La película Hombre con H (2025), dirigida por Esmir Filho, se suma a la ya vasta pero irregular tradición del cine biográfico musical latinoamericano. En este caso, la figura retratada es la del inconfundible y radical Nei Mato Grosso, uno de los artistas más provocadores y originales de la música popular brasileña. El filme no se propone simplemente documentar su vida, sino recrearla desde su núcleo afectivo, corporal y estético. El resultado es una obra que se mueve entre la teatralidad performática, la reconstrucción histórica y un homenaje sentido a la libertad individual.
Esmir Filho evita caer en la estructura clásica de biopic lineal. Aunque la película sigue una cronología desde la infancia de Nei en la ciudad de Bela Vista hasta su ascenso como figura de culto en los años 80, lo hace con una narrativa más sensorial que expositiva. Nei es retratado como un ser mutante, sin molde posible, una criatura escénica cuya existencia desborda las clasificaciones. En lugar de enfatizar la sucesión de hechos, Hombre con H prefiere ilustrar el nacimiento de una presencia: la de un cuerpo que se convierte en signo, en rebeldía, en espectáculo.
El acierto principal del filme está en su aproximación estilística. Desde el diseño de producción hasta el vestuario y la fotografía, todo contribuye a emular la potencia visual que caracterizó al artista. La recreación de los conciertos de Secos & Molhados y la gira Bandido de 1976 no sólo están bien ejecutadas en términos técnicos, sino que logran traducir la potencia simbólica de esas performances que marcaron un antes y un después en la historia del pop brasileño. El filme capta la extrañeza, la transgresión, el erotismo y la fragilidad que convivían en escena.
Jesúita Barbosa, encargado de interpretar a Nei, ofrece una actuación que bordea lo mimético sin volverse caricaturesca. Reproduce su voz, sus gestos, su cadencia verbal con un nivel de detalle impresionante. Pero lo más relevante es que logra transmitir la emocionalidad ambigua del personaje: un ser que parece flotar entre el delirio, el sufrimiento y el deseo. Barbosa se entrega al personaje sin contornos, como le pidió el propio Esmir Filho: no imitar a Nei, sino reconstruirlo desde la experiencia.
La estructura narrativa se concentra en el período de formación artística de Nei, desde su juventud reprimida bajo la sombra de un padre militar hasta su irrupción explosiva en la escena musical. Esta elección estética y narrativa deja fuera parte de su madurez artística, particularmente su época de mayor experimentación sonora o sus últimos álbumes, como Atento aos sinais (2013). Sin embargo, este recorte es deliberado: Hombre con H no quiere contar toda la vida de Nei, sino el proceso de construcción de una identidad artística.
La música, como era de esperarse, tiene un papel central. La selección de las canciones está articulada de forma orgánica con la narración dramática. Clásicos como “Rosa de Hiroshima”, “Sangue Latino”, “Bandido Corazón” y “Postal de Amor” no están allí solo por reconocimiento comercial, sino por su pertinencia narrativa. Cada canción marca una etapa vital o una transformación emocional. Por ejemplo, “Homem com H” se presenta irónicamente como una respuesta a los mandatos de masculinidad impuestos por el padre, mientras que “Postal de Amor” acompaña una escena de deseo reprimido. Este cuidado musical eleva el filme a un espacio simbólico donde imagen, sonido y cuerpo se integran.
Un aspecto no menor del filme es su tratamiento de la sexualidad. Hombre con H no erotiza gratuitamente ni esquematiza la orientación sexual del protagonista. Por el contrario, aborda sus relaciones amorosas con respeto, sensibilidad y humanidad. El romance con el músico Cazuza está retratado con intensidad pero sin melodrama. Nei no es convertido en víctima ni en símbolo, sino en sujeto complejo, contradictorio, muchas veces en fuga de sí mismo. Su sexualidad se presenta como parte integral de su forma de estar en el mundo, no como un adorno de guion.
La película también acierta al contextualizar los eventos en la historia política de Brasil. Aunque no se detiene en hacer una denuncia frontal, muestra de manera efectiva la tensión entre arte y censura en el marco de la dictadura militar. Las decisiones estéticas de Nei son también políticas: maquillarse, cantar con voz andrógina, usar transparencias en escena, todo ello en un contexto donde lo normativo era la virilidad patriarcal y el silencio. La rebeldía de Nei es performativa pero también profundamente ideológica.
Desde la teoría del cine, se puede leer Hombre con H como un ejemplo paradigmático de “cine de performatividad”. Siguiendo a Judith Butler y a Richard Dyer, el filme no busca retratar una “esencia” de su personaje, sino mostrar el proceso mediante el cual la identidad es actuada, construida, sostenida y transformada. Nei Mato Grosso, como artista, no es simplemente alguien que canta, sino alguien que performa una identidad queer en un escenario hostil. La película es consciente de eso y se estructura como un acompañamiento de ese gesto.
En términos de recepción, Hombre con H ha sido muy bien valorada por la crítica especializada. Se ha destacado la actuación de Jesuíta Barbosa, la dirección artística y la fidelidad al espíritu de Nei. Algunas críticas mencionan que, al concentrarse en los primeros años, deja fuera etapas importantes, pero coinciden en que el resultado final justifica ese recorte. En taquilla, tuvo un estreno fuerte, con más de 3.6 millones recaudados en pocos días, lo que evidencia también el interés del público por historias que recuperan figuras disruptivas de la cultura popular.
Hombre con H es una película que trasciende la mera biografía para convertirse en un manifiesto sobre el arte como expresión de libertad. Es una obra sensible, política, estéticamente poderosa y fiel a la complejidad de su protagonista. Nei Mato Grosso emerge como un símbolo vivo de una época y de una lucha: la de afirmarse en el margen, desde el deseo, el cuerpo y la canción. Un “hombre con H”, no por masculino, sino por humano, híbrido, histérico, honesto. Y ese gesto, hoy más que nunca, es urgente recordar.
El film Brasileño no solo retrata la vida de Nei Mato Grosso, sino que nos expone a una existencia que rompe moldes normativos: de género, de expresión, de cuerpo, de deseo. el arte que verdaderamente importa no es el que nos reafirma, sino el que nos sacude para abrirnos a otras formas de habitar el mundo. Esa es la apuesta profunda de Hombre con H: hacernos más conscientes de la belleza en lo marginal, más sensibles al cuerpo como lenguaje, y más abiertos a vidas que desafían el binarismo y la rigidez de lo establecido.
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