar al ente y no a uno cualquiera sino al ente a cuyo ser pertenece la pregunta por el sentido del ser y una cierta comprensión provisional (preontológica) del ser. A este ente que «somos en cada caso nosotros mismos» se le llama Dasein”.

Es en quien pregunta y a quien pregunta donde se desata lo que llamamos existencialismo. Pregunta y preguntado que únicamente pueden resolverse como acto personal, “en cada caso nosotros mismos”, todos, pero cada uno particularmente. Stein abre el problema a partir de ese hecho. “Puesto que su comprensión del ser no sólo se extiende a su propio ser, llamado existencia, sino también al que no es conforme a tal, «la ontología fundamental, que está a la base de todas las otras ontologías, debe ser buscada en la analítica existencial del Dasein»”.

Es el ser del Dasein la existencia y reclama por tanto una analítica existencial. Ya que desde esa analítica existencial es posible, única vía posible, “se establece la base de todas las otras ontologías”. Debido a su particular naturaleza el Dasein se abre a la búsqueda del ser, ya con una cierta percepción preontológica (si no, no podría preguntar por el ser) y sin una esencia determinada. Es su existir mismo lo que lo constituye en cuanto pregunta y en cuanto es preguntado. Y su existir surge como experiencia temporal, permanentemente menesterosa de su sentido y si no se traiciona a si mismo, constantemente en búsqueda del ser. Todas las construcciones ideológicas y creencias, en el seno de todas las culturas, son evasiones a la verdadera experiencia de lo humano en cada caso es preguntar y ser preguntado por el ser.

La comprensión de Edith Stein de la mayúscula tarea de Heidegger que lo llevará a postular el principio fundamental del existencialismo, la lleva a ubicar el orden que sigue Ser y Tiempo. “…la primera parte de la obra (la dedica) a la interpretación del Dasein: la primera sección contiene un análisis preparatorio del mismo; la segunda quiere señalar «la temporeidad como el sentido del ser de ese ente que llamamos Dasein» “. Es el tiempo donde se encuentra el sentido del ser del Dasein. Es la posibilidad para la existencia. Estudiar el tiempo, desde la existencia, es la tarea que en Ser y Tiempo establece Heidegger.

La temporeidad pasa a convertirse en la cuestión misma de la compresión del ser en el Dasein. Lo señala Stein: “Y puesto que al ser de este ente pertenece la comprensión del ser, el tiempo «deberá ser sacado a la luz y deberá ser concebido genuinamente […] como horizonte de la comprensión del ser, a partir de la temporeidad en cuanto ser del Dasein comprensor del ser»”. Es el tiempo el horizonte de la compresión del ser para el Dasein en cuanto existente. Punta de lanza de la crítica conta todo esencialismo y discurso teorético que no parta de la existencia misma del Dasein. Y esto desde el inicio mismo de la pregunta. Tal como Stein lo enfatiza: “La investigación preparatoria caracteriza como perteneciente al ser del Dasein que es cada vez el mío (esto es, singular, no general), que se comporta respecto a sí mismo y que este su ser o su existencia es su esencia”.

Desde el mismo Dasein y su particular forma de abrirse al ser en Heidegger se establecen las bases del existencialismo y literalmente se barre contra todo el esencialismo precedente del pensamiento occidental. Dejo como último párrafo a Stein señalando ese hecho.

“Lo que pertenece a la estructura de este ser se denomina existencial. Los existenciales corresponden a las categorías de lo que está-ahí. Pero el Dasein no es algo que esté-ahí, no es un qué, sino un quién. No tiene posibilidades como se tiene algo en propiedad, sino que es sus posibilidades. Su ser propio es hacerse consigo. Los vocablos “yo”, “sujeto”, “alma”, “persona”, así como “hombre” y “vida” se evitan porque o bien significan una cosificación del Dasein —se tilda de error de la ontología antigua y de la dogmática cristiana haber subsumido el Dasein bajo las categorías de lo que está-ahí—, o bien no explican qué clase de ser no-cósico mientan”.

David Álvarez Martín

Filósofo

Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Especialista en filosofía política, ética y filosofía latinoamericana.

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