La posposición de la Cumbre de las Américas, de conformidad con nota de prensa de Cancillería, se da en el contexto geopolítico existente en todo el Caribe, que incluye un despliegue naval y aéreo por parte de unidades élites del Ejército de los EE.UU. y comandos de otras fuerzas en torno al conflicto con Venezuela, cuyo precedente en envergadura y magnitud se remonta a la Segunda Guerra Mundial, en un marco de circunstancias distinto al actual ya que la Marina de los Estados Unidos en aquel entonces patrullaba las aguas del Caribe para contrarrestar la amenaza de los submarinos alemanes que surcaban sus aguas de manera furtiva.

Por consiguiente, la presencia de numerosos jefes de Estados en la ahora pospuesta Cumbre del 1 al 5 de diciembre próximo, que incluía a EE.UU., impulsor original de dicho foro -como apuntó la nota de marras-, puso de manifiesto que, en el contexto actual, resultaba contraproducente la celebración de dicha cumbre.

Pero además, la posición geoestratégica que ocupa  R.D. en el Caribe, para los EE.UU., en yuxtaposición a la de país sede de la citada cumbre, sumado al liderazgo regional del presidente Abinader en dicha crisis, 'pudo' ser puesto en balanza, a la hora de aplazar el cónclave.

Esta posposición parecería que coincide con la llegada de la embajadora de EE.UU., Leah Francis Campos al país, pero, no es coincidencia, sino más bien concurrencia y la reafirmación de un nuevo estilo de conducción en las relaciones bilaterales con la República Dominicana, en donde los signos de fe y el manejo silente de los asuntos de Estado se constituyen en su principal carta de presentación.

La administración Trump, en un cambio radical de su política exterior, subió el tono de su liderazgo mundial y dio un giro de 180 grados a las relaciones bilaterales con países aliados de América, cuyas economías emergentes estaban al borde del colapso.

Tal es el caso de Argentina en el Cono Sur, que resurgió como ave Fénix con un nuevo liderazgo y visión de ejercicio del poder, logrando concitar la confianza de Washington y un milagroso rescate al presidente Milei, con la intervención inédita del Departamento del Tesoro estadounidense en el mercado cambiario argentino, que cambió el curso de las elecciones Legislativas del pasado mes de octubre, reforzando el liderazgo del ejecutivo de la nación.

En gran medida, el jefe de la diplomacia estadounidense, Marco Rubio, ha tenido que ver con esos resultados obtenidos en menos de once meses a la cabeza del Departamento de Estado, porque no solo habla el mismo idioma, sino que conoce las realidades de América Latina y su idiosincrasia.

La coyuntura actual y el tablero de la región está en constante movimiento con economías de izquierdas [algunas marxistas], alineadas y contrapuestas a economías de centro derecha y libertarias nucleadas bajo la Administración Trump.

El mundo de hoy es multipolar y nos presenta nuevos escenarios, en donde las grandes potencias reafirman su poder hegemónico, a partir de una distribución tripartita en subregiones del globo terráqueo.