En nuestro país lamentablemente se fue desarrollando una cultura de incumplimiento con la ley, porque durante mucho tiempo reinó la impunidad, y también porque la arraigada cultura del amiguismo hace detener la vara sancionadora demasiadas veces en un país pequeño como este, y se tiende a minimizar los incumplimientos como si solo debieran tenerse en cuenta cuando de estos se derivan daños directos mayúsculos, sin comprender que el peor daño es precisamente generar esa impunidad, o cuando la afectación nos toca, momento en el cual se reclama hacer cargar con todo el peso de la ley, el mismo que se pretender hacer absurdamente leve y parcial ante otras situaciones.
Lo mismo ha sucedido con las mentiras, que de tanto ser toleradas y aceptadas han forjado conductas delictivas, pues de la mentira al fraude hay solo un paso, y la banalización de estas que erróneamente intenta justificarlas cuando se entienden menores, como si lo reprochable no fuera la falta a la verdad sino la percepción de su tamaño provoca la perversa consecuencia de la desconfianza y falta de credibilidad generalizada.
Y los males que se derivan de esto no se resuelven dictando nuevas normas o creando más instituciones, como hemos hecho, por el contrario esto lo único que hace es aumentar los niveles de incumplimiento provocando disgusto ciudadano porque unos tienen licencia para incumplir sin consecuencias, mientras la carga de las reglas que otros deben asumir luce desproporcionada, así como profundizar la desconfianza lo que conlleva a situaciones a veces ridículas de exigir legalizaciones para cualquier documento aunque sea emitido por un ente oficial o funcionario dotado de fe pública, las que además muchas veces no representan garantías de invulnerabilidad, erosionándose más la credibilidad de las autoridades e instituciones.
Todo esto se refleja en cada uno de los aspectos de nuestra vida cotidiana, desde el tránsito que es el más evidente pues nos impacta a todos, hasta los que son menos visibles y solo salen a relucir cuando alguna investigación periodística los denuncia, como personas dando servicios profesionales para los que no están acreditados, lo que es gravísimo, pero que inicia desde la mala práctica de muchos años de personas que exhiben calificaciones o membrecías que no tienen, y de instituciones que no cumplen con el rigor para dar títulos y que han perdurado, haciendo que muchos puedan ostentar múltiples de estos para intentar merecer en base a papeles posiciones para las cuales realmente no están calificados.
Lamentablemente esto ha escalado tanto que tenemos el vergonzoso primer lugar mundial en muertes por accidentes de tránsito, así como el descrédito de la mayoría de los casos de uso de sustancias prohibidas en el beisbol, que afortunadamente no reduce el brillo de las tantas estrellas en su pabellón de la fama, porque la cultura del engaño es tan osada que apuesta a lograr confundir a quienes sí están entrenados en hacer cumplir las reglas.
Durante años eran comunes las denuncias de alteraciones de actas de nacimiento para obtener residencias o ciudadanías en países extranjeros, que confiaban más en un certificado de bautismo que en una partida de nacimiento, bajo la perversa creencia de que todo se vale para llegar al “sueño dorado”, lo que extrapolamos a la disciplina deportiva para clasificar en rangos etarios menores defraudando así las reglas y la ética, empañando méritos de grandes atletas.
Uno de los mayores retos de la vida consiste en lograr la capacidad de enfocarse en lo esencial, sin perder de vista lo demás, pues el tiempo y los recursos son escasos, y desgastarse en múltiples frentes puede significar invertirlos infructuosamente sin lograr resultados en ninguno. Por eso debemos enfocarnos como país en revertir la perniciosa cultura de incumplimiento con la ley, y la alta tolerancia a la mentira, pero para eso se requiere no solo que haya consecuencias, sino que se haga realidad la igualdad ante la ley principio cardinal de un Estado de Derecho, y solo cuando logremos esto, reduciremos la enorme desconfianza en el sistema construyendo credibilidad.