Momento para descubrir los valores de las personas,

desaprender prácticas excluyentes,

potenciar la calidez personal y social,

convertir la fragilidad en fuerza revitalizadora,

construir relaciones generativas.

Época para olvidar agravios,

conceder perdón,

hablar con Dios,

mirar su rostro y esconderse en él,

soñar y vivir la poesía,

escuchar al otro sin prisa calculada,

respetar ideas sin esfuerzos predeterminados.

Período para la celebración de la vida,

preparación para la muerte,

agradecimiento sin reivindicaciones,

alabanza infinita,

construcción de lazos de reconciliación,

discernimiento en presencia del Espíritu.

Tiempo de darse sin remilgos,

de confianza plena,

de firmeza ante la incertidumbre,

de fidelidad sin límites,

de aspiraciones divinas,

de ilusiones nuevas,

de resiliencia interminable.