En mi último artículo de esta columna afirmé que uno de los signos distintivos de la nueva derecha es el escepticismo hacia los expertos y la tendencia hacia el antiintelectualismo, entre otras razones, porque identifica a los especialistas e intelectuales con los grupos que pretende suplantar. (https://acento.com.do/opinion/la-nueva-derecha-9478714.html).

Hace unos años, Thomas Nichols escribió un libro titulado La muerte de la experticia (2017) donde analiza el fenómeno de la crisis de los expertos. Este hecho no significa la ausencia de expertos, ni la reducción de las matrículas universitarias o de los estudios de posgrado, como tampoco se refiere a que hayan menos publicaciones especializadas. Se trata de un fenómeno sutil relacionado con la relativización de las voces especializadas, así como su marginación en los medios.

Por un lado, Nichols habla de una época marcada por una actitud relativista donde se entiende que el juicio de todas las personas tienen el mismo valor, aunque los individuos hablen sobre un tema careciendo de estudios o de la experiencia sobre el tema que es objeto de conversación. Lo vemos en las redes sociales, donde un joven influencer sin conocimientos especializados de medicina realiza recomendaciones de salud, un individuo sin estudios de psicología “explica la conducta humana”, una joven sin conocimientos de biología ni sexualidad explica las bases biológicas de la sexualidad femenina y, por supuesto, cualquiera que sabe enviar un Whatsapp expone sobre inteligencia artificial.

El hecho está vinculado con la revolución digital que ha posibilitado el acceso a la información inmediata y a las herramientas tecnológicas para la difusión de contenidos. Si bien el cambio tecnólogico ha dinamitado la concentración de la información por parte de algunos grupos empresariales, democratizando la circulación de las voces, también, ha popiciado la expansión de una industria del entretenimiento que se focaliza de manera exclusiva en la búsqueda del contenido divertido con el fin de monetarizar en cualquer aspecto de la vida, aún en aquellas áreas donde la seriedad y la serenidad del juicio deben prevalecer sobre el ruido del espectáculo.

Así, en la era donde la gente común dispone del mayor acceso a la información y al conocimiento de la historia, nos encontramos avasallados por la desinformación y por una vanidad relacionada con la carencia de la educación especializada.

Este fenómeno también se relaciona con un proceso de “emocionalización cultural”, donde la necesaria recuperación del rol de las emociones en nuestros procesos cognoscitivos y vitales, producto de la popularización de la crítica cultural a la Ilustración y de la investigacion neuropsicológica, ha devenido en una trivialización emotivista que fetichiza la intuición y las emociones en detrimento de la argumentación racional.

En la esfera pública, las consecuencias son nefastas porque nuestras sociedades requieren de un debate racional sobre sus problemas y la pura emocionalidad nubla el entedimiento para comprender la complejidad de los procesos sociales. Podemos apreciar los efectos de la carencia de un debate racional en el espacio público en fenómenos como: la inmigración, los efectos de la globalización, los populismos autoritarios, o las causas que generan la riqueza de las naciones.

Leonardo Díaz

Filósofo y ensayista

Doctor en Filosofía. Presidente de la Asociación Dominicana de Filosofía. Premio Nacional de Ensayo Científico (2014). Premio de Ensayo Pedro Francisco Bono (2012). Conductor del podcast de filosofía Conversaciones de la caverna y del programa De Ética TV. Miembro de Número de la Academia de Ciencias de la República Dominicana por la Comisión de Filosofía y Epistemología. Secretario de la Red Iberoamericana de Filosofía. Profesor Titular de la Carrera Nacional de Investigadores. Autor de Reflexiones filosóficas. Artículos de ética, política y filosofía (2018); Las tensiones de Thomas Kuhn: Una perspectiva crítica para los estudios sociales y culturales de la ciencia (2014); La filosofía y los espacios de la libertad (2012), así como de diversos artículos publicados en revistas especializadas nacionales e internacionales. (leonardodiazsd@gmail.com).

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