Asumo el reto planteado por el maestro Basilio Belliard y comparto con entusiasmo  mi experiencia al leer el ensayo que me recomendara: La sociedad paliativa, de Byung-Chul Han —filósofo surcoreano radicado en Alemania, conocido por sus profundas reflexiones sobre la modernidad— en el que se adentra en un tema incómodo pero esencial: el dolor. Tema que por demás me apasiona, y sobre el cual investigo últimamente.

En una época obsesionada por el bienestar, la comodidad y la evasión del malestar en cualquier ámbito, Han afirma que: “Vivimos en una cultura en la que se intenta anestesiar cualquier experiencia dolorosa, física o emocional, convirtiéndonos en sujetos incapaces de enfrentar lo negativo de la vida”.

El autor sostiene que nuestra sociedad, al medicalizar y trivializar el sufrimiento, termina privándonos de una faceta esencial de lo humano. El dolor, dice Han, no solo es inevitable, sino que tiene el potencial de ser transformador: un espacio de aprendizaje, de empatía y de profundidad vital. “Una vida completamente indolora sería una vida sin narración”, propone, alertando que la negación del dolor nos convierte en seres superficiales, atrapados en la lógica del consumo y el entretenimiento.

Han se conecta aquí con una larga tradición filosófica y literaria. Friedrich Nietzsche había dicho en el pasado que “lo que no me mata, me hace más fuerte”, indicando de esta manera la capacidad del dolor como fuerza productiva.  Mientras que Simone Weil, por su parte, lo concebía, en su mística radical, como el lugar en el que el alma se abre a lo absoluto.

En contraste, la cultura actual, según Han, busca ocultar el dolor detrás de fármacos, terapias rápidas y un discurso de autoayuda que lo niega o lo banaliza. El resultado es una sociedad incapaz de tolerar la frustración y, por ende, débil frente a la adversidad.

El ensayo comienza analizando la algofobia, miedo colectivo al dolor. Han lo caracteriza como una enfermedad social: el rechazo absoluto a cualquier tipo de padecimiento que conduce a la medicalización de la vida y a desestimar la muerte. En esta sociedad algofóbica, el dolor deja de tener sentido y se transforma en un error que es necesario corregir, en una anomalía que no se ajusta con la idea de felicidad ininterrumpida.

En otro de los capítulos principales, Han analiza lo que él denomina el deber de ser feliz. No es suficiente con no sufrir: la sociedad actual demanda una felicidad que sea evidente, perceptible y compartida. Las redes sociales, que operan como escaparates de bienestar, intensifican la positividad, la cual se vuelve un imperativo.

En este contexto, el dolor no solo se oculta, sino que también se experimenta como vergüenza. Demostrar fragilidad es sinónimo de fracasar. De este modo, nos volvemos incapaces de identificar nuestras propias heridas y las de los demás; esto destruye la capacidad para empatizar.

Tal vez el capítulo más esclarecedor sea el que presenta a Han describiendo el dolor como la verdad. En un mundo lleno de imágenes manipuladas y discursos que suavizan y simplifican, el dolor se manifiesta como lo irreductible. No puede ser simulado ni maquillado: duele o no duele. Por esta razón, sostiene Han, el sufrimiento nos enfrenta con la veracidad de nuestra condición como seres humanos.

La obra termina con una imagen inquietante, que evoca a Huxley y a Nietzsche: la del último hombre. Es el ciudadano que, ante todo, se siente a gusto con su bienestar inmediato, evita cualquier tipo de incomodidad y opta por ser supervisado o controlado antes que padecer. En este panorama, el sufrimiento ya no tiene lugar, y con él se desvanecen la grandeza, la perseverancia y la esperanza de una vida genuina.

Han ha señalado que, al quitar el dolor, no hemos conseguido la felicidad prometida, sino una especie de vacío. Una sociedad anestesiada es, además, una sociedad sin alma.

Numerosos críticos han señalado que La sociedad paliativa es uno de los ensayos más lúcidos de Han porque aborda una cuestión muy sensible en nuestra época: la falta de sentido y el anhelo de felicidad instantánea. El filósofo español José Luis Pardo, ha resaltado, que el pensamiento de Han opera como una señal de alerta ante un mundo “hiperpositivo”, donde lo doloroso se percibe como un error y no como experiencia de vida.

Otros críticos han comparado este libro con La sociedad del cansancio, otro texto emblemático de Han, en el que denunciaba la autoexplotación. Si en aquel el problema era el exceso de productividad, en este el enemigo es la anestesia generalizada de la existencia. Ambos, sin embargo, convergen en la idea de que la modernidad nos conduce hacia una vida cada vez más plana, sin densidad.

Leer, “La sociedad paliativa” es aceptar un reto intelectual y humano: dejar de temer al dolor y empezar a pensarlo como un reflejo necesario de nuestra fragilidad y grandeza. Han no invita a sufrir por sufrir, sino a recuperar la capacidad de habitar el dolor como parte de la condición humana, y a comprender que sin él no hay plenitud ni autenticidad.

En una época en la que requerimos analgésicos para todo —desde un pequeño malestar físico hasta una crisis existencial— este ensayo corto, pero profundo, nos hace ver que el dolor no es necesariamente un enemigo total, sino que puede ser un maestro.

Quien se adentre en estas páginas descubrirá no solo una crítica radical a la sociedad contemporánea, sino también un llamado a reconciliarnos con esa parte de nosotros mismos que, aunque duela, nos hace verdaderamente humanos.

Magaly Toribio

Mercadóloga y Hotelera

Magaly Toribio, Hotelera y mercadóloga por convicción, politóloga para intentar entender el mundo, amante de las palabras y la buena lectura. Ex- viceministra de turismo, reconocida en múltiples ocasiones por los principales gremios del sector turístico nacional e internacional. Experta en marketing turístico y gestión sostenible de destinos turísticos. Investigadora, académica y consultora privada de empresas, universidades y destinos turísticos. Presidente de la empresa TARGET Consultores de Mercadeo y creadora de la primera empresa del país suplidora de soluciones de movilidad para turistas con discapacidad, Scooters DR.

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