Este es el título más sencillo, pero tal vez el más simbólico de todos los que he escrito durante más de siete años en Acento. Y es que para hablar de Freddy Ginebra no se necesitan tantas palabras.

El pasado lunes estuve en Casa de Teatro en el acto de entrega de la premiación que le otorgara la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) a Freddy Ginebra.

Debo decir respecto a dicho evento, por la singularidad que encierra el mismo, que es uno de los actos más bellos y formidables a los que he asistido durante muchos años.

La vida de Freddy, su alma, su obra y su ejemplo convocan al amor, la alegría y a la esperanza.

Por esa razón, los artistas, posteriormente a la entrega de dicha premiación, bajaron del escenario para abrazarlo y darle un beso.

Todo eso ocurrió bajo una noche mágica con la especial asistencia de un público que representaba a lo mejor del país.

Fue muy importante para mí que ese acto de reconocimiento se efectuara en Casa de Teatro, un lugar lleno de historia en términos culturales, sociales y de solidaridad.

Y es que precisamente Freddy Ginebra provoca la irresistible vocación a la alegría.

Rafael Nino Féliz

Educador

Nacido en El Cachón, Barahona. Graduado de Licenciado en Educación con mención en Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo UASD. Se desempeñó como técnico de varios departamentos del Ministerio de Educación. Director de Organización de la Oficina de Desarrollo de la Comunidad (ODC). Director de la Dirección de Bienestar Estudiantil; Tesorero General y dos veces Vicerrector de Extensión. Actualmente docente en las cátedras de Teorías y Crítica de la Literatura y Letras Básicas. Ha publicado más de diez libro de poesía.

Ver más