Los perros muestran un gran interés por las caricias, aunque no se trata de una necesidad fisiológica, normalmente es una necesidad afectiva. Pero es algo que notamos en los animales mamíferos (como nosotros), por nuestra alta sociabilidad y necesidad de vivir en grupo. Los monos presentan el grooming o acicalamiento social, mediante el cual, un mono se ocupa de realizar limpieza, quitar parásitos, tejido muerto o desperdicios, del cuerpo de otro mono. Se ha descubierto que esas costumbres permiten reforzar el vínculo en la manada.

Los humanos podemos prescindir del contacto físico afectivo, pero a un alto costo. Necesitamos acariciar y ser acariciados. Solemos creer que solamente el contacto sexual es importante, pero es una visión muy reducida de nuestras necesidades.

Desde la niñez se evidencia un impulso o urgencia por establecer vínculos afectivos (Teoría del apego de Bowlby), lo que contribuye a nuestra regulación emocional, autoestima, seguridad personal y contacto terapéutico (realmente el contacto físico afectivo es curativo).

Socialmente las caricias contribuyen a la cohesión grupal, nos permiten expresar emociones, fortalecer vínculos y manifestar aceptación, este proceso está muy condicionado por la cultura, que suele regular el distanciamiento interpersonal. En algunas culturas el contacto es más cercano y en otras, la cercanía se siente como ofensiva e intolerable.

Los conocimientos médicos nos muestran que, mediante estímulos táctiles positivos, se producen repuestas fisiológicas favorables y medibles, así tenemos: disminución del cortisol (que es la hormona del estrés), mejoría de la respuesta inmune, reducción de la tensión arterial y la frecuencia cardíaca (debido a estímulos vagales) y favorece la analgesia o disminución del dolor, por la liberación de endorfinas y oxitocina. El niño enfermo, tiende a sentir mejoría simplemente por las tiernas caricias de su madre, incluso se ha demostrado que favorece el desarrollo de los bebés prematuros.

En la década de los 80, en un hospital de los Estados Unidos, al notar que los niños prematuros aislados en incubadoras presentaban desarrollo más lento y más complicaciones, se decidió incluir en su manejo, el contacto piel a piel con las personas que los cuidaban, pese a que se consideraba que podrían infectarse por ser inmunológicamente inmaduros. Las evidencias del estudio en la mejoría de los bebés fueron notorias, demostrando la necesidad humana de contacto cercano y afectividad.

Neurológicamente existen fibras nerviosas en el sistema somatosensorial que responden a las caricias, simplemente porque son necesarias para nuestra salud. La oxitocina se ha denominado la hormona del amor, contribuyendo al apego, vínculos y confianza. A nivel cerebral, el sistema límbico o cerebro emocional, es muy sensible al contacto físico afectivo, de manera especial la amígdala y la corteza orbitofrontal. En la infancia, las caricias son determinantes para el desarrollo de estructuras cerebrales relacionadas con el control emocional y aprendizaje social. Dicho en otras palabras, el niño criado con afecto y caricias tiene mayores posibilidades de triunfar y ser feliz en la vida.

Existen limitaciones psicológicas que impiden manifestar afecto, puede haber desconfianza, inseguridad y desconexión con el propio nivel afectivo. El vacío existencial que esta situación puede provocar no es compensable con nada material. Puedes darles a tus hijos todo lo que te pidan, pero si no sabes abrazarlos, acariciarlos, expresarles afecto, siempre llevarán la pobreza en el corazón.

Si solamente sabes tocar a tu pareja para sostener relaciones sexuales, la relación de pareja tiende a ser deficiente y eventualmente, hasta el contacto sexual podría verse afectado.

Solemos tocar a nuestros amigos según nuestras culturas, les damos la mano, los abrazamos, le echamos el brazo sobre los hombros. El beso en la mejilla, en muchas culturas es un beso de amistad, pudiendo ser entre personas de distinto sexo o del mismo sexo. Entre latinoamericanos, el beso en las mejillas entre varones no suele ser aceptado, pero en otras culturas es usual. Es preciso señalar que la caricia no aceptada culturalmente, no es una caricia sino una violación u ofensa.

En prisioneros de guerra, la supresión total de manifestaciones de afecto, maltratos frecuentes y aislamiento, pueden ser suficiente para lograr que sus mentes “se quiebren”, provocando daños permanentes en la salud mental.

Aunque algunos padres insisten en tener un trato áspero con sus hijos y poco afectuoso, entendiendo que de esa forma los hacen más fuertes, en realidad podrían hacerlos más vulnerables y controlables por terceros.

Las caricias, besos y abrazos, son una necesidad biopsicosocial y contribuyen a la salud física y mental, permitiendo un mejor desarrollo del sistema nervioso e inmunológico. Aumentan la resistencia a enfermedades e incrementan la longenidad y calidad de vida. El nivel de afecto y unión en tu familia es directamente proporcional a la capacidad que tengan de manifestar el cariño.

Luis Ortiz Hadad

Médico

El Dr. Luis Ortiz Hadad, nació en Santo Domingo, República Dominicana, el 17 de septiembre del 1958. Graduado de Doctor en Medicina en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en el 1983. Realizó estudios de Filosofía y Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, España (1984-1986). Se especializó como Cirujano General en el Hospital Central de las FFAA-Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en (1988-1992). Haciendo la subespecialidad en Cirugía Colorrectal en Marsella, Francia (2000-2001). Es Psicólogo Clínico egresado con los máximos honores de la Universidad de la Tercera Edad (2022). Ha sido profesor de Anatomía y Cirugía por más de 20 años en la Universidad Iberoamericana (UNIBE). Es miembro del Comité Editor de la Revista Archivos Médicos Dominicanos (AMED). Presidente de la Sociedad Dominicana de Coloproctología (2011-2013), Presidente de la Academia Dominicana de la Medicina (2016-2018) y Presidente de la Sociedad Dominicana de Médicos Escritores (2023-2025). Es miembro del Colegio Médico Dominicano, del Colegio Dominicano de Cirujanos, de la Sociedad Dominicana de Coloproctología, Asociación Latinoamericana de Coloproctología, Academia Dominicana de Medicina, del Colegio Dominicano de Psicólogos (CODOPSI) y de la Sociedad Dominicana de Médicos Escritores. Presta sus servicios como Cirujano Coloproctólogo y Coordinador del Internado de Cirugía de la Universidad Iberoamericana (UNIBE) en el Centro de Diagnóstico Medicina Avanzada y Telemedicina (CEDIMAT), donde también desarrolla desde el 2022 un programa de Meditación Terapéutica Racional Emotiva. Es escritor de artículos semanales en el periódico acento desde el 2020 y es autor de los libros: Cincuenta Reflexiones. Breve guía para el Homo sapiens y Piensa bien, Vive mejor: Una terapia racional emotiva social. Es reconocido por sus actividades a favor de un mayor desarrollo humano como estrategia prioritaria para el mundo de hoy y enseñanzas de autoayuda basadas en las neurociencias.

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