En el libro Séptimo de la obra “La República” de Platón, se aborda, entre otras cosas, la esencia y particularidades de un estado político-utópico y sus correspondientes clases sociales.
Dicho capítulo, como se ha de saber, trata del mito de la caverna, el cual es una alegoría de profundo sentido metafórico, donde se aprecia, de manera visible, la relación entre el saber y no saber, reflejado en un grupo de hombres prisioneros entre las sombras y oscuridad de una caverna, bifurcada en dos realidades fundamentales: la sensible y suprasensible.
Muchos sujetos, a lo largo de la historia, encarnan en su forma de ver, sentir y pensar la esencia de la caverna.
Una vez más, entre otras tantas, el doctor Abinader dio muestra de su espíritu solidario y buen don de gente al contribuir, con atinadas gestiones, a la consecución del medio millón de pesos para la UASD
Contrario a ellos, el doctor Rafael Abinader, debido a su humanismo ilustrado, siempre mantuvo una postura crítica y distante del mito de la caverna.
Su visión progresista y epistémica le permitiría trascender la caverna mental por medio de la razón creadora.
Nadie, por más que lo quisiese, podría tener claridad de su existir si le faltase la capacidad de razonar.
René Descartes diría, probablemente sin esfuerzo especulativo: “Yo pienso, luego existo”.
No obstante, el doctor Abinader tendría conciencia de su existir gracias a la razón, la cual no hace sino interpretar y comprender la realidad en su justa dimensión.
Ella, más que cualquier otra facultad del saber, le proporcionaría la capacidad intelectual necesaria y los saberes que fortalecerían su vocación democrática, así como su concepto sobre el humanismo ilustrado, la educación y la libertad.
Protágoras, hombre sabio y muy dado a las sutilezas discursivas, declaró en una ocasión “que el hombre es la medida de todas las cosas”.
Por su manera recta de obrar, José Rafael Abinader mostró que es la medida significativa del bien y la ética, que sentiría, pensaría y practicaría toda la vida.
Por ello, ciertamente, desempeñó, sin dobleces, el honorable cargo de Vicerrector Administrativo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
Debido a sobrados méritos, conciencia democrática y amplios conocimientos, asumió la vocación de enseñar con elevado sentido de responsabilidad.
En una carta enviada el 18 de abril del 2017 al poeta, politólogo, ensayista, historiador y abogado, Tony Raful, el doctor Abinader señala:
“(…) El rector y yo ya habíamos construido, antes de llegar al medio millón, el comedor económico, el centro de cómputos, el edificio para humanidades, la fábrica de productos lácteos en la Finca de Engombe y la compra de 10 ómnibus para transporte de los estudiantes”.
El doctor Rafael Abinader, debido a su humanismo ilustrado, siempre mantuvo una postura crítica y distante del mito de la caverna
Una vez más, entre otras tantas, el doctor Abinader dio muestra de su espíritu solidario y buen don de gente al contribuir, con atinadas gestiones, a la consecución del medio millón de pesos para la UASD, así como de otras no menos importantes conquistas.
Algo más de esa cantidad de dinero se consiguió porque propuso que se devolviera el cheque de 300,000 pesos al Palacio Presidencial de la República.
Por consiguiente, es de justicia decir que el doctor Abinader jugó un papel fundamental para que la UASD recibiera el medio millón de pesos de parte del gobierno central de la República Dominicana.
Por esa y otras razones, no se puede menos que decir que fue un defensor radical, valiente y noble de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
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