"Agradecer es propio de quien sabe recibir con amor", reza una frase que conocemos todos los que en la década de los ochenta pasamos por el Seminario Pontificio Santo Tomás de Aquino. Recibimos mucho del papa Francisco en los 12 años de su pontificado, nos puso a soñar y pensar en un nuevo modo de ser Iglesia y de ver y hacer sentir a Cristo en el mundo, aunque algunos lo vieron como pesadilla, pues ponía en entredicho, sus privilegios clericales y su instalamento en una Iglesia llamada a salir fuera; misionera, en un ser "pastor con olor a oveja" y en una apertura sin miedo a dialogar y encontrarse con el mundo y con los hombres, sobre todo los pobres, discriminados, inmigrantes, en fin seres humanos en necesidad de la misericordia nuestra y de Dios.

Que el buen Dios premie a Francisco con la gloria de los justo, del siervo fiel que ha sabido cumplir con la tarea asignada por su Señor, pues llevar en hombros la tarea de apacentar y pastorear las ovejas del rebaño, no es tarea fácil, pero si él lo eligió supo por qué, y así ha sido, le dio la fuerza, los hermanos y los instrumento necesario para dicha labor, y desde mi óptica eclesial y humana lo hizo bien, aunque habrán otros que pensarán lo contrario, pues como siempre digo: "No somos papeletas de 2000 pesos que le agrademos a todos". Pero el testimonio de un hombre sensible al sufrimiento del otro y de un cristiano convencido de su ser en Cristo, nadie lo podrá poner en duda jamás.

Pero la Iglesia continua, no se detiene en su peregrinar por el mundo, en camino al encuentro del Padre. La tarea que tiene de ser instrumento de salvación en el mundo no se agota en esta temporalidad humana, son muchos los retos que hay que enfrentar, son variados los caminos que se deben transitar, y el Espíritu la guía y apremia, por lo tanto ante la partida del Pastor supremo, del sucesor de Pedro, hay que buscar y elegir a otro para que continue la labor de presidir a los hermanos en la fe, y dicha tarea ha caído en las manos de Mons. Robert Francis Cardenal Prevost Martínez, hoy papa León XIV. Elegido por el Espíritu en el conclave pasado, para continuar el trabajo que culminó Francisco y otros 265 antes que él: pastorear el débil rebaño del pueblo de Dios, que camina en este mundo y continuar la misión encomendad al Apóstol Pedro.

León XIV ya has suscitado buenas expectativas en el Iglesia y en el mundo, por lo pronto lo que debemos hacer es darle la bienvenida y asumir actitud obediente ante él. No debemos pretender que él sea una reproducción de Francisco, aunque fueron grandes amigos y había mucha sintonía pastoral entre ambos, ni tampoco pensar que volverá atrás hacia viejos caminos recorridos y agotados; él se dejará guiar por el Espíritu que le ha elegido, y sabrá lo que ese mismo Espíritu quiere de él, las respuestas que debe dar ante las situaciones nuevas que se le presenten a la Iglesia en este nuevo momento de la historia.

Pero si esperamos que León XIV continúe en la tónica del Concilio Vaticano II haciendo realidad sus conclusiones, sobre todo en lo estructural y en el diálogo con el mundo, pues fue lo que el Espíritu le pidió a la Iglesia para el final del siglo pasado y el comienzo de este. Desde ya debemos orar por él, como lo hicimos por Francisco y esa obligación que tenemos los católicos de orar por nuestro guía y pastor.

William Arias

Vicario de Pastoral de la Arquidiocesis de Santiago. Administrador parroquial de la parroquia santuario Divino Niño. Director de la Escuela de Teología de la PUCMM Santiago. Secretario de la Comisión Nacional de la Animación Bíblica de la Pastoral.

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