Quisiera detenerme sobre la muerte de Juan Tomás Llibre, quien perdió la vida de un infarto agudo al miocardio en la madrugada del dos de junio de 2024, mientras se encontraba detenido en la sobrepoblada celda de presos preventivos del Cuartel Regional de la Policía Nacional en Puerto Plata. Su partida enluta a las familias Llibre Miller y Amell Llibre.
Juan Tomás Llibre Miller, experto informático ya retirado y culto e inquieto estudioso, era hijo del inmortal de la declamación Juan Llibre y de Lidia Miller. Nos encontramos frente al ejemplo de una muerte que se hubiera podido evitar con atenciones médicas adecuadas y el respeto elemental de los derechos humanos.
En cada familia hay espíritus libres, brillantes, originales, difícilmente manejables y que no se dejan encarrilar. Así era el primo. Anduvo la vida guiado por sus convicciones.
Intolerante con los miembros más religiosos de la familia, el chat familiar era periódicamente el ring donde se dirimían las diferentes posiciones, hasta el KO verbal momentáneo de una o otra de las partes. Quizás de ahora en adelante, estos combates orales nos harán falta.
A la par de su ateísmo, Juan Tomás era también un abanderado de la marihuana, que cultivaba con fines terapéuticos; primero, en el patio trasero y en el sótano de la casa que fue de don Tomás Llibre Puig y su esposa doña Fidelia, y luego de don William Miller y su esposa doña Isabel, sus abuelos por las ramas paterna y materna. Juan Tomás ocupaba la casa por herencia.
Asumió la defensa de la marihuana medicinal, propugnando por el uso de los derivados de la planta Cannabis sativa para aliviar los síntomas causados por determinadas afecciones médicas. De 79 años y aquejado de varias dolencias, el encontraba un alivio en su uso y se transformó en un vocero de la lucha contra la “dictadura alcohólica”, acusando a los sucesivos gobiernos nacionales de promoverla en detrimento da la regulación del cannabis medicinal.
Sus plantaciones eran conocidas por todos, por el vecindario, su familia y las personas de servicio. Además, promovía incansablemente en las redes y por otros medios sus convicciones, de manera transparente y vertical. Consumía su cosecha, pero nunca traficó. El primo siempre vivió su vida como la entendía, sin esconderse. Hace poco se mudó a otro sector de Puerto Plata, donde instaló sus cultivos en la azotea de la casa que compró.
Antes de su detención había sometido un recurso de amparo frente al juez Nassim Eduardo Ovalle, de la Cámara Civil y Comercial del Juzgado de Primera Instancia de Puerto Plata, para que se prohibiera la persecución en contra del consumo de la marihuana, citando a Miriam Germán, Procuradora General de la República; a Alfredo Pacheco, Presidente de la Camara de Diputados, y a Ricardo De Los Santos Polanco, Presidente del Senado, a fin de que estos expliquen por qué pueden asesinar enfermos prohibiendo los beneficios del cannabis sativa. La audiencia fue fijada para el jueves 6 de junio, es decir, para esta semana.
Sin embargo, a los pocos días de la interposición de la solicitud del recurso de amparo, la residencia de Juan Tomás fue allanada, siendo hecho preso por la posesión de 47 matas de marihuana. A pesar de sus 79 años y de la debida certificación de varias dolencias, así como de la demostración de diversas pruebas de arraigo, el juez correspondiente fue inflexible. Dictó coerción con prisión preventiva.
El juez rechazó el pedido de prisión domiciliaria y las dolencias del detenido se agravaron en la abarrotada celda de los preventivos. Se solicitó su traslado al hospital, el cual fue debidamente autorizado. Sin embargo, no hubo forma que las ambulancias del 911 trasladaran al enfermo. Después de un día de angustia sin que la ambulancia llegara, Juan Tomás Llibre Miller falleció. Murió solo y abandonado.
Es obvio que la medida tomada en su contra, aunque pudiera estar dentro de las facultades otorgadas al juez por la ley, fue irracional y desproporcionada.
Activo participante de las redes sociales advirtió a través de estas, pocos días después de su solicitud de amparo contra la “dictadura alcohólica”, parte de lo que podría sucederle. Escribió que, si lo detenían, su prisión podría ser decisiva para la legalización de la marihuana medicinal en la República Dominicana.
Las cosas fueron más allá de la prisión. Juan Tomás defendió sus convicciones de manera pública y abierta. De cara al sol. Se puede decir que murió por ellas.