El país literario dominicano de repente recibió la aciaga noticia de la partida del intelectual y gestor cultural José Rafal Lantigua, sin dudas la más deplorable noticia en el ámbito cultural en el presente año. Muchos aficionados a la literatura que seguíamos su portentosa columna literaria en Diario Libre,  sentíamos extrañeza por la ausencia de sus análisis, ya que no estaba acostumbrado a vacaciones literarias. La guadaña de la muerte con su alevosía innata, que no respeta ninguna condición humana lo hostilizaba, nos queda rememorar su legado positivo en pos del desarrollo sociocultural dominicano.

En vida solo tuve la oportunidad de conversar con el en dos ocasiones siendo ministro de Cultura, en los momentos que recibí el premio anual de historia, en una de ellas le dije que lo conocía y admiraba desde que publicaba el icónico suplemento «Biblioteca», en el desparecido vespertino Ultima Hora,  una labor de difusión cultural vibrante en una sociedad que necesita tanto de estas tareas, para enfrentar el sedentarismo cultural que en las últimas décadas se ha tornado epidémico.

Su ingente labor de promoción del libro de modo desinteresada, solo equiparable a la que desarrolla José Rafael Sosa, deja un notable vacío en la cultura dominicana. Aquí con el apogeo de las llamadas “redes”, de manera deplorable desde hace cierto tiempo se han posesionado en importantes lugares de preferencias no solo los discursos insulsos, sino la majadería parlante, que por sus atracciones morbosas ha adquirido un auge inusitado.

José Rafael Lantigua fue un denodado combatiente por la educación y la cultura, que aprovechó su estadía en posiciones públicas para impulsar la educación cultural.

Mucho se menciona que le imprimió carácter internacional a la Feria del Libro Dominicano, debemos evocar como fue aquello, no solo dedicar la feria a países cuya producción cultural por razones geográficas no eran muy accesibles para nosotros; sino vincularse de modo directo con todos los sectores intelectuales de esa nación inmersos en la  producción bibliográfica, para que nos enviaran sus libros a la feria dominicana. Por aquí pasaron editoriales desconocidas de muchos países hermanos.  Además de traer intelectuales prominentes para dictar charlas y grupos culturales.

También se planteó extender la fiebre positiva  de la lectura al interior del país, con las ferias regionales del libro.

En el plano editorial no se quedaba atrás, el 6 de octubre de 2021, en esta columna «Precisiones», que publicamos en Acento,  insertamos nuestro artículo: “La lectura en su laberinto local”, planteando:

“Este es un país sin editoriales, aquí el libro se abre camino a la “buena de Dios”.  Ese eminente gerente cultural y literario que es José Rafael Lantigua, como ministro de cultura emprendió las acciones pertinentes para lograr una editora nacional y una librería pública gubernamental. Desde sus inicios la editorial hizo aportes positivos, con la edición de importantes libros inéditos que fueron publicados durante la tiranía trujillista por exiliados y personalidades extranjeras antitrujillistas en el exterior y eran desconocidos en el país, con los cambios de gobiernos estos esfuerzos fueron soslayados.”

Entre los libros publicados por la Editora Nacional, debemos resaltar la «Colección especial 30 de mayo: puerta a la libertad», donde se editaron obras inéditas publicadas en el exilio durante el trujillato, como Yo también acuso,  de Carmita Landestoy;  Un coronel con cuatro patas (Como vive el dictador Trujillo),  de Rosa Elena Cabiedes; Trujillo: La agonía dominicana,  de Buenaventura Sánchez, y otras.

También la creación de la Librería de Cultura, en la zona colonial (La Atarazana), donde se podían adquirir libros a precios de costo, aquí donde la mayoría de las librerías desaparecieron, contrario a lo ocurrido en muchos otros lugares de América.

Tan pronto concluyeron las funciones ejecutivas de José Rafael Lantigua, ese edificio cultural en ciernes se derrumbó. ¿Quiénes serían los culpables, los ministros que le han sucedido? No, bajo ningún concepto, han sido los gobiernos subsiguientes, sin presupuestos adecuados  estos asuntos no pueden prosperar y el Ministerio de Cultura, tiene un presupuesto pírrico para una tarea intensa.

Lantigua logró persuadir o imponerse a los regímenes que servía (que tampoco eran muy amigos del desarrollo cultural, porque impusieron un impuesto a los escritores que publican libros)  logrando que se concedieran los recursos para los importantes proyectos que promovió.

El mejor legado que nos deja es que se siga insistiendo en la necesidad de promover el desarrollo sociocultural del país, en contra de la bullanguería, que se propaga de manera impune como la verdolaga en sus intentos de arropar a toda la sociedad dominicana.

Santiago Castro Ventura

Médico e historiador

Médico, historiador.

Ver más