En castellano el texto sobre La filosofía existencial de Heidegger de Edith Stein se publicó en el 2010 a partir de un edición en alemán del 2006. La traductora fue Rosa Sala Carbó. Ese texto es un apéndice de la obra de Stein titulada Ser finito y ser eterno: ensayo de una ascensión al sentido del ser, que es la obra filosófica más importante de ella y fue terminada en 1936. Las citas en castellano de Ser y tiempo de Heidegger en la edición del 2010 de Stein fueron tomadas de la traducción al castellano de Jorge Eduardo Rivera del 2009. Es importante destacarlo porque la traducción más conocida en lengua castellana es la de José Gaos del 1951.

Edith Stein aborda el texto de Heidegger desde los mismos presupuestos del autor: la cuestión del ser. “La meta de la obra es «plantear de nuevo la pregunta por el sentido del ser», objetivo que se justifica, de un lado, por la primacía objetivo-científica de la pregunta por el ser: «Toda ontología […] es en el fondo ciega y contraria a su finalidad más propia si no ha aclarado primero suficientemente el sentido del ser y no ha comprendido esta aclaración como su tarea fundamental»; y, de otro, por la afirmación de que dicha pregunta no sólo no ha encontrado una solución satisfactoria hasta ahora sino que ni siquiera se ha planteado adecuadamente”. (Stein pp. 27-28)

Desde su punto de partida Heidegger toma la cuestión fundamental de la filosofía desde su raíz. Es imposible no comenzar por la pregunta del ser ya que toda ontología tiene por tarea ineludible comenzar por ella. Sin esa aclaración, y aclaración apoyada en la “primacía objetivo-científica”, todo paso que pretendamos dar hacia una metafísica o hipótesis científica son palabras vacías. Donde está la grave cuestión en el autor de Ser y tiempo es que él afirma que esa cuestión no ha sido planteada correctamente y por tanto lejos estamos de tener una solución a ese problema. Tal asunto está en el inicio mismo de Ser y Tiempo y Stein lo presenta desde la primera página de su ensayo.

Continúa Stein su comentario: “Según Heidegger, los intentos más importantes de abordar la cuestión (por parte de Platón y Aristóteles), no pudieron alcanzar su objetivo porque, para la ontología antigua, el ser era el estar-ahí, que no es sino una determinada manera de ser. A resultas de ello, siempre se ha presupuesto que el ser es lo más general y evidente, lo que ya no admite ni necesita definición. Y, a partir de entonces, la ontología antigua ha continuado vigente no sólo durante toda la Edad Media sino también en los pensadores más influyentes de la modernidad: Descartes y Kant”. (Stein p.28)

Es evidente la pretensión de Heidegger de superar toda la filosofía occidental al proponer un abordaje de la cuestión del ser de otra forma que la heredada desde los griegos. Avanzar en la solución de dicho problema conlleva salir del círculo intelectual griego (en el que hasta la modernidad habita) y sembrar la cuestión del ser en otra tierra. Superar el estar-ahí, como el logro más elevado de griegos y modernos a nivel de la ontología, obliga a examinar la pregunta por el ser, no hay otra forma de hacerlo. En Heidegger, reconocido por Stein, el estar-ahí es una manera de ser, no el ser mismo. Eso condujo a que al referirse al ser se señalara que “el ser es lo más general y evidente”, lo que está siempre presente en toda juicio, pero carente de definición.

La tarea asumida por Heidegger debe primero que todo explorar la cuestión de la pregunta por el ser, su estructura, su componentes, incluso la direccionalidad de la pregunta, es decir, quién pregunta y a quién le pregunta. Ese aspecto Stein lo señala claramente citando a Heidegger. “Para obtener una respuesta a la pregunta por el sentido del ser, dice Heidegger, hay que preguntar al ente y no a uno cualquiera sino al ente a cuyo ser pertenece la pregunta por el sentido del ser y una cierta comprensión provisional (preontológica) del ser”. (Stein p.28) Dos cosas merecen atención. El sentido de propiedad de la pregunta por el ser que Heidegger asigna a un ente en particular y que dicho ente ya tiene una compresión provisional del ser previo a todo esfuerzo ontológico. Ambas afirmaciones podrían estar amarrando a nuestro autor al ámbito griego del que quiere salir, pero eso es tema de otro argumento, ya que Stein tiene como objetivo el fundamento del existencialismo en Heidegger.

La identificación del ente al cual preguntarle por el sentido del ser es más que evidente. “A este ente que «somos en cada caso nosotros mismos» se le llama Dasein”. (Stein p.28) Término alemán que se traduce como ser-ahí y que en gran medida Ser y Tiempo es una titánica tarea para darle contenido, para definirlo y diferenciarlo del estar-ahí. El término lo introduce Heidegger y es a la vez, lo veremos luego, la clave del preguntar ontológico de Heidegger y la cuestión fundamental para establecer el existencialismo como filosofía, tal como intenta demostrar Stein en su ensayo.

Ese punto de partida de Heidegger, que Edith Stein va analizando, fue preocupación de otros autores posteriores. Un buen ejemplo es el caso de Enmanuel Levinas, quien tal como comenta Eduardo Savrobsky- “…el adversario par excellence a quien Levinas debe enfrentar en Totalidad e infinito es Heidegger, y más precisamente el Heidegger de Ser y tiempo. La crítica a la ontología heideggeriana en cuanto “filosofía del poder (…) de la injusticia (que) permanece en la obediencia a lo anónimo y conduce finalmente (más allá de su oposición a la pasión tecnológica) a la dominación imperialista, a la tiranía” (Levinas 1992, 28)”. ¡La ontología no es tan inocente y tiene consecuencias muy concretas!

David Álvarez Martín

Filósofo

Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Especialista en filosofía política, ética y filosofía latinoamericana.

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